Prueba1

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Me sentí mal, no me gusta ver a un ser tan dulce como esta pequeña ninja a punto de llorar.

Luego vi a su vieja muñeca y cuando el ojo se le cayó, se me salió un chillido, pero claro... un chillido de macho. Obvio...

La pequeña levantó la mirada y sonrió levemente- usted grita más agudo que yo.

Solté un bufido- ¿yo? Pff... na, ¿cómo crees? -dije mirando su muñeca, es vieja y hasta diabólica- ¿segura que tu muñeca no planea nuestras muertes?

Ella se rió, eso me hizo sonreir, luego alze del suelo el ojo y se lo di con una mueca de disgusto.

Ella me sonrió, limpio el ojo con suavidad y amabilidad, como si realmente estuviera vivo. Luego se lo puso a la muñeca y plantó un beso en su frente.

-Ya está, Stacy está bien- dijo acariciándola.

-¿Qué tanto quieres a esa muñeca?- pregunté curioso al ver como la trataba.

-Si me dieran a elegir entre la vida de usted y la de mi muñeca, escojo a Stacy sin pensarlo demasiado- sonrió dulcemente.

-Cruel- dije y agarre el aire como si fuera mi corazón y lo rompí en pedacitos.

Ella se rió aún más- ya va a sonar el timbre y los de las luces vendrán. Vayase.

-¿Ah? ¿luces?

-Así les digo, porque te apuntan con luces y eso no deja que veamos nada, ni sus caras, ni sus cuerpos. Por eso parecen luces hablandote.

-¿Qué te dicen?

-Nada malo, solo te dan ordenes y te apuntan a la cara dejandote ciego hasta que vayas a tu sector.

-¿Me harán eso también?

-Oh, ¿el rey de Inglaterra pensó que tendrían un trato especial con él?- dijo posando su manita en la cadera, y arqueando una ceja.

Reí- okay, ya entendí. ¿A dónde debo ir?

-Donde estabas en un comienzo...

-¿Y por qué los dividen tanto? ¿y por qué los suicidas se dividen en parres?

-Pregunta mucho- se quejó y tomo aire -bueno, no todos somos iguales, yo soy suicida y depresiva. Pertenesco a dos bandos y en esos bandos hay tratamientos, pero no soy una suicida loca y agresiva u obsesiva como otros... son pasiva y algo tímida. Lo mismo con los agresivos, unos son peores que otros... eso pasa en todo este lugar, también con los bipolares, los que tienen raras obsesiones, los que se dan placer con cosas demasiado sucias, o impuras. Todo.

-Okay.

Sonreí y miré a mi alrededor pensando en las luces que la pequeña me había mencionado y cuando volteé para hecharle otra pregunta ella y su dulzura desaparecieron.

Suspiré, vi un montón de líneas de colores que aún no descubro. Pensé en los bipolares, los que tienen enfermedades mentales y de más. La curiosidad me mata, pero no puedo.

Bueno, no hoy. Ya se mete el sol y debo volver a la primera sala, eso dijo la pequeña. Esa línea negra, esa prohibida y llamativa línea negra también deberá esperar.

Tomé aire, di un paso hacia adelante, pero pise algo y caí sobre mi trasero. Auch.

Busqué en el suelo y vi nada más y nada menos que el macabro ojo de Stacy. Se cayó de nuevo.

Me estremecí, esa muñeca me da cosa. Luego me paré y guardé ese ojo horroroso, por si veía de nuevo a la pequeña y caminé con aún esa molestia en mi pobre trasero.

Cuando entré a la habitación me cayeron miles de arañas encima.

-¡Aaahhh!- grité, salté y me revolqué por el suelo -¡ayuda!¡quítenmelas!- rogué por ayuda.

Esos insectos horribles nublaban mi vista, caminaban por todo mi cuerpo, los sentía por debajo de mi ropa, sus peludas patas tocándome y moviéndose. Me desesperé tanto. Sin duda la peor sensación de mi vida, me paré y me quité la camiseta y golpeé todo lo que pude.

-¡Ayuda!- grite de nuevo mientras hacía lo que podía. Me daban ganas de matarme. Es tan... horrible. Gritaba y gritaba con la pequeña esperanza de que acabase.

Luego sonó un silbido y las arañas comenzaron a alejarse de mí, yo estaba botado en el piso con una expresión indescriptible, de trauma tal vez.

-Bueno Sr. Cronwell, tubo resultados más o menos normales en cuanto a su primera prueba- escuché una voz femenina y seca, pero no sé de donde viene.

Luego escuché risas no muy lejos de mi- casi se mea - que marica - poco más y llora.

Son las únicas frases que pude distinguir- ¡¿por qué demonios hicieron eso?! ¡pude haber muerto! -grité más que molesto.

-Calmese Sr. Cronwell, usted nunca estuvo en peligro, todas las arañas que estaban sobre su cuerpo son computalizadas.

-¡¿Y eso que tiene que ver?!- grité renengando y maldiciendo.

-Asi es el sistema, adiós.

-¡Merezco una explicación! ¡quiero hablar con sus superiores!- y cuando grité eso las luces se apagaron. Arg. Quiero que paguen por eso.

Digo ¿Cómo no molestarme? Es normal que quiera justicia y patearle el culo a al menos uno de ellos ¿no?

¿Ustedes qué harian? ¿aguartar eso?

Tal vez... dbkabdhakaus. Guardé mis insultos para mí, caminé en la oscuridad hasta tocar la pared, luego me senté y esperé a que algo pasará.

No fue así. Los que estaban en el lugar y yo, dormimos en el suelo por un buen rato.

Escuchaba el ruido de pasos, risas, burlas y sabia que todo ello era debido a los que estaban en ese cuarto conmigo. Tenía la esperanza de que ninguno se acercara a hablarme.

Luego la luz se encendió de nuevo.

Una chica de cabello castaño entró a la habitación y las mismas arañas que le cayeron encima.

La pobre chica se puso a gritar y llorar, creo que tiene aracnofobia.

Cuando vio o pensó que no había nadie para ayudarla, golpeó la puerta con su cuerpo tan fuerte como pudo, luego su desesperación cruzó la línea de la cordura y comenzó a golpear su cabeza contra el concreto.

Mi cuerpo alarmado reaccionó, intenté pararme pero el suelo... el suelo me dio una descarga que me sacudió.

Grité en voz baja, y vi que no podía quitar los pies de ahí. Si o si debía quedarme.

Pensé un segundo... debo quedarme.

¡Bingo! Mi cerebro gritó, me quité los zapatos y los acomodé donde estaba, di un salto hacía adelante esperando la descarga... pero nada pasó.

Tomé aire mientras mi corazón golpeaba duramente mi pecho y mis manos temblaban.

Agarré a la chica justo cuando comenzó a derramar sangre en el concreto.

-¡Ayuda!- gritaba ella aún desesperada y algo desorientada.

-Calma ¡no es real! ... no es real- le repetí una y otra vez acomodándola en el suelo -No es real, no son arañas de verdad.

Ella lloraba de desesperación y luego sonó la sirena.

-Sr. Cronwell, eso no se hace. Pagará las consecuencias.

Mi respiración seguía agitada para cuando las arañas se alejaron de nosotros, la chica estaba muy confundida y aún lloraba.

Esto es demasiado.

Luego un par de hombres vestidos de azul entraron a la sala, me empujaron y alzaron a la chica.

-¡Oigan! ¡animales! ¡¿qué les pasa?!- grité furioso, me paré y con impulso salté a la espalda de uno de ellos -¡sueltenla! ¡bestias!

Luego sentí una descarga en la espalda, eso me desconectó... vi a hombres vestidos de rojo...

Y luego todo se hizo negro.

El 30%Donde viven las historias. Descúbrelo ahora