capitulo diecinueve

6.1K 297 5
                                    

Había dormido de lo mejor posible, Copito el conejo estaba mucho mejor que antes y mis piernas estaban enredadas con algo que supuse que serían un montón de sábanas. Mi camisón rosa, que normalmente llega hasta mis muslos estaba subido hasta la cintura, como siempre sucedía cuando dormía con vestidos, pero no me importó ponerlo en su lugar por el momento. El sol no llegó a mi rostro como lo hacía todas las mañanas a pesar de ser ya como las once de la mañana y sonreí antes de abrir los ojos. Aunque afuera hacía tanto calor afuera, mi habitación estaba agradable.

Volví a acomodarme considerando la idea de dormir un rato más, pero sentí unos fuertes brazos abrazándome, uno por debajo de mi cabeza y el otro sosteniendo mi cintura. Abrí los ojos rápidamente, pero no reaccioné gritando, porque lo que tenía enfrente era la cosa más tierna del mundo.

Aparte de haber abrazado a Copito anoche, abracé también algo mucho más grande y fuerte. A Will.
¡Claro! Acordamos en que él dormiría en mi habitación y yo en la de mi madre, pero yo no me di cuenta en el momento que entré a mi cuarto anoche por la madrugada.

Pensé en la idea de alejarme lentamente hasta lograr salir, pero había dos problemas: 1, el brazo que me sostenía de la cintura estaba muy firme, como si no quisiera que me vaya, y en cuanto me moviera, despertaría. Y 2, (y más importante), era yo la que no quería moverse, no quería salir de sus brazos en ningún momento porque había que admitirlo, me encantaba y había fantaseado con este momento desde los quince años.

Miré su rostro una vez más, tan tranquilo como hace días no lo veía, su respiración era lenta, como la de la persona más descansada del mundo, chocaba suavemente con mi mejilla sin ningún esfuerzo. Miré por debajo de la frazada y pude ver que llevaba un short y no llevaba una camiseta, tal vez por el calor que tenía. Mis piernas estaban enredadas con las suyas, no eran sábanas como pensé hace un momento.

Me pregunté qué habrá pensado cuando despertó a la madrugada y me vio durmiendo a su lado, aunque también, pudo no haberme visto aún y solamente me abrazó por instinto, pero no parecía muy probable, opté por creerme la segunda; él sabía que yo estaba ahí.

Me removí en mi lugar provocando un gemido de parte de Will, lo miré alarmada pero seguía dormido como un bebé. Levanté la mano y acaricié su áspera mejilla a causa de la barba, lentamente. Volvió a gemir, se acomodó un poco y abrió los ojos. Apenas me vio, sonrió.

 – Buen día. –murmuró con voz ronca y pude sentir como el dedo pulgar de la mano que estaba sobre mi cintura se movía, acariciándome.
 – ¿Cómo estás? –sonreí también.
 – ¿Cómo crees? Desperté de la mejor manera. –recorrió mi rostro con la mirada.
 – Eh…me equivoqué de habitación, de verdad. Lo siento mucho.  – ignoré su cumplido.
 – Esta es tu habitación. –me sujetó de la muñeca adivinando que estaba a punto de levantarme.
 – Pero tú debías dormir aquí, no yo. En serio, no me fijé y tenía demasiado sueño.
 – Está bien, Zoey. Tranquila. –sonrió.

Me mordí el labio inferior y me dejé llevar por mis fantasías de los quince años. Me acerqué, él se acercó y nuestros labios se encontraron. Suaves, sin ningún movimiento brusco, su mano volvió a mi cintura, se apretó y acercó mi cuerpo al suyo. Tras unos segundos nos separamos, sentía mis labios apenas sonrosados, y su mirada recorrió de nuevo mi rostro hasta posarse en mis labios.

 – Will. –murmuré.
 – ¿Qué? –susurró en el momento que soltó mi cintura para apartarme el cabello que me caía en la frente.– ¿Por qué me besaste? –no me miraba a los ojos, miraba fijamente cada mechón de pelo que iba apartando de mi rostro.
 – No sé. –susurré también. – ¿Por qué no me despertaste anoche cuando te diste cuenta de que estaba aquí?
 – Porque te ves hermosa durmiendo y… ¿Te soy sincero? –suspiró.

Asentí.

 – Por favor.
 – Desde hace ya unos años he querido abrazarte como lo hice anoche. –dijo y seguido me dejó un beso en la frente de forma protectora. –Perdón si te molestó o…
 – No. No te disculpes, eh… está bien.

Sonrió.

 – La primera vez que pensé que dormiría abrazado a ti fue en aquella noche. Pero tú tenías un vestido muy provocativo y no estábamos en nuestras casillas así que… sucedió otra cosa.

Escondí mi rostro en su pecho y reí.

 – ¡Qué vergüenza! –murmuré y mis mejillas se tornaron rosadas y tibias.

Escuché una risa de parte de él y luego sentí su mano amarrada al borde de mi vestido pijama, intentando ponerlo en su lugar de nuevo. El contacto de sus nudillos contra mi  muslo me estremeció por completo.

 – Ponte bien el pijama, eres una chica, Zoey. –rio mientras miraba hacia  nuestras piernas por debajo de la sábana.
 – Oh, es verdad. ¡Más vergüenza! –me acomodé el vestidito rápidamente, la idea de que haya visto mi ropa interior me incomodaba mucho.
 – Te ves  ridícula. –sonrió.

Quise mostrarme ofendida pero no pude aguantarme la risa que me provocó ver su expresión.

 – Pues tú tampoco estás en tu mejor momento –golpeé su brazo con el conejo de peluche que teníamos en el medio.
 – Pero eres hermosa. –se acomodó un poco sin despegar la vista de mis ojos. Puse los ojos en blanco.
 – No puedo verme ridícula y hermosa, tonto. –reí.
 – ¿Hermosamente ridícula? –me sacó a Copito de la mano, entrelazó sus dedos con los míos y comenzamos a juguetear.
 – O, ridículamente hermosa. –reí.
 – Eso se escucha mejor.

Sonreí, pero enseguida me puse seria. Tenía preguntas que hacerle y pensé que capaz éste era el momento perfecto.

 – ¿Will?
 – ¿Hm? –murmuró, su rostro estaba a centímetros del mío.
 – Mike dijo… Mike dijo que tú “me usaste”

Frunció el ceño.

 – Esa noche. –aclaré.
 – Ah…  – asintió y de repente sentí vergüenza. Capaz ya no quería que hablemos de eso. –Eh… supongo. Estaba muy enfadado con Spencer y…  quería como olvidarlo. Pero no quiero que pienses eso porque realmente fue una estupidez. No debí hacerlo.

Asentí levemente y bajé la mirada.

 – Desearía que no lo hubieras hecho…  – murmuré y no me escucharía de no estar tan cerca como lo estaba.
 – ¡Yo tampoco! Te juro que si pudiera volver el tiempo atrás y evitarlo, lo haría sin dudarlo, Zoey. Y no puedo creer que…
 – ¿Sabías que fue mi primera vez? –lo interrumpí.

Los ojos de Will se abrieron como platos y se alejó bruscamente. No pude evitar morderme el labio inferior y volver a bajar la mirada. Will se alejó, y pasó de la posición de costado en la que estaba a ponerse boca arriba, tapándose los ojos.

 – No. –murmuró y se frotó todo el rostro. –No tenía idea. –se sentó al borde de la cama.

Me quedé unos segundos mirando su ancha y musculosa espalda, se podía notar claramente lo tensa que estaba. Podía sentir como los ojos me picaban, a punto de hacerme llorar, apreté los labios con fuerza y cuando intenté decirle algo, él interrumpió.

 –William Paul Haward eres un ¡idiota! –se gritó a sí mismo resaltando la última palabra mientras golpeaba el colchón.
 – Will…  – me incorporé y me acerqué a él, apoyé la mano en uno de sus hombros un poco insegura. –Will, tranquilo…
 – ¡No! –gritó. –Perdón. No –dijo más tranquilo. –Pero, ¿Cómo voy a estar tranquilo con lo que acabas de decirme?
 – No pensé que te lo tomarías así.
 – ¡No lo sabía! Me refiero a que… tenías un novio antes, ¿Cuál era su nombre? ¿Brian?
 – Liam. –lo corregí en un murmuro.
 – Lo que sea. Pensé que ya había sido con él. ¡Estuvieron juntos como tres años!
 – Pero era pequeña, Will. Y soy yo. Perdona pero no soy como Spencer. A mí sí me importan esas cosas.
 – Y yo lo arruiné. No puedo creerlo. –se levantó.
 – Will... –caminé hacia él y lo abracé por la espalda.
 – ¿Qué?  – intentó alejarse pero suspiró profundamente dejándose abrazar.
 – No quería que te sientas mal. Sólo que… sepas eso, necesitaba contárselo a alguien y a pesar de todo, es en ti en quien sigo confiando.
 – Pero no puede ser. –volvió a fregarse la cara con las manos. –Si tan solo lo hubiese sabido antes. No lo habría hecho por nada del mundo, Zoey. Me habría aguantado sea como sea. ¡Ni siquiera lo hubiera pensado!
 – Pero ya pasó. Y aunque éramos mejores amigos no te iba a contar eso antes.
 – ¿Por qué?
 – Tú tampoco lo hiciste. No conozco tu historial, ¿por qué tener que contarte yo el mío? –apoyé la mejilla contra su espalda
 – Ahora lo hiciste.
 – Porque es diferente.
 – Si, ahora yo soy un maricón. –se volteó al fin y lo abracé fuertemente por la cintura.
 – ¿Y recién ahora te das cuenta? –reí un poco.
 – Soy tan estúpido.  – suspiró.
 – No...  – musité.

Nos quedamos abrazados unos segundos en total silencio, ninguno hablaba y nada más podía escuchar el irregular latido de su corazón contra mi oreja.

 – ¿Te sientes mejor? –pregunté. Estaba apoyada contra su pecho desnudo, escuchando como sus latidos se iban calmando de a poco.
 – No, nunca me sentiré mejor. –él me abrazaba fuertemente acariciándome la cintura de vez en cuando.

Levanté la mirada y me encontré con sus ojos achocolatados fijos en los míos.

 – No deberíamos estar haciendo esto. –musité tratando de separarme de él .

Separó los labios a punto de contestar pero alguien fue más rápido.

 – No se detengan por mí. –murmuró una voz detrás de mí.

Una voz gruesa, perfecta, y sensual. El rostro de Will se endureció y su mirada pasó por sobre mi cabeza.

 – Agh, mierda. –susurró mientras la fuerza de sus manos sobre mi cintura se iba aflojando.

Our MistakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora