capitulo doce

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El viento fuerte y frío corría por toda la plaza. Oscura y llena de bancos. Adam y yo estábamos caminando lentamente mientras nos terminábamos los enormes helados que nos habíamos comprado.

Me frotaba con insistencia los brazos intentando conservar el calor corporal, pero digamos que tomar un helado no ayudaba mucho.

Llegamos al borde de la plaza. La zona más oscura de todas, y realmente si no estuviese con Adam estaría muy asustada. De alguna forma su presencia me hacía sentir muy segura.

– ¿Adam? –murmuré con la voz temblorosa.
–  ¿Qué sucede? –susurró rodeándome con un brazo.
– ¿Por qué no me dijiste que hacía frío antes de salir?
– Oh, lo olvidé. ¿Tienes frío? – Me dejó un tierno beso en la sien. Un gesto que Will jamás haría. Will no tenía la delicadeza de hacer de pequeños momentos, algo muy tierno e inolvidable. Un simple beso lo lograba para mí. Un simple beso que Adam lo haría sin problema, pero Will no.

– Si, tengo frío y ya no quiero este helado. –se lo pasé y él lo dejó en un basurero.
– Vamos –me tomó de la mano y me estiró hasta una zona más iluminada cerca de la calle que daba a las tiendas que la mayoría ya estaba cerrada.

– ¿Te importaría esperarme aquí? –preguntó.
– No. ¿A dónde irás?
– Solo espérame aquí –miró hacia atrás y luego volvió a mirarme. –No tardaré.
– Pero me da miedo.
– No estaré lejos. Ya vengo. –Sin dejarme responder salió corriendo hacía el asfalto.

Subí al banco y apreté las rodillas contra mi pecho titiritando de frío.

Miré a mí alrededor, Adam había desaparecido y no había muchas personas en aquel lugar oscuro y frío. Excepto una pareja de novios que se encontraba en la vereda de la heladería.

Unos veinte minutos luego pude ver a Adam trotando hacia mí. Llevaba una bolsa de papel en las manos. Y cuando pudo acercarse ahogué un grito de sorpresa cubriéndome la boca con las manos.

Lo que Adam llevaba en las manos era una bolsa de la tienda más hermosa de la ciudad, Silk Garden. Una tienda solo de prendas femeninas.

– Ya llegué. –suspiró cansando. –Es para ti.
– ¿Qué?
– Para que no tengas frío.
– Pero Adam –tomé la bolsa un poco insegura. – ¡No era necesario!
– Vamos, ábrelo.

Rompí la cinta que cerraba la bolsa y saqué una hermosa chaqueta de cuero del interior.

– No puedo creerlo. Adam, ¡Esto cuesta muchísimo!
– La mejor tutora no puede pasar frío. –ladeó una sonrisa mientras me acomodaba la chaqueta sobre los hombros.
–  ¿La mejor tutora? Ni siquiera hemos estudiado nada. –fruncí el ceño imitando su sonrisa.
– Pero… no sé. Lo supongo, ¿Eres buena tutora?
– No sé. ¿Eres buen alumno?
– Eso depende de la tutora.
– ¿Qué tipo de tutora crees que soy yo?
– Una con la que no me quedaría dormido en sus clases. – Levantó ambas cejas.

Solté una carcajada.
– Me halagas. – Puse una mano en el corazón.
– ¿Ya no tienes frío? –preguntó.
– No, y muchísimas gracias. – Lo tomé de las manos pero la enorme sonrisa que adornaba mi rostro se borró completamente.

La “pareja” que se encontraba en frente a la heladería eran Will y Spencer. Ahora estaban un poco más cerca. Spencer estaba frente a Will, con los dedos enredados en el pelo de mi “amigo” y él rodeaba la cintura de Spencer con sus brazos. Estaban a punto de darse un beso en los labios.

Spencer no había mentido. Will había vuelto con ella en menos de dos días.

Me había traicionado de la peor manera. Me había dicho que yo importaba más que ella y tras la primera “discusión” que tuvimos volvió a sus brazos.

Adam frunció el ceño y miró hacia atrás. Su mirada volvió a posarse en mis ojos y soltó un sonoro suspiro.

– Pasa de ellos, Lovecraft. –Sus manos me soltaron delicadamente y rodearon mi cintura. –Haward es un idiota. – Su rostro empezó a acercarse al mío. –Si no valoró a la increíble chica que tenía a su lado, es la persona más estúpida del mundo. Porque eres asombrosa, Zoey.

Y como una película romántica. Adam se inclinó y yo me paré de puntillas para unir nuestros labios en un tierno beso.

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