31.

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D o m i n g o.

— Karisma, Karisma, Karisma. —repitió Luke cansado de que su hermana no despertara por más que intentara.— ¡Karisma!

— ¡¿Qué quieres, torpe?! 

— ¿Me prestas tu computadora? —preguntó suavemente, quizás tenía miedo de que Karisma accediera y se la lanzara a la cara por haberla despertado.

— Mhm, está en el escritorio. No me molestes más.

Asintió caminando silenciosamente hasta el escritorio blanco de la habitación de su hermana, tomándola con cuidado y saliendo rápido del lugar para dirigirse a la sala de estar. El domingo su madre salía a hacer las compras y después a desayunar con sus amigas hasta medio día, después llegaba y salía a algún con sus hijos, siendo las 9:30 am y con la mayoría de sus canales de televisión bloqueados tuvo necesidad de pedirle a su hermana el computador para poder ver una película o alguna serie, lo que llamara su atención primero.

Los toques en la puerta no le dio tiempo de, al menos, encender la máquina. Quizás no debía abrir la puerta porque podía ser un extraño, sólo que como nunca nadie los visitaba era probable que por la insistencia y la hora se trataba de alguna emergencia.

Para su sorpresa, la única emergencia de la persona detrás de la puerta era ver al rubio de ojos azules.

— ¿Necesitas algo, Mikey? —preguntó soltando un suspiro.

— No quieres que hablemos en el colegio, así que solo puedo verte en tu casa y... Hola. —sonrió levantándose de puntitas, logrando ser un poco más alto que Luke.

— No lo sé, no haré nada interesante, Michael. No soy tus amigos que tienen vidas sociales activas a los 13 como para salir en domingo.

— Por eso justamente vine contigo, porque todo lo que harás será buscar en internet alguna película y terminarás jugando pac-man hasta que llegue tu madre y eso es lo que realmente quiero hacer. Además de que será más divertido si estas conmigo, obvio. No dejo de ser tu mejor amigo si simplemente no hablamos en la escuela, siempre estaré para pasar un aburrido domingo en tu sofá y...

— ¿Me haces el favor de respirar? Gracias. Ahora pasa.

A Michael no le gustaba que Luke fuera tan borde, le daba la sensación de que no lo quería realmente en su casa. Pero si así fuera nunca lo hubiera dejado pasar, ¿cierto?

— ¿Ya tienes algo? —preguntó Michael señalando la computadora.

— Los golpes en la puerta no me dejaron ni encenderla.

— Lo siento. —murmuró Michael sentándose al otro extremo del sofá de dos piezas, Luke estaba del otro lado y no quería molestarlo.

Luke no dijo nada, sólo encendió la computadora y en silencio esperaron a que cargara para poder ver algo. El rubio menor solo decidió dar click al azar en buscando a nemo y se recargó en el respaldo, al notar a Michael concentrado en la película y un tanto lejos de él dio un ligero saltito y se acercó a él. Probablemente lo hizo unas cinco veces más hasta terminar juntos y con sus manos ligeramente entrelazadas.
No era algo que Luke admitiría pronto, pero esa necesidad de estar al lado de Michael era algo que nunca dejó de sentir totalmente, el alejarse por unos cuantos días solo en el colegio y ahora intentar ser rudo con el mayor le daban ganas de llorar, como si eso fuera todo lo que pudiera hacer ante la situación. Estaba claro que Michael se lamentaba por eso y él debía aceptar las disculpas, sólo la idea de que ahora Jason y sus amigos pudieran dañar a la increíble persona que era Michael de cualquier forma lo hacía retroceder a no querer hablar con él, solo quería evitarles problemas a todos.

M + LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora