capitulo quince

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– Adam Lekker, ¿Eh? –mi mamá lo miró con una sonrisa mientras servía un poco de ravioles en su plato.
 – Así es. –sonrió asintiendo.
 – Nunca oí a Zoey hablar de ti.

Adam me miró levantando ambas cejas y me sonrojé.

 – Porque no nos conocíamos muy bien. –murmuré.
 – Luego hablaré contigo, señorita. –mi madre me dirigió una mirada extraña.

Claro, apenas una noche antes me encontró con Will en mi habitación y ahora le presento a Adam como mi novio.

Me daría una larga charla de que no debía ser así, de seguro. Porque en realidad, había actuado como era común en Spencer. Un día con uno y al siguiente con otro. Y ¿Yo parecerme a Spencer? Jamás. Ni muerta.

 – ¿Hace cuánto que salen?
 – No hace mucho… solo –Adam me miró. – ¿Dos días?
 – Sí. –asentí.
 – Oh, poquito. Y… ¿Qué tal van con el trabajo?
 – Bien, avanzamos poco porque queremos hacerlo bien. –dije.
 – No lo lleves al instituto hasta que yo lo vea.
 – Bueno. –probé el primer bocado y todo quedó en silencio un momento.
 – ¿Y Sarah? –preguntó mi madre frunciendo el ceño.
 – No sé. Anda muy enamorada. –sonreí.
 – ¿Mi nena está enamorada?

Oí los pasos de Sarah corriendo hacia nosotros.

 – A ti no se te escapa nada, ¿eh? No te contaré nada más. –me dio un golpe en el brazo y se sentó a mi lado.
 – ¿Me vas a contar?   – mi madre la miró cruzándose de brazos.

Adam solo se limitó a comer y mirar desde un costado. Sonreía por la forma en que discutíamos y terminábamos riendo.

Yo no conocía nada sobre él, ni sus padres, sus hermanos, o su hogar. Nada. Realmente, estaba saliendo con un total desconocido.

Dejé el tenedor a un lado y miré el plato por un momento.

Me desconecté por completo de la conversación entre Sarah y mi mamá para concentrarme en Adam. ¿Qué hacía Adam cuando llegaba a su casa? ¿Con qué tipo de personas se relacionaba? ¿Dónde vivía?

Me volteé a mirarlo.

 – ¿Tú donde vives, Adam?

Tragó el último bocado y su vista se clavó en mí.

 – En mi casa. ¿Dónde más?
 – Me refiero a en qué lugar, en qué calle.
 – Con Max. –murmuró y apenas pude oírlo.
 – ¿Vives con Max? –me acerqué más.
 – Sí. –sonrió. –Tengo un hogar, claro. Pero me gusta más el sótano de Max. No me gusta mi casa y los padres de Max son geniales.
 – Eres un loco. –sonreí. –Mami, ¿Podemos salir?
 – ¿Ya terminaron? –preguntó.
 – Mmm, sí. –tomé la mano de Adam y tiré de él hasta afuera.


***

 – ¿Qué sucede? –preguntó Adam una vez que nos encontramos en la vereda de mi casa, al lado de su motocicleta.
 – Nada. Solo quería estar contigo un ratito más. –sonreí parándome de puntillas. Y era cierto. Me había acostumbrado a sus labios y a sus abrazos en tan poco tiempo, realmente me gustaba Adam.
 – Mejor para mí. –se acercó a besarme y lo abracé.

Lo abracé olvidándome por completo de Will por un momento, olvidándome de Alex, de Sarah, de Spencer. De todos.

Un gruñido salió de lo profundo de la garganta de Adam y el beso perdió intensidad.

 – Estas… vibrando. –susurró.
 – ¿Vibrando? –fruncí el ceño y Adam apuntó al bolsillo de mi pantalón. –Ah, –sonreí. –Es… es Will. –lo miré apenada luego de echar un vistazo a mi celular.
 – Atiende. –sonrió dulcemente y se apoyó contra la motocicleta.

Me alejé unos pasos y atendí la llamada.

 – ¿Hola?
 – ¿Estás lista? –lo oí decir.
 – ¿Para qué?
 – Para el mejor día de tu vida.
 – ¿Me llevaras al concierto de One Direction? –reí.
 – No, ¿Cómo crees? Es algo mejor. Pasaré por ti en veinte minutos. Ponte linda.
 – No… Will, estoy…  – cortó. –Maldito. –susurré al teléfono.

¿El mejor día de mi vida? Por favor, cualquier cosa que me diera Will en estos momentos eran de todo menos buena. Pero debía ir. Sentía una curiosidad tremenda saber cuál era su sorpresa.

Pero, ¿Cómo deshacerme de  Adam sin que sospeche?

Besos. Podía distraer a Adam de cualquier cosa si lo besaba. Era así de fácil.


 – Estoy cansada. –suspiré cuando llegué a su lado otra vez y para hacerlo más creíble fingí un bostezo.
 – ¿Sí? –tomó mi cintura y me atrajo hacia él.
 – Ajá. –me rasqué un ojo con mi puño tratando de verme tierna.  – ¿Nos vemos mañana?
 – ¿Qué quería Haward?
 – Eh… quería, no sé. Tú sabes que Will a veces llama para decir estupideces. Pero dijo algo sobre sus pinturas.

Adam frunció el ceño. No se lo creía para nada. Era el momento perfecto para que mis labios entren al ataque.

 – Nos vemos mañana. –susurré y lo besé lentamente. Soltó un leve gemido y murmuró.
 – Bien.

¡Bien! Se sentó a horcajadas sobre su motocicleta y se ajustó la correa del casco. Lo besé otra vez.

 – Adiós. –sonreí.
 – Adiós, hermosa. –se acercó y me dio un último beso.

Apenas desapareció, corrí a la puerta de mi casa.

 – Mami, ¡saldré un momento! –grité tomando la chaqueta que Adam me regaló.
 – ¿A dónde? –preguntó.
 – Con… Alex, un rato.
 – ¿Alex? –preguntó Sarah volteándose.
 – Si, tu novio, Sarah. Tu novio – Se sonrojó.
 – No es mi novio.
 – ¿Puedo? – volví a mirar  hacia mi madre.
 – Bien. Te quiero aquí a las once en punto. –miró su reloj.
 – Excelente. –salí corriendo.

No le dije que saldría con Will o no me dejaría, desde luego. Eran las nueve y cuarto. Tenía más de una hora para estar con Will y su “sorpresa”.

El Tahoe de Will paró frente a mi casa y antes de que mi madre o mi hermana puedan verlo subí y salimos disparados.

 – ¿A dónde vamos?
 – Al parque. –sonrió sin vacilar.
 – ¿No que sería el mejor día de mi vida?
 – Eso sólo fue para llamar tu atención. Y aquí te tengo. –su sonrisa se amplió.

Genial, estaba en el Tahoe, atrapada con Will, rumbo al parque. ¿Qué se traía entre las manos? Había actuado como un total idiota y ahora ¿Me invitaba al parque?

Aún no habíamos llegado. Estábamos a más o menos cinco cuadras y Will conducía lento. Muy lento. Como una ancianita que aprende a conducir y encima no ve bien.

¡Y, por favor!  Will Haward nunca conduce lento. Jamás. ¿Qué le sucede ahora?

Tenía una sola mano sobre el volante y la otra apoyada en la puerta. Mirando fijamente al frente.

 – ¿Me puedes decir a qué se debe esto? –rompí el silencio mirándolo.
 – ¿Acaso ya no puedo invitar a una mejor amiga al parque? –murmuró sin expresión alguna y sin apartar la vista del camino ni un segundo.
 – ¿Mejor amiga? –miré a la ventana. Viendo los demás hogares y las tiendas pasar lentamente. –Te equivocas. Yo he dejado de ser tu mejor amiga hace unas semanas.
 – Tú dijiste que querías que todo fuera como antes, Zoey. Esto es ser como antes, ¿no crees?
 – Nada volverá a ser como antes, Will.
 – No lo será si no lo intentamos. –detuvo el Tahoe y abrió la puerta.

Me quedé unos segundos dentro, mirando como se alejaba y se perdía en la oscuridad de la noche en el parque, entre los árboles.

Abrí mi puerta y bajé para seguirlo.

 – ¿Intentar? Entonces deberías empezar por terminar con Spencer. Y hablo de terminar en serio.
 – ¿Qué tiene que ver Spencer en todo esto? ¿Desde cuándo ella se volvió un obstáculo en nuestra amistad? –Estaba de espaldas y todo era muy oscuro. Pero podía distinguir su camiseta blanca desde metros.
 – Desde siempre.
 – Admite que te dan celos que sea mi novia. –se volteó.
 – ¿Celos? ¿Yo? ¿De ella? –lo miré incrédula.
 – Sí. –me desafió con la mirada.

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