Gran fiesta - Parte tres

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El joven tomo mi mano y la junto a la suya. Puso su otra mano en mi cintura y me acercó a él.
Estando demasiado cerca comenzó a explicarme como debía mover mis pies. Mientras él hablaba me sentía muy observada, demasiado. Era incómodo.
Me ponía tan nerviosa que no podía prestar atención.

- Bueno. Ahora hay que ponerlo en practica. ¿Empezamos? - preguntó él muy entusiasta.

- Es que no creo que me salga. Solo te haría pasar vergüenza.

- Por mi no te preocupes. A la cuenta de tres empezamos.

En el primer intento terminé pisándole varias veces el pie.

- Oh, lo lamento... Es que no me guío... - dije mirando hacia abajo avergonzada.

Él se acercó mas a mi y con una suave voz me dijo
- Yo seré a ser tu guía, mi dulce tomatito.

Su voz era demasiado preciosa. Me sonrojaba de solo escucharla.

Lo intentamos unas dos veces mas y por fin conseguí hacerlo bien. No perfecto, pero al menos no lo hacia tan mal como la primera vez.

Estábamos muy entretenidos bailando y me estaba divirtiendo, pero en un momento él paró de bailar.

- ¿Acaso ese joven que no deja de mirar es tu novio? - preguntó.

- ¿Qué? ¿Quién?- pregunté y me volteé para ver de quien se trataba.

El chico que miraba se acercó y se inclinó levemente extendiendo su mano para invitarme a bailar.

El chico que miraba se acercó y se inclinó levemente extendiendo su mano para invitarme a bailar

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Miré al joven con el que estaba bailando y él me dijo.

- Fue un placer bailar contigo, mi dulce tomatito. Mi nombre es Benjamín. Te dejo para que bailes con él, se ve que está ansioso. - y muy bajo agregó - No despegó la mirada de ti ni por un segundo...

Benjamín se retiró y yo me volteé para mirar al chico que me invitó a bailar.

Oh, ¿como no pude notarlo? Es Leo. Su hermoso olor es inconfundible. Dije que no quería volver a verlo pero... Con ese antifaz casi no puedo ver su rostro así que... No estaría mal si acepto bailar con él. ¡oh! ¿A quién engaño? La verdad es que me encantaría bailar con él.

Comenzamos a bailar y él no decía ni una sola palabra. Era raro. Normalmente hablaba mucho.

- Creo que me debes una disculpa - dije mientras bailabamos. Pero él no contestaba. Lo que comenzó a molestarme. - ¿No vas a decirme nada? Te estoy hablando...
Bueno, No importa. Siempre haces eso. Siempre haces que me enoje y... Es mejor que no hables. Siempre que lo haces dices cosas estúpidas y sin sentido.

MISTERIO EN LAS PROFUNDIDADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora