1.

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Martes.

- Y quiero que me esperes hasta que yo esté en la puerta la escuela, así que... ¡Luke! -gritó su madre mirándolo por el retrovisor, él levantó la mirada y su madre volvió la vista al camino.- Repite lo que dije.

- Hoy no tendré tiempo de pasar por ti a la hora exacta, como todos los martes; quiero que estés listo para que me esperes en la puerta del colegio y subas rápido al auto para dejarte en casa de la tía Lisa. Me lo dices siempre, mami. -dijo el pequeño acomodándose su mochila en los hombros.

- Sólo no te muevas de ahí ni un sólo segundo.

Eso fue lo único que escuchó de su madre cuando paró el auto, pero él tenía la pequeña esperanza de que su madre se girara a él, le dedicara una sonrisa y le dijera que tuviera un buen día, cómo solía decirle a su hermana mayor cada mañana. Sin embargo, no pasó.

- Luke, es aquí cuando te bajas.

Y bajó son la mirada fija en el piso. Tampoco era el día.

Él esperaba ansioso el día en que su madre lo llegara a tratar como trataba a su hermana, porque sentía la preferencia de su madre por su hermana, pero ese día estaba por llegar, estaba seguro.

- ¡Lukey! -gritó alguien en su oído, seguido por un abrazo.

- Hola, Michael. -saludó Luke con una sonrisa.

Luke había entrado a su nuevo colegio hace un mes y había hecho varios amigos, entre ellos Kazumi y Michael, a pesar de que no se llevaban bien entre ellos,les gustaba compartir tiempo con el pequeño niño, pues lo encontraban agradable. Michael era una especie de mejor amigo, muy afectivo con Luke. Claro que Luke se encariñaba rápido y esa era la razón por la cual su amistad con Michael había sido tan repentina.

- ¿Fue el día? -preguntó Michael con emoción. Luke le había contando ya su gran anhelo.

- No, aún no. Quizás sea mañana.

- Mañana será, Lukey. -asintió Michael tomando la mano de Luke.

El rubio más pequeño miró sus manos, Michael las había entrelazado, y él se sentía bien. Nunca antes sintió la calidez de alguien tomando su mano con delicadeza y afecto, sus antiguos amigos ni siquiera le daban un abrazo afectivo y su madre a penas tenía una idea mínima de lo que era el afecto, Michael fue la primera persona en tratar a Luke de esa manera; pero no supo en ese momento que significó.
El niño de ojos verde esmeralda guió al menor por los pasillos del pequeño colegio, mientras algunas maestras los miraban algo confundidas; normalmente los niños ahí se empujaban unos a otros hacia el aula. En especial tratándose de Michael Clifford, aquél niño que para ser tan pequeño era muy malhumorado y detestaba a la mitad de sus compañeros por ser tan ruidosos, molestos, simples, descuidados e irrespetuosos entre ellos mismos. A Michael no le gustaba que todos se trataran a empujones, sobre todo porque su piel era demasiado pálida y le solían quedar algunos moretones y no le gustaba ver sus pequeños brazos marcados.

Pero había una razón por la cuál se llevaba bien con Luke, y era porque sabía como ganarse el cariño de alguien, era muy inteligente y risueño, muy torpe en ciertas ocasiones y aún así se comportaba de acuerdo a la situación y era muy dedicado en las cosas que hacía. Además de que Michael pensaba que Luke era lindo, sus ojos eran lindos, sus mejillas sonrosadas eran lindas, sus actitudes también lo eran. Él era lindo y a Michael le gustaba.

- Eres lindo. -dijo Michael mirando hacia el frente del pasillo, su cabeza ladeada a la izquierda y se veía pensativo.

- ¿Qué?

- Que eres lindo, Luke. -murmuró meciendo sus manos al entrar al aula hasta llegar a sus asientos.- Muy lindo.

Y Luke sintió algo dentro de sí mismo, le pareció que fue algo como cosquillas en su estómago y calor en sus mejillas. Apretó su agarre en la mano de Michael y lo miró a los ojos, los cuales Luke pensaba que eran lindos. Él se sentía de la misma forma que Michael, pero no sabía que era aquello.

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Esta cosa si será con capítulos cortos con menos de 1000 palabras y todo más simple, okkkk.

M + LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora