El error de Valentina

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Pelo rubio y corto, ojos azules, nariz alargada, el jersey gris que le compré hace dos Navidades, sus vaqueros oscuros.

No hay ninguna puñetera duda  de que el que acaba de bajarse del asiento trasero del coche y está ayudando a mi madre a sacar bolsas del maletero es mi prometido. Patrick Salgado.

- Tus padres siguen teniendo a la Barbie para que le haga recados?- dice Noah detrás de mí, y doy un respingo. No le he oído ponerse ahí, tan cerca.

- Qué?

Noah señala a Patrick con la cabeza y yo me muerdo el labio por dentro. Patrick es mi prometido, Noah. Vamos, dilo. Dilo. Vamos.

- Ah, eh....- es todo lo que sale de mi boca. Patrick ya era mi mejor amigo cuando Noah y yo estábamos juntos, y él, por supuesto, no podía ni verle. Noah, porque decía que mi amigo iba detrás de mí, Patrick, porque no soportaba que yo robara a mis padres para ayudar a mi novio.

- Tienes que irte. Vamos- le agarro del brazo y llegamos a las escaleras justo cuando la puerta principal se abre y entran mi padre, mi madre y mi prometido hablando sobre el deportivo negro aparcado en la puerta.

- Será del vecino- estaba diciendo mi madre- Su mujer siempre tiene que andar pavoneándose de lo que tienen, pero aparcarlo justo delante de nuestras narices me parece demasiado.

Miro a Noah con los ojos desorbitados y él me responde con una mirada divertida. Perfecto. Casi me acuesto con mi ex en mi cama a unas pocas semanas de convertirme en una mujer casada, y para colmo, el coche de la evidencia está aparcado justo delante de la casa. Joder, rubia, pareces nueva.

- Saber tener dinero es un arte, Pauline- dice Patrick mientras Noah y yo nos aplastamos contra la pared del piso de arriba para que no nos vean- Muy pocos lo controlan.

Noah me lanza una mirada burlona. "Pelota" veo que articula con los labios y le propino un codazo en las costillas para que se calle, pero en lugar de eso, acabo haciéndome daño yo.

- Creo que Anna va a adorar el velo que has escogido para ella, Patrick- la voz de mi madre sube por las escaleras mientras yo intento idear una estrategia para sacar a Noah de casa sin que lo vean. Si pasaran a la cocina, podría sacarlo por el garaje....

- Patrick te escoge el velo?- susurra Noah a punto de estallar en carcajadas- Quién es, tu dama de honor?

- Cállate, van a oírte, idiota.

- Es buenísimo- se dobla en dos cubriéndose la cara con las manos sin dejar de reírse- Es la dama de honor.

- Que te calles.

- El novio también le deja escoger el condón que usaréis en la noche de bodas?- pregunta, y empiezo a cabrearme de verdad.

- No, sabes qué pasa? Esque Patrick la tiene tan grande que no podemos usar condones- sonrío fríamente, cortándole el ataque de risa. Me mira con la confusión pintada en sus facciones.

- Vas...- junta las cejas por encima de la nariz y yo me muerdo la lengua por lo que está a punto de averiguar- Patrick es el novio?- murmura, bajando los hombros.

- Elemental, querido Watson. Ahora ven, creo que han pasado a la cocina y puedo sacarte por el...

- Por qué?- oigo que pregunta, sin moverse.
- Venga, joder, van a volver en cualquier momento, baja las putas escaleras y lárgate- digo, desesperada, echando vistazos al pasillo por el que pueden aparecer. Noah baja empujado por mí, pero se detiene en la puerta. Yo entro en pánico.

AgujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora