Capítulo 6 "Complejo de Elektra"

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CAPÍTULO VI

COMPLEJO DE ELEKTRA

- Tranquila mamá

Mi madre no paraba de llorar. Luego de la discusión con mi papá, ella salió de la casa, y yo la seguí. No podía dejarla sola en esas condiciones.

Nos dirigimos a un café en el centro de la ciudad, donde nos sentamos en una mesa apartada. Ella no paraba de llorar, mientras yo bebía mi capuccino en silencio. Después de un sorbo de su latte extra grande, finalmente habló.

- Tu padre ya no me ama... si es que alguna vez lo hizo...

Se largó a llorar otra vez.

- Eso no es cierto – dije – mi papá te ama, a su manera, claro. Pero te ama.

- Hijo... - me dijo, tomando mi mano - Vegeta se está comportando de una manera muy extraña...

- ¿Lo dices por sus juntas con el señor Gokú? – pregunté

- Sí. Hable con Gokú, pero se negó a decirme lo que pasa... dijo que es un secreto.

- Vaya... - dije, después de todo, hace tiempo que venía sospechando que algo raro estaba pasando

- ¿Tú tienes alguna idea?

- No. Mamá, es mejor que nos regresemos a casa.

- No quiero ver a tu padre ahora – sollozó

- Bien, entonces ¿qué tal si nos vamos a mi departamento?

- Eso me parece mucho mejor.

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- Papá ¿Dónde están mi mamá y Trunks? – preguntó Bra, entrando en el salón, donde yo, sentado solo, me tomaba una copa de vino

- Qué se yo – exclamé, indiferente

- ¿estas bebiendo? – preguntó, sorprendida

- ¿Qué crees tú? – dije, con ironía

- ¿Peleaste con mi mamá?

- Eso no es de tu incumbencia

- Claro que sí lo es.

En ese momento sonó el móvil de Bra. Ella contestó, y tras una breve charla, colgó.

- Era Trunks – me dijo – dice que se quedaran con mi mamá esta noche fuera y que preparemos algo de cenar

- ¿Cocinar? ¿acaso tú sabes cocinar? – le pregunté. La verdad, a pesar de estar aún enojado, sí tenía hambre.

- Por supuesto que no – contestó ella – pero qué tal si aprovechamos y vamos a comer a algún restaurant lindo

- Olvídalo, yo conseguiré algo de comer.

Salí al patio, seguido por Bra. Un ave pasó volando, y le lancé un pequeño ataque, puesto que la idea era hacerla caer y luego asarla. Pero no resultó, tal vez fue mucho poder, porque lo único que cayó al suelo fue ceniza.

- Hija, creo que tienes razón – le dije a mi pequeña, que observaba con espanto los restos del ave – iremos a comer afuera.

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Más de cien mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora