Cargada de alcohol.

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Ariadna.

"Yo también estoy en la fiesta"

Releo varias veces el último mensaje que he recibido de Daniel, y cuando me percato de lo que en verdad quiere decir, no puedo evitar sentir un escalofrío que me recorre todo el cuerpo.

Los Danieles te intiman, Ariadna.

Me río internamente, observando mi alrededor, y suelto un suspiro que acaba por esfumarse entre el frío que me rodea, haciendo que encoja un poco más mi cuerpo y retroceda un paso, acercándome a la puerta de entrada del local.

"¿Dónde?"

Mis manos sujetan el móvil, esperando que éste reciba una respuesta, que no tarda en llegar.

"Voy a salir un momento afuera y te llamo."

Muerdo mi labio inferior, esbozando una diminuta sonrisa, pero enseguida mis nervios comienzan a aumentar y la idea de poder conocer al chico con el que llevo varios días hablando se instala en mi cabeza, aferrándome a la seguridad de qué algo no encaja.

Quizás no resulto ser como él piensa, o tal vez, él no es como me ha dicho ser durante este tiempo.
Ni siquiera recuerdo el sitio donde intercambiamos los móviles sin ser conscientes, y puede que lo que él me haya dicho no sea del todo verdad, y haya sido intencionado por su parte.
Un cúmulo de inseguridades se enfrenta a mi mente, barajando demasiadas hipótesis sobre que es lo que puede ocurrir y desgastando la pequeña parte positiva que conservaba. Y aunque intento hacer desaparecer lo que mi mente me grita, acabo por escabullirme de tal situación, comenzando a andar de forma silenciosa hacia la entrada del local.

En el mismo momento en el que agarro el pomo que abre la puerta, ésta se abre de inmediato, impactando en mi cuerpo, a lo que retrocedo de nuevo un par de pasos, aturdida ante tal golpe.

—Joder —oigo decir a alguien a mi lado— ¿Estás bien?

Sacudo mi cabeza un par de veces, volviendo a la realidad, y cuando alzo la mirada me encuentro —por segunda vez en la noche— a un Daniel preocupado.

—Sí, no te preocupes.

Agacho la mirada, avergonzada, y aprieto el móvil entre mis manos, nerviosa.

—Lo siento, de verdad —se disculpa, mirándome— Es que he salido a toda prisa, porque no sabes lo que agovia estar ahí dentro... —ríe unos segundos— Y tenía que hacer una llamada y... En serio, no pretendía darte... Con la puerta.

—Yo también me he agobiado y por eso he salido —logro articular, esbozando una fina curva entre mis labios— Pero que no ha sido nada. Puedes hacer la llamada, si quieres.

Él asiente, aun mirándome, y yo agacho de nuevo la mirada, intimidada y sin saber lo que debo hacer en estos momentos.

Por el rabillo del ojo, observo como extrae su móvil del bolsillo y comienza a teclear en él, hasta colocarlo en su oreja. Pasa un par de veces su mirada por mí y luego la devuelve a algún otro punto de la noche que desconozco.

Mi móvil comienza a sonar, alarmándome, y enseguida alzo la mano hasta colocar el móvil frente a mí, bajo la atenta mirada de Daniel y mi ceño fruncido.

¿Me está llamando Daniel?

¿Daniel, el que está a mi lado, esta haciendo una llamada?

¿Su móvil, mi móvil?

¡Daniel!

Tardo unos segundos en recapacitar y entender sobre lo que mi mente está pensando, y cuando elevo la mirada, nerviosa y con indicios de una ansiedad, hacia el chico que tengo enfrente, sus ojos chocan contra mí, y de nuevo un ligero rubor ocupa mis mejillas.

—¿Ariadna?

Aleja unos centímetros el móvil de su oreja y, se mantiene con su mirada fija en mí, a lo que yo procuro no perder el equilibrio, cuando me percato de lo que está ocurriendo.

Mantengo mi mirada en sus ojos, aun preguntándome de puede ser posible, e intento indagar si lo que estoy pensando ha pasado también por la mente de él.

Creo que ambos ya conocemos lo que está sucediendo, ¿no?

—¿Daniel?

***

Natalia.

—Angie... No... Estoy... Yo estoy bien —articulo, apoyando mi cabeza sobre el hombro de mi amiga, que intenta alejarse de mí para mirarme.

Una vez que logra tomar distancia conmigo y sujetar mis brazos para sostenerme, posa su mirada en mí y sin poder evitarlo esbozo una pequeña sonrisa.

—Esa cara —carcajeo, señalándola, y me echo cara alante, aumentando el sonido de mis risas. Sin embargo, las manos de mi amiga vuelve a forjecear conmigo y mantenerme inmóvil en el taburete.

—Joder, Natalia —murmura, y vuelvo a estallar en carcajadas, sin conocer verdaderamente el motivo por el que lo hago.

Mi cabeza comienza a apagarse a medida que transcurre el tiempo, y aunque procuro mantenerme estable, acaba por resultante completamente complicado.

—¿Pero tú sabes cuanto has bebido, Natalia? —lo oigo bufar— Joder, joder, joder... ¿Y ahora dónde mierdas se metió Kathy?

Frunzo el ceño, sin apenas comprender lo que mi amiga suelta por su boca y dirijo mi mirada hacia otro lugar, perdiéndola entre la multitud que aun continúa moviendo sus cuerpos sobre la pista de baile.

Entre tanta gente logro divisar a un muchacho, que aunque permanece quieto y apoyado sobre la barra, consigue despegar mi interés y trasladarlo a él mismo.

Vayamos a experimentar, me digo cuando me percato de que me encuentro libre de amiga.

Me levanto de inmediato de donde sea que estuviera sentada y comienzo a andar, con dificultad y varios tropiezos a causa de los tacones, hasta que llego a apenas unos metros de él.

Devuelvo la mirada a mis espaldas, asegurándome de que Angie sigue gritando con David y Marco sobre donde se encuentra Kath, y de nuevo la dirijo al chico, al cual reconozco rápidamente ahora a tal escasa distancia.

Jesús.

Sin apenas pensarlo, acabo esbozando una sonrisa cargada de alcohol, deseo y ansiedad. Pero sobre todo, alcohol que descontrola mi mente.

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¡Bonitas personas! Buenas.

La verdad es que pensaba recibir más preguntas, pero, tan sólo he recibido una. Y bueno, se lo agradezco.

__lmepv: ¿Cómo se puede escribir tan increíblemente bien?

Sinceramente, no creo que lo haga. He leído miles -y lo recalco- de novelas, algunas sobre los gemeliers y otras sobre otro tema, y considero que me falta bastante práctica cómo para escribir tan increíblemente bien, como dices. En cualquier caso, me encanta que me alagueis así -jejejeje-, por lo que gracias por leer mi novela y prestarme un poco de tu tiempo, cariño.

Bye.

Finjamos ser algo. #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora