7.¿Rutina?

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Se acabo el relajarse y quedarse en casa, ahora tocaba volver a trabajar y volver a levantarse por las mañanas. Todo es igual, te levantas, te duchas, te vistes, pones comida al perro, desayunas y te vas a trabajar. Una rutina de lo mas aburrida, todo es monótono e insustancial. Estudias para trabajar y ni siquiera llegas a fin de mes. Es igual que en el colegio, te levantas todas las mañanas para hacer tus obligaciones. Cuando eres adolescente tu obligación es estudiar y formarte para trabajar y tener algo en esta vida. De adulto tu obligación es trabajar para pagar facturas. ¿Alguien puede ver lo estúpido que suena o soy la única que se da cuenta? Pero eso a nadie le importa por que la gente esta tan condicionada a lo mismo que siempre lo pasan por alto. Un circulo vicioso donde la vida sigue y el tiempo corre.

Aquella mañana me levante con una desgana mortal. Nunca me había costado levantarme, excepto ese día. Por que me levante tarde, me duche rápido y con agua fría, no sabia que ponerme y llegue diez minutos tarde a trabajar. Un día redondo.

El teléfono sonaba en mi mesa.

-¿Si?- respondo con mi impecable formalidad.

-¡Ginebra, dos cortados, ya! Y.. Por cierto, no te quedes encerrada y te desmayes como la ultima vez.- Lagarta. Mas que lagarta. Zorrasca asquerosa. Jefa en estado puro.
Esta nerviosa, se le nota mucho. Algo pasa y tiene que ver con ella.

-Enseguida, Srta.Ramirez.- digo rapidamente.

En el ascensor no había ni un alma y al llegar a la cafetería menos aun, la gente se escondía debajo de las piedras. Eso era muy raro. Algo pasaba obviamente. Algo gordo.
Llevo a mi planta con los dos cafés y con mis manos ardiendo. Casi me tropiezo con mi propio pie y por poco no derramo los cafés. Estoy echa una torpe. A veces pienso que no sirvo ni para servir cafés.

Las telefonistas y otras secretarias adjuntas de mi misma planta estaban ocupadas, mucho agetreo. Se oían teléfonos por todas partes, gente hablando. Eso tampoco era muy normal. Había mucho ruido, era como si la gente fingiera trabajar demasiado mas de lo que lo hacen.

Mi conciencia estaba sentada sobre un diván de piel marrón. Vestía ordinaria, con una maraña de pelo, llamada moño. Sujetaba en las manos un cartel:
'Te vas a cagar'.
Eso era un mal presentimiento, algo iba a pasar. Lo mismo la lagarta me despide por lo del ascensor.

Camine por el pasillo hasta que divisé a lo lejos la puerta del despacho de mi jefa. Llegue a ella con una sensación amarga en los labios y toque suavemente con los nudillos. Una voz femenina dentro de la sala me dio permiso para entrar. Dentro estaba lo que nunca se me pasaría por la cabeza que estaría. Desde ese día nada fue normal. Todo había cambiado.

A raiz de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora