Me quede paralizada. Pero ya era la hora de marcharse a casa.
Caminada por el aparcamiento de la empresa. Todo coches bonitos y lujosos de esos niñatos llamados modelos. Chicos y chicas que posan por dinero. Algunas veces en ropa interior y sin ella también. ¿Eso seria prostitución?
Divago a mis anchas y busco en mi bolso las llaves del coche. Entro en el coche y me relajo sobre el asiento. Me paso la vida sentada, trayendo café y haciendo informes, pero también me canso. Y mucho a decir verdad. Recuerdo que mañana tengo que entregarle un informe a la lagarta y sé que la carpeta sigue en mi despacho recientemente modelado a mi gusto. Mierda, tengo que subir a por el. Y no hay nadie. Y el ascensor es lento. Saludo al conserje mientras salgo de ese infierno con motores y palancas al que llaman ascensor. Camino hacia mi despacho y unos gemidos que vienen de la sala de las fotocopiadoras atraen mi atencion. No me gusta ser cotilla, pero si la puerta esta entre abierta no seré yo quien no se entregue al gran arte de marujear como las viejas. Alcanzo a ver una mujer rubia y alta, bien vestida y con un pechamen XL. Mierda, la lagarta, y se esta dejando hacer por un hombre que no ... No... No puede ser... ¡Es el! Es Manu. Dios mio, ¿pero que esta pasando aquí? ¿Desde cuando en una reunión de los jefes capitalistas consistía en entrentregarse al fornicio con tu secretario?Le esta dando todo lo suyo a la lagarta. No me lo creo, si me lo cuentan, no lo creo .. Esto es demasiado. Me voy, no he venido a esto.Sigo de nuevo el rumbo hacia mi nuevo despacho, con paso firme y decidido. Al entrar rebuscó por todas partes esa maldita carpeta. La diviso debajo, en un cajón del escritorio. Lo agarro y salvo fuera de alli, no quería saber ya mas nada de nadie.
Al llegar a casa observo que sigue llena de flores. Cada vez mas. Carmen salia de la ducha con una toalla alrededor de su cuerpo. Y camina desde el salon a la cocina con toral libertad. Al pasar me da una fuerte y sonora palmada en el trasero.
-¡Hooolaaa, cucurú!.- dice alegremente.
-Hola. Ufff.- dije mientras me tiraba en el sofá como una desgraciada. Mientras ella se coje una cerveza de la nevera e intenta subirse a la encimera.
-¿Pero que te pasa?- dice con la lata en la mano antes de darle un sorbo.
-Estoy cansada tía, encima esta noche tengo una cena.-dije mirando al techo.
-¿Has ligadooo? Queee fuerte cuqui. ¿Con quien?- dijo interesada
-Nadaaa, del trabajo. Un.. Compañero.
Si, soy una zorra mala por no decirle a mi mejor amiga y compañera de piso que el hombre de la cena es mi jefe, pero no estoy para nada, ahora no quiero charlas interminables sobre los problemas de 'follarse' a un jefe.
-¿Y?¡ Cuentame mas!¿Como es?
-Pues es... Alto. Guapo, ojos grises, moreno de espaldas anchas. Educado, elegante y quizás un poco intimidante. Es el que me saco del ascensor cuando .. Eso.
-Pues tiene que ser todo un sex symbol. O tiene que estar muy desesperado como para cenar contigo con lo fea que eres.
Una carcajada estallo en el salón. Las típicas puyitas de Carmen. No quería entrar en su juego. Así que me retire para echarme la sienta. Lo necesitaba.
20:26 A.M
Me despierto sobresaltada. Me he olvidado de la cena. Mierda. Ropa. Pelo. Zapatos. Joder. No me da tiempo y los jefes siempre son puntuales. Son ganadores en puntualidad.
Me meto en la ducha rápido y me ducho como puedo. Me seco el pelo e intento hacerme algún rizo con las tenacillas. Con un resultado fraudulento por que se me deshacen y se me queda un pelo liso. Sin forma.
Mi armario me grita. De tantos vestidos no se cual ponerme. Tengo uno negro, sin mangas y ceñido. Simple. El otro es rojo con el cuello de piedrecitas y sin mangas. Al final me decanto por el negro. Me maquilló con una base, maquillaje, rímel, una raya en el ojo, sombra negra ahumada y un pintalabios rojo intenso. Eso para mi era ponerme guapa. Y sexy. Sexy sobre todo.Un timbre me saca de mía pensamientos y se oye a Carmen abrir la puerta y soltar alguna burrada de las suya.
-¡Si este es un becario yogurin yo también quiero!
Corrí hacia el salón con mis manolos nuevos a juego con el vestido. Carmen me miraba de arriba a bajo con un cuenco de palomitas en la mano. Me despido de ella.
-Oye puta, que se te de bien el polvo.
Otra tontería suya. Ella era así. Directa. Quizás.
Bajo las escaleras a toda prisa y frente a la puerta del portal veo un hombre con un esmoquin negro, demasiado bonito para ser verdad. Era un sueño echo realidad.
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A raiz de las sombras
RomansaGinebra, es secretaria. No es nadie importante para nadie. O eso pensaba ella, desde la muerte de su abuelo, ya no es como era antes. Eric, heredero de la gran fortuna del imperio de su padre. Un chulo por naturaleza. Creído, con razón. Su corazón e...