Ariadna.
Salgo del edificio, después me haberme encontrado con Marcos —mi padrastro— y haberle entregado los papeles que él esperaba con ansias. Ha estado un buen rato agradeciéndome mi gesto y también se ha disculpado —innecesariamente— por Natalia, que según él, esta semana ha estado comportándose de manera inadecuada, tanto con mi madre como conmigo. Lo que él no sabe, es que me habría gustado que fuera ella misma quién me pidiera disculpas.
Comienzo a andar de vuelta a casa, a paso lento y sin ápice de prisa. Son apenas las once de la mañana y, aunque al principio, pensé en encaminarme a casa de Alex, he decidido guiarme de nuevo a casa, que aunque realmente no la considero como tal, a partir de ahora se comportará como mi verdadero hogar.
Para cuando llego a la acera que comunica con la puerta de mi casa, lo primero que capta mi vista son una gran cantidad de cartas que sobresalen del buzón, el cual se encuentra en el lateral de una de las paredes que rodean la entrada de la casa.
Inmediatamente busco las llaves en mi bolsillo y, tras urgar entre las múltiples que acoje el llavero, acabo encontrando la que corresponde a la cerradura del buzón. Cuando lo abro, me doy cuenta de que las cartas se duplican e intento —en vano— que ninguna caiga al suelo. Tomo algunas en mi mano izquierda, o eso intento, y con mi mano derecha cojo de nuevo las llaves que había vuelto a lanzar a mi bolsillo y abro la puerta principal, dando paso al silencio y soledad que impacta en mi pecho nada más efectuar el primer paso.
¿Y Natalia dónde se ha ido?
Ruedo los ojos, recordando su respuesta de esta mañana, y trato de ignorar lo que mi corazón bombea, encaminándome hasta mi habitación.
En apenas unos minutos ya me encuentro conversando con Alex, que según he llegado a mi cuarto, me ha llamado.
Me narra todo lo que le ocurrió ayer, miradas cargadas de intención por parte de varias chicas y desplantes como respuesta. También me confiesa que vio a Natalia y aunque creía haber comenzado a olvidarla, todo se le agolpó y por un momento quiso acercarse a ella. Más tarde comprendió que sería una mala idea.
Finalmente, termina por lanzarme el nombre de Daniel a mis oídos y, mientras su voz se escucha por medio del móvil, yo asiento feliz, sin saber en concreto que es lo que realmente me ocurre.
—Y dijo que mañana fuera a su casa a echar un Fifa —me informa en un determinado momento— ¿Quieres venirte?
—Claro —acepto de inmediato y mi pecho se infla de emoción.
***
Natalia.
—Daniel te está engañando. Ha estado hablando con Ariadna por WhatsApp, mientras que quedaba contigo. Ajá, como oyes. Lo siento.
Niego con la cabeza una vez más y no puedo evitar soltar un bufido al aire, desesperada por encontrar lo que sería necesario en esta situación.
Kathy debería ser consciente de lo que ocurre, y aunque Ariadna haya sido mi amiga durante años, ahora he perdido toda la constancia de su comportamiento. Tal vez ella también ha cambiado al igual que yo, y puede que sus intenciones con Daniel vayan más allá que un simple relación de amistad a través de WhatsApp.
—Hombre, y tú que haces aquí, guapa —oigo la voz de Kathy según abre la puerta de su casa y de inmediato me vuelvo inmóvil, recapacitando sobre si realmente estoy o estaré haciendo lo que debo.
Si estuviera mi madre esto sería menos complicado.
—Hola —pronuncio, siguiendo los pasos de mi amiga hasta el interior de la casa.
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Finjamos ser algo. #Wattys2016
Romance¿Ángeles? Hay muchos. ¿Yo? Oh, no hay nadie como yo. Orgullosa, egocéntrica, manipuladora. Un chica viviendo entre dolores incurables, recuerdos imborrables y suspicaces ideas que tal vez, sólo tal vez, podrán impedir un nuevo hecho que pueda destru...