Capítulo 9: Yo soy Guillermo.

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Guillermo nunca había bailado en una fiesta. Era muy tímido así que esto se hacía aún más difícil. Pero más que bailar, Guillermo y Frank se fueron donde un grupo de chicos que estaban conversando. Eran los que Frank había saludado cuando iban de camino a la mesa. Al parecer estaban en el instituto pero Guillermo no recordaba haberlos visto. Conversaban tranquilamente y Guillermo escuchaba. Reían y Guillermo también reía, aunque no entendiera el chiste. Comenzó a mirar a su alrededor. Personas que sí estaban bailando, otros bebiendo, algunos tirados ya en el sofá. Guillermo no sabía ni la hora que era pero comenzaba a aburrirse. Hasta ese entonces, él creía que las fiestas eran divertidas.

Fue a tomar un sorbo de su refresco pero se percató de que el vaso estaba vacío. Se decidió por ir buscar más bebida, así que le avisó a Frank.

Se acercó al mesón y desde ahí se entretuvo observando su alrededor. Quería saber si encontraba alguna otra entretención ya que había personas que sí parecían divertirse. Se sirvió refresco, se volteó y se quedó apoyado en la mesa mientras bebía. De repente, fijó su mirada en un grupo de chicos que, a unos metros de él, conversaban con mucho entusiasmo. Dos de ellos llevaban gafas de sol. 'Pero qué tíos...' Pensó. Su mirada se desvió hacia uno de ellos que le estaba dando la espalda. Los movimientos de su cuerpo reflejaban que se estaba riendo. Se veía energético, animado. Lo contagiaba sólo con ver los músculos de su espalda al reírse. Pasó su brazo por sobre los hombros de uno de los chicos con gafas y se volteó. Sí, estaba riendo y no sólo eso, sino que era la risa de Samuel. Se quedó ahí, inmóvil otra vez. Totalmente sorprendido, estático, ojiplático, observaba al chico de la dulcería riendo mientras conversaba con los demás. Samuel estaba ahí, platicando animosamente con unos chicos que seguro serían sus amigos.

El corazón le latía muy rápido, pero no tenía motivos para que se sintiera así. Recordó que Samuel no tenía idea de quién era Guillermo, pero no tenía el papel consigo ya que jamás esperó encontrarse con él en una fiesta, además, ya había desertado de seguir buscando y esperando a Samuel. Inmediatamente se giró sobre sí mismo, apoyó ambas manos en la mesa y se quedó observándola a la vez que intentaba recuperarse de su agitada respiración. Qué más da que haya decidido rendirse. Qué más da que el chico no haya ido a la dulcería al día siguiente. Qué más da el motivo por el cual le había entregado un papel con su nombre. Qué más daba todo.

Contempló el mesón completo, pero no encontró algún papel donde le fuese posible escribir. Sólo había vasos plásticos, licor y algo de comida. Miró de reojo a Samuel. Notó que sostenía un vaso en su mano. 'Eso es...' pensó. Rápidamente tomó dos vasos de la mesa y, colocando uno sobre otro, se decidió a servir uno de ellos. Pero no quería arriesgarse, sus conocimientos sobre el alcohol eran casi nulos así que, mirando cuanto refresco y alcohol lo rodeaba, optó por la bebida de color rojo. Ahora necesitaba conseguir algo con qué escribir. Al parecer, sus ojos serían parte clave de todo el plan. Intentaba no parecer ansioso con sus movimientos desprolijos y todo lo que necesitaba lo buscaba con la mirada. A simple vista, ningún marcador sobre el mesón ni en los muebles cercanos. Dejó los vasos en la mesa y, con el ceño fruncido, se volteó. Estaba comenzando a desesperarse, no quería perder de vista a Samuel.

De pronto, sintió un ruido de alguien estrellándose contra algo. Se giró rápidamente y vio que, detrás del mesón, un chico alto y de cabello claro se había desplomado. Detrás de él lo perseguía un chico con barba y otro más pequeño. Este último, llevaba un marcador sharpie en su mano. Se apoyó sobre el mesón e inclinándose hacia adelante, intentó obtener una mejor vista de lo que ocurría. El chico alto que estaba en el piso, al parecer, tenía la mitad de la cara rayada. El bajito se reía mientras con su mano le hacía señales al barbudo para que se acercase. Ambos estaban de cuclillas, riendo desaforadamente, al lado del chico en el piso. Intentaban hacerle más garabatos en la otra mitad libre del rostro, pero este desistía lazando manotazos al aire.

De Azúcar Y Nieve (wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora