Natalia.
Observo como camina, aproximándose a nuestra posición, y sin ninguna razón, las piernas comienzan a temblarme en señal de nerviosismo, por lo que inmediatamente coloco los libros sobre éstas, evitando que alguien pueda verme de tal manera.
¿Qué mierdas me pasa?
—¿Me llamabas? —oigo su voz, a lo que alzo de nuevo la mirada, encontrándomelo apenas a un metro de mí, justo en frente de Kathy.
Me recuerda el momento en el que lo tuve a tan escasa distancia, aunque a pesar de la ventanilla que nos separaba, pude captar sus ojos, que parecen haberse enganchado a mis sueños cada vez que duermo.
—Sí —chilla Kathy, sonriendo de manera exagerada, lo que hace soltar una risa a mi otra amiga— ¿Tu hermano dónde está?
Continúo observándolo, mientras éste se recoloca la mochila sobre sus hombros, apartando la mirada de mi amiga.
—Supongo que vendrá ahora —responde, alzando ambas cejas, en una expresión indiferente.
Mi amiga, Kathy, asiente, volviendo a colocar sus talones sobre el suelo y, suelta un suspiro, rodando los ojos cuando observa como Jesús le da espalda y vuelve a andar hacia su anterior sitio.
—Imbécil... —murmura por lo bajo, aunque ambas, Angie y yo, la oímos y al momento nos levantamos, situándonos a su lado.
—¿Quién era ese? —le pregunta Angie, haciendo así que Kathy desvíe la mirada hacia nosotros, soltando un suspiro.
—Jesús, su hermano —responde, sin embargo, cuando Angie alza una ceja, insistente, ésta vuelve a hablar, dirigiéndose a mi otra amiga— El hermano de Daniel, hija.
—Oh... Entiendo —asiente, moviendo su cabeza de arriba a abajo, en continúo vaivén, y frunciendo sus labios— ¿Y dónde está tu súper amiguito Daniel?
Reprimo una sonrisa ante su nuevo mote y observo como Kathy alza ambas cejas, ofendida, sin embargo, no tarda en responder a Angie, volviendo a adoptar una sonrisa por tener que hablar sobre... ¿Daniel?
Mientras tanto, yo desvío la vista hasta donde hace unos minutos se encontraba Jesús, y lo contemplo, aunque tratando de no llamar demasiado la atención.
Es un chico, francamente, atractivo y tanto su actitud como su pose contribuyen en su carácter que parece ser indiferente y frívolo.
Oh, igual que tú.
Supongo que la mujer que conducía el coche que por poco me atropella la noche anterior tiene algún parentesco familiar con este chico, quizás sea su madre o tal vez su tía...
Por un momento llego a preocuparme por aquella noche. Él estuvo presente en mi "casi atropecho", y aún sin saber de mí, ha conocido mi lado más oscuro, del cual nadie podría saber su existencia.
Y ahora... Tal vez ya esté al tanto de mi autoridad en este instituto y se esté mofando de mí, sabiendo que tendrá armas con las que amenazarme y salir beneficiado. Quizás ya esté planeando mi caída social y por eso me ha mirado de tal manera en clase de matemáticas, o peor, puede que ya haya dispersado el rumor por el instituto, o...
—¿Natalia?
Inmediatamente aparto la vista de Jesús cuando escucho mi nombre y parpadeo varias veces, volviendo a la realidad, sin embargo, no puedo evitar que una pizca de inquietuz me corroa por dentro, preocupándome y manteniéndome alerta en todo momento.
—Ya ha sonado el timbre, vamos —oigo a Kathy esta vez, por lo que asiento aun sin mirarla, y comienzo a caminar, con un nudo enredado de problemas en mi mente.
***
Ariadna.
—¡Señorita González!
Alzo alertada la mirada, encontrándome con mi profesor de Física observándome, éste posa con expresión ofuscada, cosa que hace inquietarme y que inmediatamente mi mandíbula comience a temblar, sin poder pronunciar palabra.
¿Desde cuando tengo que enfrentarme a un profesor?
—¿Qué estaba haciendo? —me pregunta, dando un paso en mi dirección, mientras cruza ambos brazos, ganando autoridad.
—Hum... —comienzo a articular, sintiendo que cada mirada nueva que se posa en mí aumenta un grado más mi enrojecimiento— Na-Nada.
—Guarde su móvil —me advierte, señalando mis manos escondidas bajo el pupitre— Y preste atención. No quiero verme obligado a ponerle una reclamación.
Asiento en un movimiento de cabeza demasiado exagerado y aprieto mis manos, como si de tal manera pudiera deshacerme del móvil y borrar lo que acaba de suceder.
El profesor me mira por última vez, alzando una ceja, para luego voltearse de nuevo hacia el encerado y continuar hablando, sobre el tema en el que nos encontramos y que yo aun no he entendido.
Bufo, aliviada, y miro a ambos mis dos lados, percatándome de que ahora ninguno de mis compañeros me observa, por lo que vuelvo la vista hacia mis manos y, asegurándome de que el profesor no me mira, desbloqueo el móvil y leo el último mensaje que me ha enviado Daniel.
"Esta tarde no puedo, ya he quedado. Pero, ¿y mañana? Es sabadete."
Frunzo el ceño, analizando lo que debo o tengo que hacer tal día, sin embargo, tras unos segundos, no encuentro ninguna razón por la que no pueda recuperar mi móvil ese día.
Aunque, en verdad, estas horas me han servido para acostumbrarme a este móvil y, también, poder hablar con mi ahora... ¿Amigo?
Desde ayer por la tarde, Daniel y yo hemos estado conversando y, aunque al principio me he comportado con demasiada desconfianza, su espontaneidad ha conseguido ganarse mi respecto y que acabara por contarle parte de mi vida.
He descubierto que también estudia en mi mismo instituto, por lo que tiene mi misma edad; y que vive también muy cerca de donde se situaba a la que hace unos días yo llamaba casa. Tal vez el posible comprador también la llame así si acaba quedándose con ella.
Lo que más me ha me ha sorprendido ha sido cuando me ha dicho que tiene un hermano gemelo, lo que me ha causado curiosidad.
¿Si el viernes lo conozco, como lo diferenciaré de su hermano?
Reprimo una sonrisa cuando lo pienso, y observo mi alrededor por si alguien se ha percatado o pueda estar mirándome.
Vuelvo la vista al móvil y me decido por escribir una respuesta.
"El sábado entonces."

ESTÁS LEYENDO
Finjamos ser algo. #Wattys2016
Romance¿Ángeles? Hay muchos. ¿Yo? Oh, no hay nadie como yo. Orgullosa, egocéntrica, manipuladora. Un chica viviendo entre dolores incurables, recuerdos imborrables y suspicaces ideas que tal vez, sólo tal vez, podrán impedir un nuevo hecho que pueda destru...