Visita sorpresa

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-Valentina, soy yo. Llámame inmediatamente. Si no tengo noticias tuyas en todo el día, me presento en tu casa- siseo al teléfono intentando imprimir al mensaje la urgencia que supone que nuestras vidas dependan de él. Cuelgo el teléfono con los dedos temblándome.

Vale, Reina de la Exageración, cálmate.

Doy vueltas sobre mí misma en el recibidor tratando de mantener la calma. No consigo espantar la idea de que aquella había sido la última que aquella había sido la última vez que iba a volver a ver a Noah. No puedo quitarme del pecho el corsé que me aprieta los pulmones poco a poco. La sensación es la misma que cuando creí perder a Noah. Mantengo los ojos fijos en el espejo de la entrada. No voy a pasar por aquello otra vez. Los ojos negros del espejo me devuelven la misma mirada de determinación: debo acabar con Ulisa antes de que él acabe conmigo. O peor, con Noah.

Una figura rubia aparece por detrás, rodeándome con los brazos.
- Eh ....- susurra Patrick besándome la oreja. Cierro los ojos, sintiéndome asqueada de mí misma. Patrick es la persona más sincera e ingenua que conozco, y no solo fue mi principal apoyo cuando yo solo quería quedarme en la cama, sino que también me devolvió las fuerzas para salir de ella. Va a casarse conmigo conociendo al detalle mi pasado y mi personalidad voluble, y yo acabo de restregarme como una gata en celo con Noah hace apenas media hora. Controlo el impulso de arañarme la cara hasta desfigurármela de la verguenza que me doy.

Sus dedos toquetean el anillo de compromiso en mi dedo anular y abro los ojos de par en par.

- Qué ocurre?- pregunto, temerosa de que note algo raro en él.

Venga, Anna, es adivino o qué? Qué va a notar en un círculo de metal y una perla?

- Te queda tan bonito en el dedo- murmura. Sé que está mal, pero respiro aliviada y fuerzo una sonrisa para que no sospeche, aun sin movernos de delante del espejo.

- Sí ...- coincido mientras le miro a través del cristal. Aprieto los labios, tratando de evitar que la realidad que veo en él tome forma en mi cabeza: Patrick y yo no pegamos ni físicamente. Todo en él es espigado, desde su figura sin muscular hasta su nariz en forma de rampa o el cuello (que quisiera yo para mí). Dejó de cubrirse los ojos azules y pequeños con el pelo cuando cumplió diecinueve años, y ahora lo lleva tan corto que es difícil definie su color. Aunque en los días soleados todavía puedo distinguit su característico brillo dorado. Los labios, finos, y la cara alargada, llena de arrugas cuando sonríe, incluso cuando era un niño. Todo lo elegantemente largo de su figura lo compenso yo con mi metro cincuenta y ocho y mi abundante melena ondulada. Mi piel bronceada desentona con el blanco leche de Patrick, incluso nuestras manos se ven extrañas entrelazadas.

Desde cuándo he empezado a pensar estas cosas?

Además, que encajemos o no físicamente es lo de menos. Lo importante es qhe me quiera, trato de convencerme a mí misma. Y, más importante, que le quiera yo. Me doy cuenta de que le estoy dando tantas vueltas a mi relación con Patrick solo porque el imbécil de Noah me ha dado cuatro besos.

Bueno, para ser justos, yo no me he quedado corta.

Reprimo un gemido de frustración al pensar eso.

- Creo que deberíamos dejar venir a tu madre con nosotros a la pastelería, cariño- está diciendo Patrick. Conecto el cerebro justo a tiempo y frunzo el ceño como respuesta. Oír hablar de probar tartas para la boda ahora me produce pánico 

AgujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora