El Nido (+15)

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               Ron esperaba pacientemente. Sabía que cuanto más nervioso se pusiera, peor sería para todos. Pero no podía evitarlo. No quería sonar enfermizo, pero había evitado esa situación durante mucho tiempo... pero eso se terminaría esa noche.

Ese diecinueve de septiembre sería especial. Era el cumple de Hermione y lo celebrarían juntos, después de muchos intentos. Los padres de Hermione habían preparado una fiesta, de la que ella, aunque agradecida, no deseaba asistir. La noche anterior había hablado con Ron por teléfono, intentando solucionar el problema.

-Es que no me apetece aguantar esas tonterías, Ron

-Hermione, cariño... sabes que tus padres lo hacen con todo el cariño del mundo

-Lo sé, y se lo agradezco... pero tengo veintiún años, mañana cumplo veintidós. Creo que es hora de yo celebre mis cumpleaños a mi manera, ¿no?

-Supongo...

-Es que... no quiero tener que aguantar a mi tía Jessica y a la insoportable de mi prima

-Escúchame: ¿y si te acompaño y después de la fiesta, vamos al Nido?

-¿Al Nido? ¿Pero ya está terminado?

-¿Qué? ¿El Nido? No, no sé de qué me hablas...

-¡Oh Dios! ¡El Nido está terminado!

-Ehm... bueno... esto... iba a ser una sorpresa...

-¡Oh Dios mío, Ron! ¡Te amo, te amo, te amo! ¿Ya está terminado? ¿¿De verdad??

-Sí. Pero no podrás verlo hasta mañana...

-No sé si aguantaré

-Te prepararé una sorpresa, ¿vale?

-Vale... oh, ¡ espera un segundo! Ron, me tengo que ir. Mis padres me reclaman para... preguntarme de qué quiero la tarta

-Ánimo, cariño

-Te quiero Ron

-Y yo a ti. Buenas noches...

-Buenas noches

El Nido. Su Nido. La casa que habían comenzado a construir hacía un año y medio. Su hogar. Por fin estaba terminado. Y ese sería su regalo para Hermione. Pero a Ron no le preocupaba llevar a Hermione al Nido. Le preocupaba no poder controlarse. Y es que, desde que salían juntos, hacía ya casi seis años, Ron intentaba controlarse, no dejarse llevar por lo que sentía. Nunca había hablado con Hermione sobre sus 'necesidades', pero tampoco creía que ella fuese a tomarlo muy bien. Por eso, cada vez que notaba que los besos, los abrazos y las caricias lo llevaban muy lejos, intentaba poner freno, o al menos, esperaba que Hermione lo hiciese. Pero ese día, presentía que ocurriría: podría confesarle a la chica que amaba, lo que le sucedía, dejaría caer esa carga tan pesada y quizás, ella le comprendería. Pero esa noche, le ofrecería una sorpresa que les cambiaría la vida.

El día diecinueve, por la mañana, Ron se despertó muy temprano, y comenzó a mover algunas de sus cosas al Nido. Tanto sus hermanos como su madre, le ayudaron a llevarlas, y a empezar a completar su nuevo hogar. Mientras su madre se ocupaba de ordenar la cocina y el baño, él se reservó su dormitorio y el gran salón. Molly, al terminar su trabajo, decidió irse de nuevo a La Madriguera. Para Ron, era muy importante que todo estuviera perfecto: era la sorpresa de Hermione, y tenía que ser perfecto... como ella. Preparó la cama del dormitorio, puso en una mesa las fotos que tenía con ella, puso floreros, estanterías, libros, mantas, cortinas, ropa... dejando sitio para el espacio de la morena. Al bajar al salón, continuó preparando la estancia: puso manteles, cojines en los sofás que habían llegado días atrás, velas en la mesa de cristal, más fotos en el alféizar de la hermosa chimenea de piedra, más floreros, algunos cuadros, condecoraciones de la chica... todo, para crear su hogar. Un hogar, que habían empezado juntos, con mucho cariño, esfuerzo e ilusión. Su hogar, que ya estaba listo para vivir: pintado, decorado y amueblado. Y desde hacía semanas, era la sorpresa que Ron le había preparado a su castaña, pero también, tenía otra en mente...

Lemmon parade: Ron and Hermione's loves storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora