Está nevando. El frío que hace esta noche es indescriptible. Quizás en invierno es cuando más se necesita calor pero, lamentablemente, yo carezco de él.
Soy frío y estoy rodeado de enormes témpanos de hielo que me sumergen en una atmósfera gélida. Las prendas de ropa que llevo puestas son la única fuente de calor que puedo tener porque mi alma se ha congelado y hasta ahora, es incapaz de derretirse. No cede ante nada ni nadie, es increíble. Guardo secretos que me mantienen inmerso en este iceberg de vida que llevo. Así soy yo y estoy acostumbrado a sentir frío. El invierno no es mi época favorita del año pero no me queda más que soportarla.
Mañana volveré a clases después de este receso de dos semanas, que aún dubitativo, no sé si fueron eternas o parecieron sólo unos instantes. Nada nuevo acontece en mi instituto; no espero hechos fantásticos porque sé que estos se mantienen al margen de la realidad. Sólo estoy esperando que llegue fin de año para marcharme de aquí. Voy a emprender vuelo como un ave que emigra intentando buscar el clima adecuado para sobrevivir. Estoy esperando el cambio de mi vida, el momento perfecto para lanzarme y aterrizar muy lejos. Sea donde sea ese sitio, sé que estaré mucho mejor que aquí, donde me ahogo en mis memorias.
Cuando logre callar a esta insensata mente y deje de escribir todo lo que me dicta el pensamiento, ¿será ese el día en que pueda volver a vivir? Porque por ahora sólo estoy sobreviviendo.
Sé que escribir es lo que me calma porque, al plasmar todo en el papel, estoy callando a mi mente y así tiene al menos unos momentos de paz. El problema es que no sé hasta qué momento pueda soportar esto. Estoy dando pena y la estoy dando ante mí mismo; no hay público que asista a mis obras dramáticas. ¡Qué lamentable! El pobre Shakespeare debe estar retorciéndose en su tumba porque le es imposible arrancarme el lápiz de la mano. Pero hombre, tranquilo, ya sabes que a final de año toca quemar cada cuaderno que he escrito.
Sinceramente tengo miedo de volver mañana al instituto. No sé si esté preparado para terminar el año, quizás mi inconsciente esté intentando aplazar el vuelo. Es difícil dejar el nido porque nadie va a acompañarme y tendré que enfrentarme totalmente solo a la vida. No planeo llevar a Frank conmigo ya que seguramente tendrá sus planes para cuando seamos libres. Él ha sido mi única compañía en estos años y, a pesar de que la hemos pasado increíble, no planeo tenerle atado a mí el resto de nuestras vidas. Es mi amigo y el pobre no creo que pueda soportar mis rarezas más tiempo del que lleva haciéndolo.
Si la melancolía no me abandona ahora, terminaré acabando este cuaderno hoy mismo. Recuerdo que cuando comencé a escribir sólo alcanzaba a completar una página y, con mucha suerte, una hoja completa. Si lograra expresarme así con las personas, si pudiera sacar todo de mi mente y explayarme para socializar, quizás mi vida no sería tan complicada. Aunque comienzo a creer que la complejidad de mi vida la estoy creando yo mismo. No puede ser que a un ser humano de dieciocho años le cueste tanto vivir. Se supone que a esta edad debemos ser soñadores, debemos ilusionarnos con el futuro. Tenemos que estar escogiendo carrera, pensando en cómo nos mantendremos cuando comencemos a trabajar. Debemos perseguir nuestros sueños y luchar por nuestra felicidad para no ser igual de mediocres como los que nos antecedieron. Yo debería estar pensando en qué cosas haré mañana que logren diferenciarme del hoy. Debería estar imaginándome en lo más alto de mis sueños, volando para cumplirlos y no para huir de ellos. Debería dejar de pensar y comenzar a actuar. No puedo seguir con estas niñerías, no debo ser el mismo que he sido durante tanto tiempo... Pero siempre me ha sido muy fácil escribir este tipo de cosas, difícil se ha hecho cumplirlas.
Con dieciocho años puedo admitir que no soy un hombre ansioso de futuro. Sólo estoy deseando que el presente acabe pero que el futuro no exista. De alguna forma busco saltarme esa etapa, ignorar esa palabra, hacer como si no hubiese futuro para mí. Las personas rotas estamos hechas para esto. Estamos hechas para vivir en el presente y sufrir en el momento, porque si pensamos en un futuro, el dolor aumenta y no nos queda más que derribarnos, ya ni uniendo nuestras partes nos podremos mantener en pie. ¿Podría yo sobrevivir mejor si alguien leyese esto? No, pero qué dices Guillermo. No puedo sobrevivir de otra forma que no sea esta, mediante los recuerdos que me destruyen y me alejan de un futuro, o más bien, me hacen creer en la inexistencia de uno. Basta, podría volverme loco así.
La vida no me sonríe con mucha frecuencia y cuando lo hace, la felicidad se vuelve muy efímera. Últimamente, debo admitir, la vida parece darme tenues luces de felicidad. Mi hermana, después de estar un año con los abuelos, decidió volver a casa. Se supone que debe llegar durante esta semana y estoy bastante feliz. La extrañaba mucho. Lo único es que ya no sé dónde pondré todo lo que coloqué en su habitación. Me estaba apropiando de ese espacio, ya que en mi cuarto no cabía todo. Dijo que decidió perdonar a mamá por lo que le hizo... No estoy muy seguro de eso, Carolina es muy orgullosa. Lo importante es que vuelve, y mis padres están de brazos abiertos esperándola. Yo también.
Me hubiese gustado tener la misma valentía que ella y haberme decidido a salir antes de aquí. No huyendo de mi familia, pero sí de este lugar que tanto me aqueja con sus recuerdos. La admiro muchísimo. Desde que éramos pequeños ella ha tenido esa valentía innegable, y a pesar de ser yo el mayor, en ocasiones era ella quien me defendía. Bueno, al menos de las arañas. Ella sabía cuánto me asustaban y de que por nada del mundo podía enfrentarme a ellas, así que aparecía como una heroína con sus zapatos para pisotearlas. Cuando fue creciendo, debido a su valentía, tuvo que enfrentarse a desafíos mayores y yo tuve que aprender a aplastar arañas. Nadie venía a salvarme de ellas... ni del mundo. La comprendí. No era culpa suya. Era yo el cobarde que se aislaba de los desafíos y no se enfrentaba a la vida. Pero a día de hoy, a pesar de haber tenido que aprender a pisotear arañas por mi cuenta, sigo siendo el cobarde que le teme a ellas. Como he dicho, sólo estoy sobreviviendo y creo que he encontrado la mejor manera de hacerlo, o al menos, la que más me acomoda.
También, creo que este semestre veré materias que me agradan, quizás así el instituto pueda parecerme menos detestable. Puede que sea un buen término de año si es así. Además, terminé muy bien el semestre anterior así que podré preocuparme menos en este. Me gusta saber que tendré menos preocupaciones porque eso significa más tiempo libre, pero a la vez me asusta, porque para mí, tiempo libre equivale a mente maquinando. Y como ya sé, dejar fluir mis pensamientos no conlleva nada bueno.
Me gustaría poder sacar la valentía que tiene Caro y comenzar a ser el chico sin miedos. Ese chico atrevido que piensa en un futuro y que se enfrenta a la vida. Me gustaría aprovechar mi tiempo libre para cumplir mis sueños y probar cosas nuevas, pero sé que se me haría muy difícil comenzar con todo eso. Me da miedo despegarme de este cuaderno ya que ha resultado ser la mejor cura para todos mis males y sé que ''cumplir mis sueños'' no implica llevar mi libreta.
Por ahora creo que puedo conformarme siendo yo mismo. O sea, he estado soportando a este Guillermo ya varios años, puedo seguir conviviendo con él unos cuantos más, ¿no?
Lo mejor será dejar las nuevas experiencias para cuando me convierta en pájaro y emprenda el vuelo. Me gustaría que en esa etapa comiencen los experimentos porque me asusta un poco la idea de que, al ser completamente un inexperto en los temas de vivir, llegue el gran momento de mi vida, ese que he estado planificando hace un tiempo, y me quede sin emoción para disfrutar. Lo mejor es esperar porque, ¿qué puedo hacer ahora? La vida solo me inunda de soledad y hielo. Debo quedarme con eso. No soy libre aún y prefiero esperar hasta que llegue la libertad.
Creo que ya estoy más relajado, puede ser el momento perfecto para dejarte ir. Mi mente no está tan compungida y me siento algo menos denso. Igual de frío, pero más apacible. Como un iceberg al atardecer.
Hasta el próximo día como sobreviviente, y para cuando mi mente sienta que va a estallar...
-Guillermo.
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De Azúcar Y Nieve (wigetta)
FanfictionGuillermo, un chico que oculta una etapa oscura de su vida, se ha acostumbrado a vivir consigo mismo y las pocas personas que lo rodean. Sujeto a la rutina y a su cuaderno que lo ha acompañado desde siempre, intenta sobrevivir cada día de su vida. F...