16. Mañana

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Me desperté como si hubiera despertado del infierno. No sabia que había pasado. De echó no tenia ni puta idea de por que me despertaba de esas maneras. Estaba angustiada, empapada en mi propio sudor, mire el reloj. Las nueve y media pasadas. La luz viva del sol entraba por mis ventanas e iluminaban la estancia. Drako dormía plácidamente a mi lado. Me levante despacio y me di una ducha rápida, que me despejó del todo y me dejó como nueva.
Ya lo recordaba. La noche anterior. Anoche. Vino él. Vino s ni casa y me echo un polvo de esos de los que quieres mas. De los que te demuestras muchas cosas, de los que quieres y necesitas repetir sin parar. Me acuerdo de sus gemidos. Eran desesperados, como atormentados. No fue el típico folleteo suave y dulce, no, que va, fue bestial, fue brutal, carnoso, húmedo y glorioso.

Me encamine hacia la cocina donde encima de la encimera hacia café recién echo y una nota de Carmen:

Menudo polvazo anoche eh! Como te daba duro el tipillo ese que vino. No sabia que tenías putos a domicilio, a ver si me llamas uno a mi también, joder, desgraciada, que no compartes. Me voy, te dejo café para que recuperes fuerzas.
PD:Eres muuuu' guaaaarrillaaa!"

Típico de ella, ¿no? La diosa que llevaba dentro se descojonaba de risa, lo que también me hizo sonreír.
De esa manera empezaba mi mañana de sábado. Menos mal que no madrugaba, ventajas de haber estudiado y haberse sacado la carrera. Trabajo fijo, puesto con posibilidad de ascenso y un sueldo mes a mes que me bastaba para todo. Bueno tampoco para todo. Cierto era que había veces que ni llegaba a fin de mes y no diré por culpa de quien, a menos que me tiréis de la lengua.

El café olía tan bien, que me bebí dos tazas. Y sabia como el cielo. Me senté encima de la encimera de la cocina mientras veía la tele del salón, fumandome un cigarro. Que remanso de paz y tranquilidad. Hasta que veo que Drako me trajo mi teléfono en su boca, baboseado y vibrando. Que cosas tiene este perro, pensé. Lo cogí y lo limpie mayormente bien en la medida de lo que cabía. Drako parecía como que me sonreía por ser tan buen perro y se lo pasada bomba el tío. Mire el teléfono y lo examine a fondo, para que no quedaran rastros de sus babas, menos mal que tenia funda.
Tenia un mensaje, un mensaje de el.

*Srta. Lopez, me gustaría que me enseñara la ciudad, si puede ser y después la invitar e a comer, si le parece bien, claro esta.*

Tarde como mínimo unos cinco minutos en decidir si contestar o no. Pensaba despacio. Como diría mi padre 'se me a saturado el Windows' y cierto era por que después de todo no sabia en que pensar. Tenia mucho trabajo, pensaba en Santiago y divorcio, necesitaba ayudarle, ha sido una parte importante de mi vida y no le dejaría tirado y después esto.. El. Que se presenta de repente en mi vida. No era entendible la verdad.

Cagüenlalecheagría.

Tenia ganas de volverlo a ver. Yo no soy de amores. Para nada. No soy una 'barbie' que cree que encontrara a su príncipe azul ni nada por el estilo. Soy mas bien lo contrario. Si un chico me gustaba pues nos veíamos, retozabamos y si eso repetiamos. Pero Eric era diferente. Tenia algo que me gusto desde el día del ascensor. Pobre. Todavía me acuerdo de como lo trate. Dios, que vergüenza. El chiquillo intentando ayudarme y yo echa una furia con cara de muerta viviente escupiéndole insultos y gritos como espumarajos por la boca. Vergonzoso. Sinceramente.
En su mirada se adivina algo oscuro y peligroso pero a la vez que eso se veía algo sensible, algo sensual que la verdad es que me volvía loca. Por no hablar de que era un adonis caído del cielo, con su pelo rubio oscuro revuelto y esos ojos azules grisáceos. Esa elegancia pero a la par dureza. Vamos resumiendo, que como se decía en Tarancón, 'se me hacia el chichi agua'.

*De acuerdo*

Casto y directamente al asunto. No me enrolle en escribir nada mas. Al instante volvió a vibrar mi teléfono.

*A las 11 te recojo, morena*

A raiz de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora