Capítulo 4: Un motivo.

1K 143 5
                                    


Guillermo llegó a su parada. Se bajó del metro y rápidamente subió las escaleras. Salió de la estación, respiró el aire fresco de esa noche y sonrió. Emprendió la caminata hasta su casa, que quedaba a dos cuadras de la estación. Los faroles alumbraban de forma tenue. Algunas casas ya tenían todas las luces apagadas. Caminaba observando todo pero pensando en nada.

Llegó hasta su casa y mientras buscaba las llaves, apareció Caro que abrió la puerta muy veloz, recibiéndolo con un abrazo. Cuando subían a su cuarto, ella le contó cómo fue su día en el instituto, el examen que había tenido y algo sobre una tal Sally. Era una chica nueva que Caro acogió y pasó todo el día con ella. ''Vive por aquí cerca, o al menos eso creo '' le contó Caro.

-Pareces una niña pequeña... Ansiosa y amistosa –bromeó Guillermo.

-Y tú pareces un viejo amargado y antisocial –le discutió Caro.

-Anda, mira las chucherías que te traje y tú me respondes así. Niña mimada.

-¿Cuáles son las gominolas que me dijiste en la foto? –preguntó mientras tomaba la bolsa que Guille le extendía.

-Los unicornios –sonrió-. Por favor, pruébalos y dime que logras descifrar de qué sabor son.

-Hmm, unicornios azucarados... -dijo mientras se llevaba la gominola a la boca y la saboreaba- ¿Durazno? ¿Damasco? No, no. Lima. No...

-Yo podría decir que saben al paraíso... -arguyó mientras tomaba la bolsa para sacar unas cuantas gominolas- Tuve una gran aventura hoy... No sabes lo que tuve que hacer para conseguir tus favoritas...

-Paraíso, ¿eh? –dijo Caro con la boca llena- ¿Qué aventura? ¿Te costó encontrar los unicornios?

-¿Los unicornios? No, las flores moradas...

-No, ahora los unicornios son mis gominolas favoritas...

-Vaya, vaya... Cuando fui a buscar las gominolas moradas no quedaban. Pregunté si tenían en bodega y me dijeron que a esta hora ya no reponían. Un chico se me acercó y me dio de las que él llevaba. Al parecer iba a comprar todas las que quedaban, su bolsa estaba llena de esas gominolas...

-Qué amable...

-¡Eso pensé yo! –Guillermo respondió efusivo- pero luego dije; 'No, ¿por qué alguien me daría de sus gominolas favoritas?'.

-Fue amable Guille, quizás se avergonzó porque se las estaba llevando todas...

-No, no, no. Debe haber otr...

-Guillermo, Caro, vamos a cenar –interrumpió la madre mientras abría la puerta.

-Yo no puedo comer algo más después de haber probado el paraíso... -respondió Caro.

-¿El paraíso? –preguntó la mamá.

-Yo voy mamá, me iré a lavar las manos –dijo Guille mientras se levantaba de la cama y le daba un beso en la mejilla a su madre.

-Hola cariño...-le sonrió a Guillermo y se dirigió hacia su hija- Caro, ¿no vas a comer?

-Depende, si llega Adán y Eva a servirme unicornios azucarados puede que sí...

'Cómo la extrañaba', pensó Guillermo. La vida le sonreía. Hoy la vida brillaba más que nunca, lo tenía a él flotando entre las nubes. La ansiedad que sentía hace una hora atrás y las ganas que tenía por escribir en el cuaderno se habían disipado. Todo estaba muy bien y ya no se sentía compungido. Los pensamientos no lo estaban presionando.

En la cena, se puso al día con toda la familia. Caro contó más a fondo sobre su nueva compañera, Sally. Los padres de Guillermo estaban hablando sobre unas mini vacaciones para un fin de semana que se aproximaba. Como el lunes era día feriado, pensaban tomarse ese fin de semana para ir a acampar. Hoy se habían dedicado a buscar el sitio. De pronto, el papá de Guille le sugiere algo que lo descoloca un poco.

De Azúcar Y Nieve (wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora