15. Así

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Mi cara se descompuso lentamente. No entendía nada. ¿Como puede ser que se haya enterado? Tampoco pregunte. Deje simplemente que se explicara. Todo a su debido tiempo.

-Angela y yo pasábamos por una mala racha. Solo había peleas en casa y gritos. Pensaba que tenia una amante. Yo llegaba tarde de trabajar y ella se molestaba por eso. Decía que nunca estaba con ella, pero yo solo intentaba trabajar mas horas para poder complacerla en sus caprichos. Ella gastaba el dinero y eso a mi me mosqueaba mucho. No llegábamos a fin de mes y todavía nos quedaban de pagar un montón de facturas. Sus padres nos dejaban dinero, nuestros amigos también, pero ella seguía gastando cada vez mas. Yo llegaba a casa aun mas tarde y me iba aun mas temprano para echar horas extras. En Suecia las cosas no son como aquí. Yo trabajaba en un fabrica.- el silencio se cernió entre nosotros. Relamio sus labios y recompuso su cuerpo.- Un día al llegar a casa, me esperaba despierta y tenia nuestras fotos en la mano. Tenia una caja con todos nuestros recuerdos y ella la encontró. Se lanzó sobre mi y me abofeteo hasta dejarme marcas, me tiro nuestro anillo de compromiso y me echo de casa. Me quede varios días en casa de unos amigos, esperando a que me dejara explicar todo aquello.- Suspiro hondo.- Pero no quería verme mas y por eso he vuelto.

Me quede paralizada, sin saber que decir. Me faltaba el aliento. Intentaba articular alguna palabra cuerda pero no me salían. El al ver mi cara, bajó la suya y miro sus manos. Levanto la cabeza y vi sus ojos envueltos en lágrimas.

-Me llamó degenerado, violador, pederasta.- un sollozo hondo y un suspiro hicieron que yo llorara también. - Me llamó infiel, putero, cabrón.- con aquello ultimo sentenció nuestra conversación.

Sollozamos juntos los dos abrazados. Intentaba consolarle pero no sabia como. Supongo que el silencio vale mas que las palabras. Así que seguimos abrazados un buen rato. Mas tranquilos nos pedimos unos cafés. Empezamos ha hablar de como me había ido a mi y lo que me había pasado con Eric. Cierto, Eric.

-Conmigo no tenias esos sueños, Gin. -Dijo el en forma de broma. Intentaba sonreír por lo bien que me había ido.

Yo me quede mirando a la nada. Mis pupilas se iban dilatando cada vez mas y notaba mi entrepierna húmeda. Pensaba en el. Donde estaría. Que estaría haciendo. Todo. Es mi cabeza la que piensa constantemente en el, ahora ya no lo veo como mi jefe si no como algo mas. Pero no sabría decir bien el que. Estoy confusa y la situación de Santi me noquea.

Para cuando salimos fuera de nuestra cafetería eran casi las dos de la madrugada. Nos apoyamos en la pared y yo alcance el paquete de Camel en mi bolsillo izquierdo y le ofrecí uno. Así que mientras paraba de llover un poco compartimos cigarros en silencio.

Llegue a casa empapada por la lluvia. Drako vino a saludarme y después de muchos mimos, besos y arrumacos me dirigi al baño. Llene la bañera y le eche sales. Desnude mi cuerpo poco o poco, viendo mi reflejo en el espejo y me metí tan lentamente en el agua que incluso se podían oír mis pequeños gemidos de placer. Si, placer. Se puede tener placer por muchas cosas. El placer puede ser algo que nos gusta y en mi caso aquel baño fue mucho mejor que ninguna otra cosa mas que pudiera desear. Solo necesitaba aquello. Simplemente. Suave. Caliente y delicioso. Una mezcla embriagadora, que mis sentidos se agudizaron cada vez mas mientras removía lentamente la espuma y el agua con la yema de mis dedos, eche la cabeza hacia atrás y me relaje profundamente. Lo necesitaba. La diosa que llevaba dentro estaba también en una bañera tocándose, morbosa y excitante, de repente una imagen fugaz de Eric paso por mi cabeza. Estaba "vestido" solamente con unos vaqueros desgastados. Su torso al aire se torneba duro y fibroso, lo que me puso mas cachonda aun, y sin darme cuanta mi mano derecha se coló entre mis piernas y me acariciaba con el dedo corazón. Claro esta, me dí cuenta de esto ultimo cuando ya habían llamado mas de dos veces a la puerta de casa.

Me levante lentamente, con cuidado de no resbalarme y esnucarme, cogí una toalla y me envolví con ella y salí disparada hacia la entrada. Drako seguí mis pasos cual amigo fiel.
No mire, simplemente abrí la puerta de sopetón. Ahí estaba. Mi locura estaba enfrente de mi puerta llamando desesperadamente.
Drako que es de ladrar a todo ser vivo e inerte existente en la faz de la tierra, agachaba la cabeza y se acercaba a el lentamente. Eric se puso de cuclillas y le acaricio y jugueteo con el. No dije nada simplemente me dedique a observar, estaba tan sorprendida por aquella visita que no fui capaz de decir absolutamente nada.

Con valentia le dije si quería pasar, estaba claro que el protocolo de llamarle de 'Usted' no me lo iba a saltar y tampoco le iba a dejar en el rellano de mi casa. Se levanto y camino hacia dentro, mientras yo cerraba la puerta lentamente. Me gire y nos quedamos mirando. En total silencio mientras Drako volvía a su cama.

-Hmm.. ¿Quiere tomar algo, Sr.Lessing?.- dije tímidamente mirando al suelo y a todas partes.

El posó su mano derecha sobre mi barbilla para levantarme la cara para así mirarme a los ojos.

-Ginebra, no he venido precisamente para tomar nada.- dijo en un tono seductor que me puso casi cachonda como una mona.

Y me beso.

Si, me beso. Puede parecer increíble pero si. Y no fue un simple besito de adolescente morrito con morrito, sino un beso intenso, grandioso. De echo podría decir que el mejor beso que me habían dado jamas. Bueno, aunque también tengo muy poco con lo que comparar. Pero fue tan. No se. No se si podría explicarlo bien. Fue como aquellos besos que te dabas en la adolescencia, que te hacia vibrar, pero con una dilatada experiencia.
Me apretó a el. Insintibamente abrí los labios y le seguí. Me cogí de mi pelo todavía húmedo y acarició mi cabeza. Me apretó las nalgas y sentí morir. Era la mejor sensación que había experimentado en mi vida. Me empotró contra la pared y me beso con brutalidad por ultima vez y se separó.

-Por favor, Ginebra, tuteame. Fuera del trabajo no debes de utilizar estos protocolos tan educados.- dijo en un susurro al lado de mi oreja y me mordisqueaba el lóbulo. Lo que me puso mas cachonda aun.- Y.. Me has dejado plantado en la cena y creo que me lo voy a cobrar.

Y me empotró otra vez. Esta vez fue mas brutal, por que me clavo toda su erección en la cadera. Estaba duro, muy duro.
Me quitó la toalla y la dejo caer al suelo. Me cogió en volantas y conmigo a horcajadas sobre el, me llevó a mi cuarto que tenia la puerta ligeramente abierta. Me postró sobre la cama y cerró con una patada la puerta. Se quitó la americana y la camiseta, las cuales cayeron al suelo con sus zapatillas. Una vez encima mía recorría mi cuerpo con besos, lenguetazos y caricias. Se desabrochó el pantalón y dejo a la vista su pene erecto, lo cual era apoteósicamente digno de ver. Cogió un preservativo de su cartera y se lo puso sin ni siquiera mirarme.
Me penetró de una sola embestida y siguió con sus brutales acometidas. Una lágrima se escapó por mis ojos, ya fuera por el, por su longitud o por que si seguía así me correría o por todo junto, pero era lo mejor que había sentido dentro en años. Me levantó bruscamente y me dió la vuelta poniendome a cuatro patas y siguió y un cosquilleo subió desde mi vientre hasta mi garganta jadeando y chillando cual loca. Nos corrimos a la vez, los dos con unos gruñidos guturales que salían de lo mas profundo de nuestro ser y el se desplomó encima mía exhausto por el esfuerzo. Se levantó y se quitó el condón usado, metiendolo en el emboltorio plateado .Me metió en la cama y me tapó con la sabana, quedándose unos minutos a mi lado, mirándome.

-Eres tan perfecta, tan maravillosa. No se donde te has escondido todos estos años.- dijo tiernamente antes de que me durmiera profuntamente.

El se fue poco después, cerrando la puerta de mi casa tras de si.

A raiz de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora