Confusión

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Comencé a mirar a todos lados. Me sentía bien de que Gisela no estaba con ella pero tenia miedo de encontrarme con Teresa. La llovizna hizo que toda gente se vaya y el lugar estaba casi desierto. No tenia a quien pedir ayuda. Comencé a correr para volver a la casa de Esteban, pero para mi mala suerte vi a uno de esos dos hombres que quisieron lastimarme. El miedo me paralizo y ese degenerado me vio. Comenzó a correrme y me alcanzó. Me agarró de cuello y me tiró contra la pared de una tienda. Ese hombre tenia muchísima fuerza. Me volvió a agarrar del cuello con una sola mano y comenzó a golpear mi cabeza contra la pared. Los golpes me dejaron mareada y con la vista borrosa.

- ¡Zorra! Por tu culpa mi amigo esta muy grave en el hospital. ¡Me las vas a pagar!

- ¡Déjala ahora mismo! - gritó alguien cuando ese hombre comenzó a ahorcarme. Era él, sabia que me iba a salvar como esa vez.

- Si no queres salir lastimado tu también te sugiero que no te metas. Te quedo clar...

- No, no me quedo claro. ¡La sueltas ya pedazo de animal!

- ¿Animal yo?- gritó el hombre soltando mi cuello - Sabía que ibas a volver a aparecer. ¿Ahora te pones ropa como nosotros para asesinar a las personas, bestia? Estás algo cambiado pero sé que eres tu. Y ahora que estas acá también vas a pagar lo que le hiciste a mi amigo.

- No se de que hablas.

Ellos comenzaron a pelear y como si nada noqueó a ese hombre horrible. Él se acerco y me alzó. Mis ojos se cerraban del dolor que sentía por esos golpes que me hicieron sangrar.

Me salvó otra vez. Junté fuerza y abrí los ojos, quería mirarlo y agradecerle. Pero al hacerlo me quedé helada. ¡Era ese chico Leonardo!

- ¡Que molestia! - dijo él caminando conmigo en sus brazos.

- ¿Leonardo?

- No te di permiso para que digas mi nombre, no me gusta escucharlo en boca de personas pobres.

Ese chico era muy engreído.

- Si tanto te molestó salvarme, no lo hubieras hecho.

- ¡Soy un caballero!
Y aunque no parezca eres una mujer, y no me gusta ver que un hombre golpee a una mujer, aunque ésta no sea una dama.

Me bajé de sus brazos enojada - ¡No necesito tu ayuda! Y si no soy una dama eso no te importa. - comencé a caminar muy rápido intentando dejarlo atrás, pero me tambaleaba porque seguía mareada.

- ¿Tanto te cuesta simplemente dar las gracias por haberte salvado?

Me enojé y me volteé

- ¿Tanto te cuesta ser mas cortés conmigo?

-  No puedo creerlo, ¿Porqué me comportaría con cortesía con alguien como tu, pobretona?

- Porque sino no serias un caballero. Y si, soy pobre pero ¡Se respetar a las personas! - estaba agarrando mis brazos y temblando del frío.

Él se acercó y se sacó su abrigo para ponermelo.

- No lo necesito - dije mirando para abajo

MISTERIO EN LAS PROFUNDIDADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora