Perdida

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                Caminaba lentamente bajo el Sol de Londres. Con su modesto sombrero y su libro, se dirigía hacia su parque favorito a leer el libro que había comenzado el día anterior. Era verano, el tiempo era inmejorable, y adoraba quedarse un sábado cualquiera sentada en aquél banco del parque, junto al pequeño estanco y el puesto de bebidas.

Hermione era una chica sencilla, su vida era tranquila y pacífica. Su gran pasión era leer, novelas y cualquier tipo de historias que consiguiesen transportarla a otro país. En sus manos, el libro de 'Frankenstein', el cual empezaba a gustarle más y más. Caminaba observando las hojas de los árboles, totalmente encantada con el perfume del aire veraniego. Al divisar su banco favorito, se acomodó, y comenzó a leer. Tras unos minutos, estaba totalmente enfrascada en su lectura, leyendo y devorando las palabras. Tan solo pestañeaba de vez en cuando, y levantaba la vista del libro para observar que frente a ella, un enorme árbol daba sombra y daba comienzo al agua del lago.

Hermione siguió leyendo durante bastante rato hasta que algo la desconcentró. Empezó a escuchar una mezcla de risas, llanto y unos gritos de protesta. Alarmada, pues eran voces infantiles, se levantó del banco, dejando allí su libro y su sombrero. Empezó a buscar de donde provenían los sonidos, hasta que vio, a lo lejos, detrás de uno de los grandes árboles, a una pequeña pelirroja llorando, que tendría sobre unos cinco años, y un grupo de niños de ocho, riéndose y tirándole del pelo. Empezó a correr, furiosa. Se acercó a los niños, y a dos de ellos, los que estaban tirándole del pelo a la pequeña pelirroja, los agarró por las orejas fuertemente. Cuando los apartó, cogió en brazos a la pobre criatura, que aún lloraba y que se abrazó a ella sin pensarlo.

-¿¿Pero se puede saber qué clase de mini mafiosos sois vosotros?? ¿¡Acaso vuestros padres nunca os han dicho que no se puede pegar a alguien más pequeño que vosotros!? ¿¿Donde están vuestros padres??

Los muchachos, enrojecieron al instante. No se atrevían a mirar a la enfadada Hermione, que acariciaba la espalda de la pequeña. Esperó unos minutos a que alguno de ellos dijese algo, pero al no obtener respuesta, decidió asustarlos.

-Está bien. Venís conmigo, e iremos al cuartel de policía a que busquen a vuestros padr...

-¡NO!

Los tres niños gritaron al mismo tiempo, realmente asustados. Hermione sonrió en su interior. Empezó a caminar detrás de los niños, que se dirigían hacia el otro extremo del parque, donde había un grupo de adultos conversando. Al ver llegar a los niños, se levantaron.

-¿Que ocurre aquí? ¿Niños?

-Disculpe, señora. ¿Son los padres de estos críos?

-Sí. ¿Quién es usted?

-Me llamo Hermione Granger. Estaba al otro lado del parque, cuando vi que estos niños estaban metiéndose con esta niña

-Pero... ¿como? ¿Tiene pruebas? Mi niño es un chico muy bueno, y no creo que...

-Señora, ¡le estoy diciendo que les he visto tirándole del pelo a la pequeña de muy mala manera!

La señora, insultada, no dijo nada más y se llevó a los niños. Hermione, muerta del asco con esa madre tan irresponsable, se fue con la pelirroja aún en sus brazos. Se sentó en uno de los bancos más cercanos, y sentó a la pequeña en sus rodillas.

-Hey, pequeña... ya pasó todo. No te preocupes, esos niños no te harán daño...

A pesar de su sonrisa, la pequeña parecía aún asustada de la mujer que acababa de ayudarla.

Lemmon parade: Ron and Hermione's loves storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora