12.Fenomenos

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Aquel beso elevóme a los cielos, sentía tocar las nubes de algodón y podia sentir en mi rostro los dulces rayos del sol.

Aquella noche no se si fue el vino, pero algo en mi interior subió, sentí mis mejillas calientes y mi cabeza dando vueltas. A la mañana siguiente me desperté en una habitación. Una habitación que por cierto no era la mía. Lo primero que observe es que dormí completamente en ropa interior y una camiseta de hombre. Al desperezarme mire por todas partes por si divisaba algún rastro de ser humano por la zona, pero no había nadie.
Observe con cautela aquella estancia. Cama cómoda, cabecero de acabado en madera, unas cortinas aterciopeladas color burdeos y una lampara vintage que colgaba del techo. En frente mía una puerta entre cerrada y a mi derecha otra que al parecer daba a un pasillo.
Me dolía la cabeza de intentar recordar la noche anterior. ¿Tan borracha estaba? Lo cierto es que yo no suelo beber, pero cuando bebo por mínimo que sea me sentía como a los 17 en el pueblo; En un parque a las 5 de la mañana con tus amigas sujetandote el pelo para que pudieras vomitar a gusto. Pero esas ocasiones eran bestiales, por que no eran dos copitas de vino ni mucho menos era un botellón entero para nosotras.
Me levante de la cama cual loca esquizofrénica intentando buscar mi ropa por todas partes, entre en el baño y nada. Pero no me atrevía a cruzar aquel pasillo. Obvio ¿no? No sabia donde cojones estaba ni que coño me podía encontrar. Y perdonarme por mi labia tan soez y denigrante, pero en estos casos la gente se suele poner histérica, lo cual es totalmente normal y justificable. Portazo al canto y hostia flipante con el suelo frío y duro. Me levante de in respingo intentando tapar mi ropa interior. Lo que mas o menos se podía tapar, por que la camiseta no daba mas de si. Lo divise mirándome con una bandeja de desayuno en la mano. No podía aguantarse mas la risa y estallo en carcajadas a mandíbula batiente. Una sensación de ridiculez invadió mi cuerpo y sentía las mejillas palpitar de la vergüenza.

-¿Estas bien?.- me pregunto mientras calmaba su risa y dejaba la bandeja encima de la cama.

-¿A ti que te parece?.- dije frotándome la rodilla derecha afectada por el impacto.

Si la vida me diera a elegir si quedarme allí o que me tragase la tierra, elegiría sin duda la segunda. Aquella escena era realmente vergonzosa, por lo menos en mi caso. Para nadie es plato de buen gusto caerse y que otro se descojonara, pero en un arrebato de sinceridad diré que a mi también me hizo un poco de gracia. Por que eso de corretear semidesnuda, semivestida por una habitación cual cachorro asustadizo y luego caerse de bruces, tenia su gracia. Por no decir que su aroma a macho ibérico humeaba por el habitáculo me dejaba totalmente noqueada. Era un olor a hombre, a fresco y a feromonas masculinas. Todo un tentempie para el olfato femenino. Para suerte, el mio.
Llevaba unos pantalones vaqueros y una camiseta negra con cuello en barca. Todo un lujo para la que se permitiera observar tal monumento.

Se sentó en un borde de la cama y tendió la bandeja ante mi. Una bandeja exquisita, deliciosa y suculenta. Tostadas, mermelada, mantequilla, dos cafés, bacón y huevos. Estaba en el cielo. No le dio tiempo ni siquiera a articular palabra cuando yo ya iba lanzada a por la segunda tostada con mantequilla y mermelada. Unos golpecitos de nudillos nos llamo la atención desde el pasillo. Eric camino hacia la puerta en dirección pasillo con ligereza.
Desde lo que alcance a oír había venido una mujer. " Aquí tiene lo que me pidió, señor ". Después un ruido como si de una bolsa de papel se tratase. Por ultimo una puerta cerrándose. Al rato apareció ciertamente con una bolsa de papel en la mano y tendiendomela, me miraba con ojos deseosos. Esos ojos que desprendían lujuria. Sucia. Sucia lujuria. Cogi la bolsa y observe que en su interior esta un conjunto de ropa que no era el mio. Unos pantalones, una camiseta y un conjunto de lenceria intima.
Mis ojos se entornaron hacia el con aire preocupado. Confundido a decir verdad. No entendía ya nada. Necesitaba explicaciones. Pero ahora no. Ahora solo quería vestirme e irme a mi casa.

Me levante y camine hacia el baño. Cerré la puerta tras de mi y me puse manos a la obra. Lo primero una ducha. Si quería llegar bien a mi casa querría ducharme antes, asearme como es debido y tener pinta de haber descansado aunque no fuera así. Tendría que hacer algo con el pelo. No es lo mas bonito, pero una coleta siempre salva.
La ducha me callo como un santo del cielo. Pensé que era la mejor en años. Y con aquellas vistas aun mas. Su baño no era como el mio. Todo aquí era demasiado lujoso. Ducha de hidromasaje, una bañera con jacuzzi, azulejos azules de distintas tonalidades que adornaban y cubrían las paredes y el suelo, por ultimo la joya de la corona, un espejo. Un espejo enorme. Impecable. Era simplemente precioso. Ha esto precisamente me hace pensar en las clases sociales, unos que viven demasiado bien y otros que nos morimos de hambre. Era pecado tener todo aquello. O quizás no, por que también me da que pensar que hay gente que trabaja duro para conseguir todo eso. Así soy de ingenua.

Salí del lujoso baño, después de adecentarme lo mas posible y me encontré con su torneada figura masculina mirando al infinito desde la ventana. Me quede quieta mirándole. Se giro y nuestras miradas se cruzaron, se entrelazaron y son reímos tímidamente.

-Estas muy guapa.- en sus ojos podia adivinarse un pequeño brillo. Yo me limité a sonreír timidamente.

De repente todo se iba oscureciendo poco a poco hasta acabar en una oscuridad profundo. La verdad tenia miedo. Un miedo irracional a quedarme allí sola a oscuras. Gritaba, e intentaba caminar por la habitación pero aparentemente todo había cambiado de sitio. Eric ya no estaba. No entendía nada. Entonces en el suelo se empezó a abrir una grieta, y a su paso dejaba un profundo hoyo del que ya no podías salir. Tropecé con mi propio pie y caí. Aquella sensación de caer, me despertó, y me desperté en mi cama. Eran las nueve y media. Al mirar la hora en el teléfono, me percaté de las 10 llamas que tenia y los 7 mensajes que no había leído. Todos de el.

A raiz de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora