capitulo diecisiete

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                                                                  ***

Sonreí y suspiré al mismo tiempo que abrazaba mi almohada otra vez. Inconscientemente le di un beso y luego fruncí el ceño. ¿Un beso a la almohada?

Estaba segura de que lo había hecho pensando en alguien. Pero no estaba segura de en quién. El recuerdo se borró apenas me di cuenta de lo que hacía.

Mi celular sonó con una versión remix de Somebody to love de Queen que Will, hace dos años atrás, había asignado como el tono que sonaría cuando él me llamase.

 – ¿Will? –atendí.
 – estoy yendo a tu casa. –canturreó.
 – ¡¿Qué?! –me incorporé rápidamente de la cama.
 – Si. Estoy llegando.

Oh, maldita la casa de Will que está tan cerca de la mía.

 – Están solas, ¿no? –preguntó refiriéndose a Sarah y a mí.
 – No, de hecho…
 – ¿Adam? Estoy viendo su motocicleta. Uh, está buena.

No sé por qué, pero la imagen de Will bajando los lentes de sol para mirar la motocicleta como si fuera una chica en bikini se formó en mi mente haciéndome sonreír.

 – Si, se quedará a cuidarnos.
 – ¿Cuidarlas? A ti más que a Sarah, ¿Eh? –rio.
 – No te importa.
 – Qué rápido me has cambiado.

Puse los ojos en blanco. Y la voz de Will interrumpió lo que estaba a punto de decir.

 – Hola Adam. –pude escuchar a lo lejos a través del  celular. Will había entrado y saludado a Adam.
 – Eh, Haward. –oí.

Y luego nada más. Will cortó la llamada.
Me saqué las sábanas rápidamente y salí por la puerta cuando choqué con Will.

 – Oh, ¡Will! –lo miré.
 – Hola. –ladeó una sonrisa.
 – ¿Cómo estas? Eh…  – me acomodé un mechón por detrás de la oreja.
 – Bien. Ya vi a Adam.
 – Ya sé. ¿Preguntó qué hacías aquí?
 – Sí. Dije que venía a verte. –su mirada recorrió mi cuerpo lentamente.
 – ¡Will! ¿Cómo te atreves…? Es mi novio. Solo debiste decir que… no sé. ¡Otra cosa!
 – ¡Bien! –levantó los brazos en forma de inocencia. –Pero si es cierto, –me recorrió con la mirada otra vez pero esta vez la fijo en alguna parte específica. –he venido a verte.
 – No quiero que me veas. Es mi momento con Adam. –me crucé de brazos.
 – ¿Un día entero a solas porque tu madre no estará? –sonrió travieso.
 – Sí.
 – Uh, divertido, ¿eh?
 – Cállate. –golpeé su brazo.

Oí pasos en la escalera y cuando me volteé, Adam ya estaba allí.  Con una bandeja llena de cosas para comer. Pan normal y tostadas, mermelada, dulces, un pastelito de los que suelo comer en el instituto, una humeante taza de café, cubiertos y en el centro una flor que parecía recién arrancada del patio.

 – Ya está… ah,  – la mirada de Adam recorrió mi cuerpo. No había visto el diminuto short que llevaba puesto. –Eh…  – miró a Will y luego mi cuerpo otra vez. Se mordió el labio inferior. –Tu… tu desayuno.

Genial. Dos chicos mirando mi cuerpo como si fuera una de esas modelos de ropa interior. ¡Qué incómoda me sentía!

Estiré mi camiseta tratando de taparme un poco más.

 – Déjalo en… la cama. –lo vi avanzar hacia mi habitación y entré detrás de él.
 – ¿Para qué has venido a ver a Zoey? –preguntó Adam en cuanto dejó la bandeja en la mesita de noche y se volteó hacia Will.
 – ¿No puedo verla? –sonrió. –Por favor, tú también quieres verla, ¿no?

La mandíbula de Adam se tensó y alzó un poco la barbilla.

 – Sí, pero es diferente. A ti no te gusta ella.
 – No estés tan seguro.

Abrí los ojos de par en par y me esforcé por no abrir la boca sorprendida por lo que acababa de decir. Adam murmuró algo que no entendí y se abalanzó hacia Will.

 – ¡Paren! –grité antes de que empiecen a intercambiar golpes de verdad.

Adam alcanzó a golpear la cara de Will apenas, pero éste no le devolvió el golpe ya que yo me había metido en el medio.

 – ¿Qué les pasa? –pregunté gritando. Podía oír la respiración agitada de Adam detrás de mí.

Vi la mano de Adam apuntar a Will amenazadoramente.

 – Eres un…  – dijo.
 – ¡Nada! –lo interrumpí.
 – ¿Qué? ¿Acaso no escuchaste lo que dijo? –me preguntó exasperado.
 – Sí escuché, Adam. Cállate.

Will se acercó unos pasos. Su mandíbula estaba tan tensa como la de Adam y respiraba entrecortado, mirándolo a los ojos.

Su mirada se desvió rápidamente para encontrarse con la mía. Sus labios se abrieron a punto de decir algo pero Adam fue más rápido que todo. Su brazo pasó al lado de mi cabeza y le atinó una bofetada entre la sien y la mejilla.

 – ¡No! –grité y me encogí entre ambos cuerpos.

Empezaron a golpearse.
Instintivamente me tapé la cara y los oídos pero logré oír algunas groserías y golpes luego de apartarme a un lado para no quedar aplastada.

Me senté a un lado, contra la pared. Mientras finas lágrimas mojaban mis mejillas. Observando como los dos chicos que me gustaban y que me volvían extrañamente feliz, se golpeaban.

Grité algunas palabras, pero no me oían.

Will era una pulga al lado de Adam. Adam lo podría lastimar en serio si lo golpeaba fuerte. Pero Will no se quedaría atrás, nunca se dejaría golpear porque sí. A pesar de ser chiquito, era escurridizo y sabía dar golpes.

Volví a mirar hacia ellos y pude ver como Will trataba de sostenerse de la camiseta de Adam en el momento que éste lo cargaba para lanzarlo contra el suelo.

Will cayó al suelo de espaldas pero enseguida reaccionó pateando a Adam en la pierna.
Me tapé los ojos y escondí la cara entre las rodillas, esperando que todo terminase enseguida, y sin derramar sangre.

Volví a escuchar otras palabrotas salir de la boca de Adam y luego de Will. Seguido del sonido de sus golpes y me levanté.

 – ¡Basta! –grité.

Pero no hicieron caso. Estaban tan concentrados luchando que capaz ya se habían olvidado el motivo.

 – Son unos idiotas, ¡los dos! –volví a gritar con la voz llorosa y salí de la habitación limpiándome la cara. Al escuchar el portazo, ambos reaccionaron.

 – ¡Zoey! –gritaron al unísono.

La puerta se abrió y los dos intentaron salir, pero no cabían. En una situación normal, estaría rompiéndome en una carcajada ante tal escena, pero no ahora.

 – ¡¿Quieres salir?! –gritó Adam mirando a Will.
 – Muévete tú, patán. –lo empujó.

Corrí escaleras abajo y salí al patio. Sin importar que seguía con mi pijama puesta.

 – ¡Zoey! –volvieron a gritar los dos.

Otros gritos como “Es mi novia”,  “Yo la conozco de antes”, “Yo la conozco mejor” y “Ella me quiere más” se escucharon cada vez más cerca de mí.

Peleaban por todo lo que tenía que ver conmigo. Por primera vez, dos chicos peleaban por mí. Y no, no era bueno, para nada.

 – No es cierto. –murmuré a sus espaldas y los dos se voltearon. –No soy su novia, no me conocen de antes, no me conocen mejor y no les quiero más.
 – ¿Qué? –preguntó Adam. Su pecho bajaba y subía rápidamente.
 – ¡No me conocen! Esa es la verdad. ¡Los dos son unos tremendos idiotas! –caminé de vuelta a la casa y me acosté en la sala.

Encendí la televisión tratando de no escuchar la nueva discusión que habían armado en el patio.
No gritaban, pero hablaban bastante enojados.

Solo esperaba que Sarah siga durmiendo. Porque no estaba de ánimos para explicar todo lo que estaba sucediendo.

Me tapé con la manta de color rojo que siempre descansaba sobre el sillón y me cubrí hasta la barbilla cuando oí una motocicleta alejarse a toda velocidad. No podría saber si había sido Adam o Will.

Al cabo de unos veinte minutos, la puerta de entrada se abrió y se cerró de un portazo.

 – ¿Zoey? –la voz de Will inundó todos mis sentidos.

Suspiré profundamente y cerré los ojos, fingiendo estar dormida.

 – ¿Zoey? –volvió a preguntar cada vez más cerca. Escuché un suspiro y se arrodilló frente a mí. – ¿Estás dormida? –esperó un momento. Podía sentir su respiración muy cerca de mi rostro – vamos, no lo estás. –me apartó un mechón de la cara.
 – ¿Qué es lo que quieres? –abrí los ojos. Estaba tan cerca de mí que casi grito.
 – Perdona por eso.
 – No voy a perdonarte hasta que me des razones para hacerlo. Ni a ti ni a Adam.
 – ¿Entonces ya no es tu novio? –sonrió apenas.
 – No dije eso.
 – Pero Zoey, yo…
 – Nada, Will, y aléjate un poco que me molestas. –alejé un poco mi rostro del suyo.
 – Entonces… ¿Salimos hoy?
 – ¿Qué? No.
 – Te daré razones para disculparte. Pasaré por ti a las siete. –se levantó y sin dejarme responder salió por la puerta.
 – ¿Qué? –volví a preguntar pero solo para mí misma.

Genial, Will iba a pasar por mí a las siete. ¿Para darme razones? ¿Qué razones puede tener para que lo disculpe una vez más?
Nunca había estado en una situación así antes. Will y yo nunca peleábamos.

Me acomodé en el sofá y con un suspiro me puse a pensar qué estaríamos haciendo ahora mismo si nada de nada hubiera pasado.

Estaríamos despertando. Will en un colchón en el suelo y yo en mi cama. Sonriéndome como siempre lo hacía, con los ojos entrecerrados y el cabello despeinado, tan hermoso.
Desayunaríamos con todo lo que encontráramos y luego veríamos películas.

Inconscientemente volví a suspirar.

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