Yo sería diferente ahora.

2.3K 122 1
                                    

Camino despreocupada hacia mi primera clase, después de haberme despedido de Angie, ya que tan sólo compartimos una de todas las clases que tenemos a la semana.

Literatura es lo que me toca, por lo que me apuro a llegar temprano para coger sitio al final, antes de que éstos se agoten y tenga que sentarme en primera fila, donde me acabaré agoviando debido a todos los avisos del profesor que deberá echarme.

Nah, hoy no me encuentro sedienta de discusiones.

La puerta del aula ya se encuentra cerrada, lo que me hace resoplar y acelerar el paso para llegar cuanto antes. Tal vez haya más tardones como yo y pueda sentarme en mi apreciado sitio del final.

La voz del profesor se oye desde la otra parte de la puerta, sin embargo, no alcanzo a oír las palabras que recita como para saber de qué habla.

No tardo en coger el pomo y girarlo, en un movimiento rápido, dejándome expuesta hacia la clase entera, la cual toma silencio junto al profesor al verme aparecer.

A éste último lo diviso apoyado sobre su mesa, con un boli entre manos que seguramente manejaba para poder explicarse mejor, ya que tiene fama de no entender ni él mismo lo que intenta qué nosotros entendamos.

Nuevo rumor de nuevos estudiantes.

—Natalia —suspira, negando con la cabeza, quizás y solo quizás, percatándose de mis recientes retrasos que comienzan a convertirse en algo habitual.

—Hola, Ernesto —lo saludo con una sonrisa, ocasionando varias risas flojas entre los demás alumnos.

Aparto la mirada de él, y suelto la puerta que hasta ahora sujetaba para poder entrar, lo que hace que suene un sonoro portazo en toda la clase.

Sin embargo, no me preocupo.

Camino hasta mi sitio, al final de todo, sí, y tomo asiento, posando mis libros sobre el pupitre, para luego cruzar ambas mis dos piernas y recostarme sobre el respaldo de la silla.

—Espero qué comience a regular su puntualidad, señorita Williams —escucho hablar a mi profesor, por lo que alzo la mirada hacia él, elevando una ceja, esperando que escupa sus siguientes palabras— Mientras tanto, hoy se quedará los dos recreos en jefatura.

Sonrío, asintiendo, sin prestarle demasiada atención al asunto, y vuelvo mi vista a mis manos, concretamente a mis uñas, que en estos instantes parecen mucho más interesantes que la advertencia del profesor y el puñado de alumnos que me observan, algunos riéndose y otros, tan sólo admirándome.

El profesor resopla, resignado y seguramente agotado de sus insistentes avisos en vano hacia mi persona.

—Volvamos a lo que estábamos —anuncia, recolocándose sobre la mesa y dejando el bolígrafo sobre ésta— Os estaba hablando sobre los géneros literarios, decirme, ¿en qué grandes grupos se califican?

Mi mente deja de centrarse en su voz, desconectando de ésta asignatura a la que me aficionado ya a no prestar atención, por lo que guardo silencio y me aislo de todas las miradas dirijidas a mí.

Divago entre lo sucedido hace unos minutos, volviendo a mi anterior ofuscamiento, y no puedo evitar desviar la mirada a mi alrededor, tratando de disminuir mis ganas de llorar al recordarlo.

Ya es habitual que el carácter de mi padre se vea afectado por sus grandes diferencias de actitud, también por su falta de cariño hacia mí, sin contar las tantas ausencias de él en casa.

No es el mismo y creo que como tanto yo soy consciente de esto, él también lo es, sin embargo, no parece preocuparle. Tampoco parece dolerle que su hija se esté alejando cada día un poco más de él, ya no parece sentir, por lo que, yo adopto su misma postura.

¿Por qué preocuparme?

Y es que, hoy su futura esposa junto a su hija, se mudarán a mi casa, y esta noche estoy obligada a asistir a la cena de bienvenida que ha organizado mi padre para los cuatro.

Sé que mi madre habría querido esto, que mi padre volviera a enamorarse, que volviera a ser feliz, y por eso, por ella, yo haré lo posible porque eso suceda aunque conlleve alejarme de mi padre.

Sacudo la cabeza, recordando lo podrá ocurrir esta noche, y por un momento pienso en Paula, todo habría sido diferente de no haber sido porque ahora ya no está.

Yo sería diferente ahora.

Ya han pasado tres meses desde que me he decidido a apartar las lágrimas de mi rostro e intercambiarlas por sonrisas, fingidas.

Y aunque es complicado, liberarte de lo que quieres que esté a tu lado, debo hacerlo, porque ya no hay posibilidades que ella vuelva a mi lado, ni que yo vuelva a ser la misma.
Todas ellas se disiparon cuando entre por primera vez en el mundo que yo misma me cree, aislado de problemas, escondida de mi yo anterior, adoptando todo lo que yo podría tener y ahora tengo, siendo una Natalia fingida.

Siento un leve escozor en mis ojos, lo que me hace alertarme e incorporarme inmediatamente en la silla, a la vez que froto éstos, evitando que una lágrima pueda derramarse.

Analizo mi alrededor, buscando algunos ojos que puedan estar mirándome, sin embargo, nadie se inmuta ante mi pequeño desequilibrio sentimental, por lo que suspiro, volviendo a mi anterior posición ahora observando al profesor que parece muy hundido entre sus explicaciones.

Sin embargo, cuando vuelvo la mirada a mis manos, diviso una fugaz mirada posada en mí, por lo que inmediatamente elevo de nuevo la cabeza, encontrándome con un joven moreno, el cual me mira, curioso.

Frunzo el ceño, observándolo, pero tras unos segundos no acaba siendo su inquisitiva mirada la que me sorprende, sino el color de sus ojos.

Yo reconozco esos ojos.

Ambos nos mantenemos unidos mediante la mirada durante unos segundos más, sin embargo, yo soy la primera en apartarla, sintiéndome indefensa ante él.

-----------------------------------------------------------

¡Buenas chicas!

Hoy no es mi mejor día, he faltado al insti y tengo un dolor de barriga insoportable, y de todo esto, he sacado tiempo para poder escribir.

Buen plan xd.

A la tarde quizás suba alguno mas, aunque tarde, porque tendré que estudiar.

Bueno, gracias a todas por leerme.

Os quiero.

Finjamos ser algo. #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora