capitulo veintiseis

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Antes de que pueda balbucear cualquier cosa, alguien empujó la puerta,  y pude ver a mi hermano asomando la cabeza tímidamente. Me incorporé, pero no me bajé de la cama. Zoey suspiró, pero enseguida sonrió fingidamente.

 – Hola, ¿Puedo pasar? –Alex puso un pie dentro.

Zoey se volteó sonriendo más ampliamente hacia él.

 – ¡Hola, Alex! ¡Pasa! –se acomodó con dificultad.

 – ¿Cómo estás? –chocó el puño con el mío y se sentó en el sillón de al lado.

 – Bien. ¿Y tú? –contestó ella, una pequeña vena cerca de la sien le titilaba, como siempre que estaba enfadada.

 – Bien, salí del instituto y luego fui a tu casa con Sarah unos minutos. –nos apuntó. –Eh… ¿Interrumpí algo?

 – No, para nada. –Zoey me miró unos segundos. – ¿Qué está haciendo Sarah? ¿Por qué no vino? –extendió una mano para entrelazarla con la mía, como un gesto tierno, pensé y la entrelacé animadamente, pero me clavó las uñas tan fuerte que casi chillo y antes de que pueda sacar mi mano, me la sostuvo fuertemente para que no la suelte.

 – Dijo que estaba un poco ocupada pero quería que vaya a buscarla en media hora para venir. Así que… –apuntó a la puerta. –Enseguida iré de vuelta.

 – ¿Y mamá y papá? –pregunté, sujetando con la otra mano la mano de Zoey para que no me siga apretando, aunque no podía lograr que me suelte.

Alex se encogió de hombros.

 – Trabajando. –musitó sin darle mucha importancia.  – ¿Puedo comerme esto? –preguntó sacando un paquete de papas fritas de una de las bolsas que aún quedaban.

 – Hazlo. –dijo Zoey.

 – ¿Sabes cuándo vas a salir? –preguntó Alex con la boca llena de papas crujientes.

 – Tal vez hoy. Nos traerán los resultados y creo que me podré ir. –le explicó Zoey, mi rostro de seguro ya estaba rojo. Tenía tanta fuerza que no podía lograr que me suelte.

Miré a Alex fijamente esperando que lo capte y tras unos segundos de estar concentrado en Zoey se volteó hacia mí, momento que aproveché para hacerle un sutil gesto con la cabeza para que se vaya. Él frunció el ceño, lo volví a hacer pero no parecía entenderme ya que movía los labios como un “¿Qué?” repetidas veces, hasta que toda la escenita se hizo muy obvia y Zoey me miró.

 – ¿Qué pasa, Will? –preguntó Alex.

 – ¡Que te vayas! –vociferé, haciendo que Zoey y Alex se sobresalten. –Ve a hacer cualquier cosa, a buscar a Sarah y por favor tárdense en el camino. Necesitamos estar solos. –exploté apuntando a Zoey y luego a mí con un movimiento de la muñeca.

 – Pero… –Alex nos miró a los dos intercaladamente. –dijeron que no había interrumpido nada. –murmuró con cara de gatito mojado.

 – ¡Es lo que se dice para ser educado! –grité y Alex se levantó rápidamente.

 – ¡Bien, bien! Me voy, ¡No me grites! –sin soltar las papas fritas caminó a la puerta y la cerró con todas sus fuerzas, intentando dar un portazo. Pero no le salió ya que las puertas de aquel hospital estaban preparadas y frenaban automáticamente antes de llegar y así cerrarse lentamente.

Zoey miró la puerta cerrarse y luego se volteó hacia mí, boquiabierta y con las cejas levemente fruncidas.

 – ¡¿Qué?! –gritó con voz chillona y me soltó, prácticamente tiró mi mano a un lado. – ¿Por qué hiciste eso?

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