Capítulo 16: Una cita temprano por la mañana.

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Al bajar las escaleras para ir a cenar, Guillermo vio a una chica que ayudaba a su madre a poner la mesa. Era más o menos bajita, de cabello negro y semiondulado, con una sonrisa enorme en el rostro. Caro se percató de que su hermano se había quedado ojiplático por la presencia de esa chica en el comedor.

-Es Sally, bobo –le dijo una vez llegaron al primer piso.

-Es tan... tan adorable –Guillermo sonrió y se dirigió hasta ella-. ¡Hola! Yo soy Guillermo, el hermano de Caro.

-Hola Guille, yo soy Sally –respondió ella. Tenía una voz muy dulce y fina-. Caro me ha hablado mucho de ti... -dedicó una mirada cómplice a Carolina que estaba al otro lado de ella.

-Vaya, vaya. Qué hermanita tengo, ¿no? –comentó él avergonzado. Ya sabía lo que Caro debió haberle contado.

-Ya chicos, siéntense. Enseguida traigo la cena –interrumpió la madre mientras entraba a la cocina. Se veía feliz, pero no era una felicidad sincera. Guillermo supo que algo iba mal.

Un poco preocupado, obedeció a su madre. Se sentó al lado de su hermana. Caro, por su parte, se sentó justo en frente de Sally. El padre tomó el lugar de cabecera y el puesto de la madre estaba frente al de Guillermo. Servían los vasos de jugo mientras conversaban. Todos escuchaban a Sally hablar. En este momento, ella era el centro de atención.

La cena transcurrió tranquila y alegre. Sally parecía simpatizar muy bien con el padre de Guillermo, pero la madre a ratos se quedaba en silencio. Caro sonreía y asentía a todo lo que le preguntaban. Se veía feliz, sonriente, resplandecía de alegría. Guillermo supo que en ese momento su hermana se sentía cómoda en casa, como si la considerara su hogar. Quizás ya no necesitaba tiempo, había vuelto a ser ella.

-¿Qué te pareció la cena, Sally? –quiso saber el padre de Guillermo una vez habían terminado de comer.

-Estupenda. Cocina muy bien su esposa –Sally sonrió y miró a su lado, donde se encontraba la madre. Ella sólo sonrió para sí misma mientras, con los codos sobre la mesa, entrelazaba sus manos para sostener su mentón, cabizbaja.

-Bueno, ahora que terminamos de cenar quiero hablarles de algo... -comenzó a decir Caro. Guillermo pudo ver que su madre dio un pequeño saltito al escuchar esas palabras, pero no cambió su posición. 'Algo anda muy mal' pensó- Cuando volví a esta casa, seguía furiosa, decepcionada, pero quería volver. Al fin y al cabo, esta es mi casa también. Guillermo y papá no tenían la culpa, así que no iba a seguir extrañándolos. En el nuevo instituto que me pusieron conocí a Sally. Ella era nueva en la ciudad, yo también me sentía nueva en la ciudad. Simpatizamos muy bien, juntas descubrimos Madrid. La quiero mucho, la quiero tanto que le pedí que fuera mi novia. –Caro sonrió. Guillermo estaba perplejo. Pudo escuchar un sollozo de parte de su madre junto con un suspiro de desesperación- No me importa lo que piense la gente en la calle, no me importa lo que piense mamá porque sé que ella no lo aceptará. Pero quiero al menos tener la aprobación de alguien en esta casa.

Hubo un minuto de silencio que pareció una eternidad. Todos estaban meditando sobre las palabras de Caro. Sally se veía nerviosa, también ella estaba esperando una respuesta. Por su parte, la madre de Guillermo tenía los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia abajo. Su piel se había enrojecido un poco, quizás, por la furia y las lágrimas que estaba reteniendo. El padre de Guillermo se quedó pensativo, con ambas manos entrelazadas puestas sobre la mesa. Guillermo sentía que debía hablar él primero. Supo que su hermana hacía todo esto por él, para que no tuviera miedo, para que pudiera ser feliz con Samuel.

-Yo te apoyo hermana –dijo por fin-. Te quiero mucho y te extrañaba bastante. Considero que esto es algo de lo que ni si quiera deberíamos hablar, debiésemos asumirlo como algo normal.

De Azúcar Y Nieve (wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora