capitulo veinticinco

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Me aparté de la cama y fui a un rincón de la habitación, sujetándome de la pared, demasiado shockeado como para decir una palabra. Miles de preguntas se formaban en mi mente, provocándome un leve dolor de cabeza y mareos.

No podía prestar atención a nada, veía una imagen borrosa de Zoey abriendo los ojos de par en par mientras el doctor apuntaba una luz blanca hacia sus ojos y pronunciaba algunas palabras, vi a Zoey sonreír y decir algo, pero en realidad ya no escuchaba nada. ¿Cómo podría estar pasando? ¿Zoey había pedido un test de embarazo? ¿Habrá una posibilidad de que ella esté embarazada? No, no podía ser, yo no lo permitiría jamás, nunca.

Me rascaba insistentemente el rostro, esperando impaciente que el doctor salga, y así dejar salir todas mis preguntas de una vez, pero ¿Cómo hacerle eso a Zoey? Ya había visto la forma en que miró hacia sus piernas y jugó nerviosa con sus dedos, no le presionaría con las preguntas si ella no estaba muy segura, pero debía contármelo. Algo como eso no podía guardárselo sola, no podía ocultarme algo que me involucre tanto a mí como a ella.

 – Bueno Zoey, todo parece muy bien. –el doctor Bloom sonrió. –Te dejaré descansar y comer todo esto –apuntó a las bolsas del supermercado. –Con tu novio, ¿Sí? Vendré a la tarde.

 – Bien. –murmuró ella, pero no la vi, porque me volteé, apoyando la frente en la pared.

Escuché unos pasos y luego la puerta cerrarse, el silencio llenó la habitación tanto que casi escuchaba la respiración lenta y calmada de Zoey.

Luego de unos largos segundos, su voz débil llenó mis oídos.

 – ¿Will? –me llamó, con la voz temblorosa.

 – ¿Crees que es necesario? –pregunté sin voltearme aún.

 – Supongo. –musitó, adivinando el significado. –No te enfades, yo…

 – ¿Enfadarme? ¡Estoy aterrorizado! –me volteé y ella se sobresaltó. –No puedo permitirlo.

 – Es solamente para estar seguros. ¿Te acuerdas al menos de esos detalles en aquella noche? –estaba a punto de ponerse a llorar.

Rápidamente empecé a rebuscar recuerdos en mi mente, pero nada concreto aparecía, estaba tan ebrio, aunque tal vez no tanto como Zoey. Yo recordaba casi todo. Pero aquel estúpido detalle no pertenecía a ese “casi todo” de lo que recordaba.

 – No lo recuerdo, pero yo jamás lo haría, Zoey. –me acerqué a ella.

 – No lo sabes, siempre dices “jamás lo haría” y terminas haciéndolo. –esta vez, ya estaba llorando, su voz sonaba ahogada, y las lágrimas caían hasta tocar sus labios.

 – Pero, ¿Te pones a pensar en todo lo que sucedería? –me senté al borde de la cama cuando imágenes de Zoey con un bulto en la barriga se presentó en mi mente, provocándome un escalofrío a lo largo de la espalda.

 – No quiero pensarlo. No quiero pensar en eso ahora. –se incorporó un poco más.

 – Zoey, yo…  – la abracé entre mis brazos fuertemente y le besé en la coronilla. –Yo estaré contigo, ¿Sí? –no me veía capaz de decir otras cosas que palabras de aliento. –Y estoy seguro de que nada va a pasar, nos estamos asustando por nada. –traté de sonreír, creyéndome la idea y apoyando la barbilla en su cabeza ya que ella había escondido su rostro en mi pecho. –Tranquila –susurré.

 – ¿Estaremos bien? –preguntó.

 – Estaremos bien. –le confirmé, acariciando lentamente su espalda, por entre los nudos que sujetaban el atuendo del hospital, no llevaba una camiseta debajo, justo como ayer. –No tienes que preocuparte por nada de nada, ¿Ok? –la tranquilicé no solo a ella, también a mí.

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