Capitulo 8: Definitivamente hay que repetirlo

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Narra Skyler:

Podía sentir el roce de su pecho contra el mio como pequeños espasmos de fuego que corrían entre nuestra piel, atrayéndome mas hacia el. Queriendo mas de él. Necesitado mas de él.

Mientras me besaba, sus manos, que habían estado pasadas sobre mi cadera, se movieron lentamente hasta cerrarse en mi espalda. Pero no pararon allí. Una subió por ella hasta llegar a las puntas de mi melena, y fue escalando, enredándose en mi cabello, en los rizos desechos, hasta tirar suavementede del en un movimiento mas excitante que doloroso, inclinando mi cabeza hacia atrás.

Su boca abandono la mía, rozando la comisura de mis labios y haciéndome desear probar mas partes de él. Siguió el camino de la línea de mi mandíbula hacia arriba, dejando besos húmedos hasta el lóbulo de mi oreja.

Llegados a ese punto mis piernas eran pura gelatina.

Gemi y apreté con fuerza mis dedos en su cuello cuando su boca volvió a emprender un nuevo camino por el mio, deslizándose suavemente hasta la curvatura que se unía con mi hombro. Mis sentidos su nublaron y perdí la razón cuando sus dientes se clavaron con gentileza en él.

-Suficiente- suspire entre bocanadas de aire agitado, tomando su rostro entre mis manos y obligándole a volver a besaarme.

Lleve de nuevo la iniciativa del beso, devorandole con cada movimiento, deseándole con cada parte de mi ser. Era tan placentero como dolorosos la forma en la que mi deseo se estaba extendiendo.

Bajo sus manos hasta mi trasero y yo de un brinco para envolver mis piernas en su cadera. Comenzó a subir las escaleras, llegamos a mi cuarto y baje mis piernas para que mis pies tocaran el piso.

Empujándonos a ambos comencé a guiarle hacia la cama, hasta que sus rodillas llegaron contra ella y cayo sentado, rompiendo el beso.

Pero eso no duro mas que un par de segundos.

Me incline hacia él, de nuevo enredando mis brazos al rededor de su cuello, y subí sobre el y la cama, pasando mis piernas a ambos lados de su cuerpo. Aunque aun traía la ropa, eso no impidió que lo sintiera contra mi.

Él me estaba deseando tanto como yo a el.

Hundí mis manos profundo dentro de su cabello, dejando que los mechones castaños me hicieran cosquillas entre los dedos, escapándose de ellos con cada pequeño movimiento de su cabeza.

Comencé a quitarle la camisa. Ya esta fuera de su cuerpo, baje mis manos hasta el cinturón de pantalón y se lo desabroche junto con sus pantalones. Trate de quitárselos, pero no pude, a causa de eso nos reímos en medio del beso, luego se los quito él.

Cuando se los quito volvió a besarme, entonces Santiago tomó impulso y se levanto, llevándome consigo, sin dejar de besarme. Cambio posiciones, volviendo a caer sobre la cama muy lentamente, esta vez siendo mi espalda la primera en tocar la colcha. Comenzó acariciar mi estomago para luego quitarme la blusa, después pude ver como me miraba con deseo, luego, no se como, pero me quito la falda sin romper el beso, dejándonos solo en ropa interior.

Sus manos volvieron a tomar posición de mi cuerpo, esta vez con mas descaro. Una de ellas se paro en la curva de mi espalda cuando arque esta, mientras la otra acaricio mi ombligo y subio lentamente hacia el broche de mi sostén para desabrocharlo y quitarmelo. Sus manos subían y bajaban hasta mis bragas para deslizar las por mis piernas lenta y suavemente.

Al quitarme las, lo empuje porque yo quería tener el control, así que, me levante y nos volteé, para yo quede encima de el.

Seguimos con ese juego de caricias por un tiempo indefinido. No podía asegurar si fueron minutos o tal vez segundos. Cada momento pasado con él era como una droga que embotaba y afioraba mis sentidos.

El largo beso del adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora