17.

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— Luke, abre la puerta. —gruñó su padre cansado, impactando suavemente sus nudillos contra el cubículo del baño una vez más.

— ¡No! ¡No puedo!

— ¡Luke Robert Hemmings, voy a contar hasta diez para que salgas de ahí o si no llamaré a tu madre y veremos que explicación le das!

— ¡Es que no puedo! ¡Puse el seguro y no sé como quitarlo! —lloró desesperado.

Robert cerró los ojos y soltó un largo suspiro, sonrió al ver que su hijo no hacía berrinche, solo no sabía salir de ahí. Le ordenó que con mucha precaución saliera del cubículo por debajo, pero claro que sin arrastrarse mucho porque sería desagradable hacer eso en un baño de un restaurante a mitad de una carretera.

— ¿No deberíamos quitar el seguro? —preguntó Luke limpiando sus lágrimas.

— Eh, no. No, no, tú no fuiste, yo no fui, guarda silencio. —le dijo su padre colocándolo sobre el lavabo. Tomó un trozo de papel y limpió con cuidado el rostro del pequeño, despeinándo su cabello cuando terminó.— Sabía que no debía decirte esto, pero era mejor que lo supieras.

— Está bien, papá. —suspiró estirando sus brazos por un abrazo, sonrió cuando su padre le respondió. — ¿Te voy a seguir viendo?

— ¡Claro que sí! No es nada seguro, Luke, pero mejor dejemos eso para después.

— Bien... Ya no tengo hambre. —dijo arrugando la nariz.

— Podemos irnos y rentar unas películas. —ofreció sonriendo, Luke asintió feliz.— Ahora salgamos de aquí antes de que alguien sepa que has trabado la puerta.

Bajó al niño y lavó sus manos, acomodó su ropa una vez más y tomó su mano para guiarlo fuera del lugar. Había pagado la cuenta cuando Luke corrió al baño, por lo cual ya no se preocupaba; cuando salieron la brisa hizo temblar un poco a Luke, quien corrió hacia la camioneta y de subió cuando su padre quitó los seguros, colocando su cinturón y moviendo sus pies sonrió al mayor, indicándole que estaba listo.

— Cuentame de Michael. —pidió Robert mirando el camino delante de él.

— Es una persona fantástica, habla mucho y usa mal muchas palabras, pero es buen amigo y muy lindo.

— Ya veo... ¿de verdad crees que te gusta? Tú sabes, eres muy pequeño.

— Yo pienso que sí. —asintió estirándose a tocar la punta de su pie, limpió el polvo sobre está y se enderezó nuevamente.— Me emociona verlo, jugar y hablar con él, me hace feliz. Fue a verme cuando tuve varicela y no le importó estar conmigo ahí. Lo quiero.

— ¿Cómo me quieres a mi o a tu madre?

— Mmmm, no. A ustedes los quiero, mucho, demasiado, pero Michael es especial. Quiero a toda mi familia, pero a Michael lo quiero menos que eso pero de forma especial, ¿sí?

— Sí tú dices está bien.

— ¿Por qué a mami le molestaría eso? —preguntó curioso el niño.

— Son muchas cosas, Luke; aún no comprenderías ni la mitad de todo el "problema" que abarca que a ti, un niño, te guste otro niño. Yo no digo que esté mal, no digo que estés confundido ni que algo en ti falle, a pesar de todo eres un niño muy listo y con un gran corazón, a una persona como tú le puede gustar cualquier persona siempre y cuando valga la pena. Supongo y Michael lo vale.

— Entendí que soy listo y de gran corazón. —le dijo sonriendo apenado.

— Está bien si te gusta Michael. —afirmó buscando palabras más simples. — O sí crees que te gusta, tú sabes lo que te gusta y lo que no.

— No me gusta la zanahoria.

— No me refería a eso, pero está bien. —ambos rieron y el auto de detuvo en un semáforo. — Ahora, vamos por películas de las tortugas ninjas y después podríamos ir a hacer una rápida visita a Michael.

— ¡¿De verdad?!

— Claro que sí.

Luke sonrió, pensando en lo mucho que admiraba el cariño que su padre le brindaba y la comprensión al no gritarle o estresarse por el incidente en el baño.

Se aseguró a sí mismo que sería algún día como su padre.

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Buenas noches, he cumplido con lo labor.

M + LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora