Black Roses

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Desperté al lado de la linda ninja de coletas y decidí levantarme.

Lo hice con cuidado pues ella estaba enredada a mi cuerpo, solo dejé un beso en su frente y me retiré.

Caminé pensativo entre todas las personas de raro comportamiento estaban ahí.

Y solo vi una línea roja en el suelo, recordé que la mala es la negra así que la seguí. Solo caminaba y caminaba, mientras más lo hacia había menos gente, menos camas y menos detalles. Ya no habían cuadros, ni plantas, nada. Solo blanco, blanco y blanco.

La línea roja se detuvo en una puerta del mismo color.

-¿Hola?- dije e incluso oí el eco pues no había nadie.

Giré la perilla y abri la puerta. Entré dudoso a esa habitación.

Era totalmente blanca y las paredes eran acolchadas.

-Ayuda- dijo una dulce voz infantil.

-¿Hola?- dije confundido.

-¡Ayuda!- un grito agudo hizo que volteara.

Oh por Dios. Una pequeña niña está amarrada a una silla.

-Dios, pequeñita ¿qué haces aquí?- dije acercándome.

-Tengo miedo- lloró, parece tener al menos seis años.

-No, no, no. Calmate linda ¿si? Yo... yo te voy a sacar- dije tomando las sogas.

-Quiero a mami- lágrimas cubrieron su rostro, esa niña era muy pequeña delgada e inocente. Se supone que los de aquí tenemos más de 16 ¿qué hace esa criatura aquí?

Verla amarrada como un animal me molesto y ablandó mi corazón.

-Te ayudaré a buscarla, yo... si, te ayudaré- no paraba de hablar por la pobre niñita, fui deshaciendo los nudos y vi que tenía heridas en sus pequeñas muñecas por toda la fuerza de las sogas contra su delicada piel, o como ella jaloeaba para soltarse.

Pobre niñita.

Luego solté el último nudo y las sogas cayeron.

-¿Estás bien?

-Estoy... libre.

-Si linda, todo estará bien ¿si? Iras con tu mami pronto- dije porque estoy muy preocupado y algo alterado.

-¡Soy libre!- gritó agudo y se levantó, es muy bajita, me llega más abajo de las caderas. Se ve tan dulce e indefensa.

-Vamos, salgamos de aquí- le sonreí tomando su pequeña mano, como a una bebé perdida.

-¡Libre! ¡libre! ¡libre! ¡LIBRE!- y su dulce risa se hizo más... torsida y ruidosa.

-.... Pues... si.

-¡SI!- gritó y me sonrió en silencio un segundo, luego saltó contra mí, clavó sus uñas y dientes en la piel de mi pierna y presionó con toda su fuerza.

Mi carne se abrió ante la presión que esta niña hacia, y la sangre y el dolor se mezclaron y salieron de mi en un fuerte grito.

Me caí pues con eso, ella me había derribado.

-¡SOY LIBRE! ¡JAJAJAJA!- gritó al separarse de mi piel y metió sus pequeños dedos en mi herida rápidamente.

-¡Aaahh!- grité y la empujé quitándola -¡¿Qué demonios?!

-Gracias señor - dijo y caminó a mi alrededor.

Intenté pararme y alejarme de ella, cuando ella notó eso una risa fuerte salió de su garganta y me sonrió, sus dientes manchados con sangre, mi sangre. Un escalofrío pasó por mi espalda, que perturbador.

Corrió hacia mí, intenté alejarla pero antes de eso ella ya había clavado sus dientes en mi piel. Tomé sus cabellos desesperado y jale para quitarla de ahí, me dolía mucho, comencé a temblar pero ya no aguantaba, la jalé y como ella se reusaba a soltarme un pedazo de piel fue arrancado.

Ella cayó y masticó mi piel sonriéndome. Todo su rostro y ropita llenos de sangre.

-¡¡¡AAAHHHHH!!!- lágrimas de dolor se deslizaron por mis mejillas -¡ayuda!

La puerta se abrió- ¡vayan! ¡vayan! ¡vayan! -escuché a hombres gritar.

-¡NO ME TOQUEN! ¡solo quería jugar! ¡me dijeron que uno más sería mi juguete!- gritó la pequeña, empapada de mi sangre y dando saltitos... haciendo berrinche.

-¡Rompiste una regla! ¡no tendrás tus caramelos y no saldrás en una semana!- le advirtió uno -¡vuelve a tu silla!

Era un adulto regañando a un niño, pero fue... como si ella hubiera roto solo un vaso de cristal y el padre la castigara con no ver televisión. Vi a la niñita tan pequeña a punto de llorar en un berrinche, al adulto con sogas y una pistola eléctrica en la mano, luego vi mi pierna... con piel deshecha colgando, llenándose más y más de sangre...

-Alerta 67, repito, alerta 67. Si, alguien entró a la zona roja- le dijo un hombre a su walkie talkie.

Fue mucho para mí, me desmayé.

El 30%Donde viven las historias. Descúbrelo ahora