Chocolate over coffee

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Si pudiera me ahogaría en la taza de café que he pedido mientras llega Valentina. Ni siquiera me gusta el café. Y menos negro, pero necesitaba sentirme adulta desesperadamente. No iba a bebérmelo
Genial, ni siquiera iba a desayunar. Había salido aquel día de casa sin haber comido nada dos horas antes de lo que la hermana del gran error de mi adolescencia había garabateado en el papel que le dio a mi prometido cuando estaba en el hospital. Ver otra vez a Valentina significa admitir que Noah sigue vivo y que no lo he soñado. Y si tenemos en cuenta los últimos sucesos (crisis de ansiedad y ataque de asma incluidos) no creo que pueda afrontarlo.

- Pe e erre ...fecto- murmuro mientras vacío otro sobrecito de azúcar en la taza- Veintiún años siendo hija de un militar y no se te ha pegado nad...
- Anna!- Valentina me sonríe desde la puerta del bar y corre a sentarse en la silla que queda libre- No estaba segura de si saldrías de allí, joder, estás bien- empieza a gritar provocando que todos los demás clientes se giren para mirarla.
- Sí...- murmuro haciéndole gestos para que baje la voz- Solo fue una crisis de ansiedad.
- Normal, joder- levanta la mano con toda naturalidad para llamar la atención del camarero como si en lugar de tener diecisiete años me doblara la edad- Yo casi la palmo cuando se presentó en casa el otro día- se sopló el largo flequillo negro- Un colacao, por favor- sonríe al hombre mayor que la ha atendido.
- Tampoco sabías que él...- empiezo a decir en voz muy baja, alguien me ha sacado todo el aire de los pulmones. No tengo fuerzas para hablar de Noah.
- Sabía lo mismo que tú- niega con la cabeza- pero no ha querido explicarme nada.
- Cómo?- levanto la cabeza cuando le traen su colacao y no puedo evitar querer robárselo. Miro asqueada mi café. Mi intento de parecer adulta ha fracasada estrepitosamente: ella parece ser mucho más mayor que yo por cómo se mueve aun teniendo leche con chocolate en su taza.

- Bueno, se presenta el tío hace unos días en casa, vale? Así, en plan como si no hubiera estado.muerto para todos durante cinco años- empieza a explicar excitadamente. Le brillan los ojos que comparte con su hermano y no puedo evitar sonreír- Y me dice el gilipollas; "Eh, Valen, cómo has cambiado"-le imita poniendo la voz del Padrino y reprimo una carcajada. Valentina Verti fue siempre la más viva de los tres, la más parecida a Margo, su madre. La única que no desarrolló un amor incondicional por las agujas y la coca, me digo para mis adentros mientras ella continúa su monólogo- Osea, que básicamente me dice que no va a explicarme dónde ha estado ni nada, vale? Y pretende que le reciba echándole flores solo porque me ha prometido que me iba a sacar de casa y me iba a comprar un chalet para mí sola. Que ya ves tú para qué me hace falta a mí el chalet. Para mí sola, encima. No, lo que yo quería era una explicación, y el tío erre que erre con que había estado viendo mundo- chasquea la lengua en señal de exasperación- Se cree que nací ayer, sabes? Y entonces le digo, si tienes tanto dinero como para comprarme un chalet, págame los estudios, no?- alza solo una ceja, como Marco le enseñó a hacer y se detiene para darle un sorbo al colacao. Mi estómago es una bayeta retorcida.
- Te dijo de dónde había sacado tanto dinero?- pregunto sin rodeos. Ambas sabemos en lo que puede estar metido. Valentina me mira, por primera vez desde que ha llegado, con miedo.
- No. Y por eso me asusté tanto. Bueno, ya sabes, desde que Marco... No está, yo he estado cuidando niños y esas cosas, pero me daba para el alquiler y punto- dice bajando el volumen al mencionar al mediano de los Verti. Se me forma un nudo en la garganta imposible de tragar.
- Ha preguntado por Marco? -casi susurro. Valentina ha heredado el carácter de su madre, por eso apenas le tiembla la voz cuando me cuenta el resto.
- Sí, por eso te llamé ayer. Se le fue de las manos. Preguntó si Marco aún vivía allí, y le dije que Marco no vivía. Y punto- deja caer la cucharilla con fuerza contra el platito de cerámica y tensa la mandíbula. Suelto todo el aire que había estado reteniendo.
- Guau, Valen, no creo que fuera la manera de decirlo- junto mis manos por encima de la mesa y recibo una gélida mirada desde el otro lado.
- Si quiere delicadeza que se compre un paquete de compresas, no te jode. Su hermano ha muerto y el muy gilipollas hablándome de chalets y mierdas- respira hondo un par de veces. Yo no respondo. Aparte de la más optimista, Valentina es la más explosiva. La adolescencia solo lo intensifica, por eso la dejo terminar.
- Por eso quería que vinieras. No sabía... No tengo a nadie- me dice despacio, cargando cada palabra de significado. No le da miedo hablar claro, otra cualidad que comparte con su hermano mayor. Pero no pretende darme pena con lo que dice- Ayer te llamé porque empezó a destrozar todo y alguien iba a llamar a la poli. Y lo último que necesitaba era que alguien se enterara de que estaba viviendo sola teniendo diecisiete años.
- Ya.
- Pero creo que Noah se ha metido en una mierda de las grandes, Anna.
- Y qué quieres que haga yo?- mi voz adquiere cierto tono de súplica. No quiero tener nada que ver con los negocios de Noah otra vez.
- Hablar con él.
- No sé por qué piensas que va a escucharme.
- Eres tú, Anna. A pesar de todo sigues siendo tú para él. A ver de qué si no iba a parar en pleno ataque de Hulk para mirarte- me sonríe de lado y enrojezco violentamente por sus palabras. Cierro los ojos y dejo escapar un largo suspiro, sin creerme lo que estoy a punto de decir.
- Vale. Hablo con él. Pero si me echa a patadas, no intentaré ir detrás, Valen- amenazo apuntándola con el dedo mientras ella suelta un gritito de satisfacción.
- No te va a echar. Ayy- se levanta para cubrirme de besos- eres la mejor cuñada del mundo entero- sonríe y vuelve a sentarse, tomándome la mano izquierda.
- Exagerada- río apretándole la muñeca. Veo cóml su sonrisa se borra gradualmente.
- Estás casada?- pregunta a media voz, rozando mi anillo de pedida. Aparto la mano inmediatamente.
- Eh? No. Prometida. Me caso en un mes, en realidad- respondo colocándome el pelo detrás de las orejas. Valentina parece anonadada.
- Qué pasa?
- Eres- me mira sin comprender- muy, muy, joven.
- Ah- digo, noto que las orejas me arden.
- Estás embarazada?- inquiere a bocajarro.
- No!-grito. El camarero se da la vuelta y me mira con mala cara.
- Entonces?- junta las cejas.
- Es... Bueno, surgió, no sé...
Valentina me mira recelosa y yo me siento estúpida por tener que darle explicaciones sobre mi boda a una adolescente de diecisiete años. Una adolescente que, por otra parte, me saca diez años a nivel de madurez emocional.
- Es muy bueno, Valen- digo finalmente- Sé que te caería bien. Tienes que conocerle.
- Bueno- esboza media sonrisa, pareciendo la niña que es por un momento- Parecerá una gilipollez de niños... Pero siempre pensé que acabarías casándote con Noah- replica, y por su tono de voz, sé que es sincera. Sus palabras vuelven a clavarme los cristales que cubrían la habitación de Marco en los pulmones. Bajo la mirada hacie mi café intacto. Y yo, Valentina.

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