Su problema... es que no eres tú (Grintson)

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La pareja más exclusiva de Londres. La que todo el mundo esperaba. Tenían un secreto que casi todos conocían, pero que nadie afirmaba. Rupert caminaba por las calles de Londres, intentando disimular y hacer como que no veía a los paparazi, tapado con su capucha de la cazadora. Necesitaba explicarle todo, y decirle lo que pasaba, contarle lo que realmente había sucedido. Aunque ella no le abriría la puerta, estaba seguro. Pero sería capaz incluso de tirarla. Aunque conservaba la llave que le había dado. Y era su oportunidad.

Llegó al edificio, y subió a la tercera planta. Se acercó a la puerta de su casa y entró. Miró con cuidado, buscándola con su mirada. Parecía que no estaba, hasta que escuchó su voz.

-¿Quién está ahí? ¿Hola?

Rupert tragó saliva, y se adentró. Fue hasta aquella habitación donde habían dormido tantas veces. Recordó rápidamente la primera vez que ella le había invitado a dormir allí, después de una fiesta de fin de grabación. Pero después, se había convertido en su nido de amor. La pequeña puerta del baño en su dormitorio estaba abierta. Entró, y escuchó el sonido de la ducha, y mirando en la cabina, nadie estaba allí. Suspiró... Pensó que quizás, incluso había soñado escuchar su voz, su dolor en los últimos días había ido a más. La echaba de menos, sin duda. Se giró lentamente, suspirando, sin ver a Emma con una sartén en la mano, y empezaron los dos a gritar. Se quitó la capucha de su abrigo, antes de que le atizara.

-¡¡Emma!! ¡Por Dios, baja eso! ¡Soy yo, Rupert!

-¿¿Qué demonios haces aquí?? ¿¡Cómo has entrado!? ¡Me has dado un susto de muerte!

-Claro, y tú a mi no, ¿verdad? Entré con mis llaves... ¿A dónde vas con esa sartén, loca?

El pelirrojo quería sonreír, pero el ceño fruncido de Emma le indicaba seriedad y que no era momento de bromas. La chica, tapada solo con una toalla, y el cabello recogido, estaba aún muy enfadada. Lo último que quería era verle, después de todo lo sucedido hacía casi un mes.

-Sabes que no quiero verte... ¿qué haces aquí?

-Emma... sólo quiero disculparme

-¿Ah sí? No me digas... creo que ya lo habías intentado y te dije que no quiero escucharte

-Pero Emma...

-No, Rupert. Estoy harta. Llevo años guardando lo nuestro, para que ahora te dediques a buscarte 'amiguitas' en público...

-Estás dolida

-¿¿Cómo quieres que esté?? Sabes como yo lo difícil que fue siempre distraer a los periodistas, y ahora te dedicas a las grandes fiestas en Las Vegas, ¡sin invitarme y sin nada! Y lo peor de todo... ¡liándote con cualquiera por ahí! Aunque sea en secreto, se supone que soy tu novia

Rupert bajó la mirada al suelo. De nuevo, se sentía como un miserable. ¿Porqué la habría invitado? Sin duda, su hermano le debía una, y lo estaba pagado caro.

-Emma... no hay nada. Te lo juro... ¿crees que te cambiaría por ella?

-No lo sé, dímelo tú. ¿Qué tiene Groome que consigue que la lleves a Las Vegas?

-Emma, Dios... no quiero otro numerito, no quiero otra pelea. Ya sabes que mi hermano me pidió que la llevase. Es una amiga y nada más

-¿Pues sabes qué? Yo soy también tu amiga, y además, la chica a la que le prometiste tu amor un millón de veces... pero esto ya está muy lejos de nosotros

Emma quería llorar. Se sentó en la cama, guardándose sus lágrimas. Pero ya tenía experiencia guardando cosas. Desde hacía años, estaba saliendo en secreto con Rupert. Para ella había sido muy difícil no poder salir de la mano con él, o besarse, o simplemente, darle muestras de cariño que cualquier otra pareja normal podría. Ella tenía que mantenerlo en secreto, ocultar su amor en simplemente una amistad. Pero ahora que toda la Saga había terminado, se sentía libre de pasear con su pelirrojo, besarse en público, ir de compras... pero él lo había destrozado todo. Justo cuando estaban a punto de declararlo oficial. Por querer celebrar su cumpleaños a lo grande. En Las Vegas. Y con Georgia Groome. Rupert se arrodilló frente a ella, quería mirarla a los ojos y jurarle de nuevo que su corazón solo le correspondía a ella.

-Emma... te quiero, y lo sabes. Sabes que no tiraría todos estos años, por una simple fiesta...

-Entonces... ¿por qué lo hiciste?

-Porque... porque era mi cumpleaños, y tú estabas grabando la película de Marilyn. No podía estar contigo... y decidí celebrarlo en Las Vegas. Sabes que siempre quise ir... y pensé que sería una buena oportunidad... si hubieses estado conmigo, habríamos estado en casa, viendo una película o incluso cocinando... cualquier cosa, con tal de estar contigo

-¿Me estás culpando?

-¡Por supuesto que no, amor! Es solo... que no quería celebrarlo con nadie más que tú... pero pensé que no te importaría que fuese así...

-Rupert... sabes que yo... me dolió. Mucho. Tener que enterarme por los periódicos lo que habías hecho...

-De verdad que lo siento. Y siento haber sido tan irresponsable... pero te juro, que te compensaré

-¿Ah sí?

-Por supuesto. Tengo toda una vida para hacerte entender que te quiero sólo a ti...

-Demuéstralo...

Ella esperaba un beso. Un abrazo. Algo. Pero Rupert simplemente la sorprendió.

-¿Recuerdas... durante la tercera película, cuando en tu camerino aparecían flores sin explicación?

-¿Cómo... cómo sabes tú eso? Solo se lo había contado a Bonnie...

-¿Pero tú quién crees que te dejaba esas flores todos los días?

-¿Eras tú?

-¡Claro! Pero cuando vi que no te dabas cuenta, pasé a invitarte a caramelos directamente

-Después fue cuando...

-...Empezamos a salir juntos, si

Emma dudó aún un poco. ¿Sería verdad que Groome no era nadie para él, sólo una amiga? ¿Y si realmente su hermano le había pedido que la invitase? Rupert reconoció ese gesto de duda en su rostro, y no le dio opción a más.

-Ven aquí...

Sonando lo más sensual posible, agarró suavemente el final de la toalla, y sujetó a Emma. Ella no opuso resistencia. Llevaba casi un mes sin besarle, sin abrazarle, solo escuchando súplicas... pero ya no aguantaba más. No era posible resistirse al pelirrojo. Olvidó sus penas, su enfado, tan solo siguió su instinto y lo que sabía que tenía que hacer. ¿Cuándo le había mentido Rupert? Nunca. Y eso valía más que nada en esos momentos, más que cualquier foto o cualquier periódico. Pasó sus brazos por su cuello, y le besó. Con todas las ganas retenidas durante un mes. Rupert comenzó a rodearla, acercándola más y más a su cuerpo. Sus bocas peleaban por ganar más territorio, y se abrazaban cada vez más fuerte. De pronto Emma, se paró en seco. Miró a Rupert, y una sonrisa atravesó su cara.

-¿Qué pasa?

-Estoy pensando... que tengo que terminar de ducharme...

-¿Y?

-Bueno... no sé si querrías acompañarme...

Emma se alejó, riendo descaradamente, desatando lentamente su toalla, pero sin enseñar nada... por el momento. Rupert se estaba quedando atontado con su chica, cuando esta se metió en el baño.

-¡Rupert! ¿Vienes o no?

Poco tiempo le faltó al chico para sacarse toda la ropa y meterse en la ducha con su novia, su amiga, su confidente, su todo. Porque, aunque no eran Ron y Hermione, sus reconciliaciones eran posiblemente las mejores. Mucho mejores. 


Lemmon parade: Ron and Hermione's loves storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora