Me desperté de nuevo con aquel sonido infernal rebotando contra mis oídos y rompiendo mis tímpanos. Pip, pip, pip.
La sala seguía igual que antes, oscura; Y yo sola. Sola en una sala oscura. No se ni que hora es, ni que día es, ni siquiera se si alguien a venido a verme. No se nada. Me siento tonta y sola. Sola en una sala oscura. De repente se abre la puerta ligeramente y aparece una sombra. La sombra mas bonita que he visto desde que estoy aquí. Lleva algo en las manos. Pero me mira, tiene una sonrisa tímida. Cálida a decir verdad. Se acerca poco a poco y diviso en sus manos una pequeña bandeja con un bol de sopa humeante. Era el chico del ascensor.-No sabia que te habías despertado.- dice poniéndome la bandeja delante y sentándose a mi lado.- Deberías de comer algo, no has comido nada, y no sabia que traerte y personalmente te he echo yo mismo la sopa, por que aquí la comida esta mas que asquerosa.
Yo tonta y presa de la confusión. Termino callada. ¿Por que este hombre me trae comida, se preocupa? No lo entiendo. Hasta que por fin consigo recuperar el habla.
-Gracias, muchas gracias por.. Todo esto que estas haciendo por mi, es lo mas.. Generoso que ha echo nadie por mi.- Tengo ganas de llorar. Por lo menos tengo los ojos llorosos. Y no se por que. Le miro y me sonríe. Es bonito. Que te sonrían, como gesto de apoyo y ayuda. Es bonito lo que este hombre sin ni siquiera conocerme hace por mi.
-Tranquila, no es ninguna molestia, de echo ahora mismo estaría en una habitación de hotel echando cuentas, y esto es mucho mas agradable.-Me mira y sigue sonriendo. Sonreímos los dos como tontos.
-Oye... Siento haber sido tan borde y haberte dicho todo eso. Tu no tienes la culpa de nada. - digo mientras voy dando cucharadas a esa sopa tan deliciosa.
Se toca la barbilla y frota su barba de dos días. Mi mente vuelve a sus pensamientos no muy ortodoxos. Dios, que hombre. No me importaría que nos hubieran metido en la misma camilla a los dos. Mi mente se ensucia de pensamientos de puro placer. Esos ojos me miran divertidos, como si fueran los de un niño escondiendo un secreto. Ginebra, para, que no lo conoces de nada, chata. La odiosa conciencia que llevó dentro aparece en mi cabeza visualizada como una mujer de pelo largo ondulado, menudita, poniéndose sus gafas de media luna y mirando con reproche por encima de ellas.
-Tranquila, no pasa nada. Tu solo come y tranquilizate. Por cierto, tengo que irme..
-No, si, vete, osea quiero decir que tendrás cosas que hacer, no estar aquí pendiente de mi.
-Vale... Bueno, encantado y adiós.- Se fue y cerro la puerta tras de si.
-Si ni siquiera me ha dicho su nombre...
Mi magia se acaba de romper. Idiota. Solo piensa mi cabeza y mi conciencia personificada me mira con una cara de TE LO DIJE. Odio cuando hace eso.
Al día siguiente me dieron de alta, y la oficina me ofreció dos semanas de baja. Desde entonces no volví a verlo mas.
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A raiz de las sombras
RomanceGinebra, es secretaria. No es nadie importante para nadie. O eso pensaba ella, desde la muerte de su abuelo, ya no es como era antes. Eric, heredero de la gran fortuna del imperio de su padre. Un chulo por naturaleza. Creído, con razón. Su corazón e...