CAPÍTULO III "Europa: Mi primer día"

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Juan:
Lunes 22 de Julio del 2013
Me sentía un poco raro, tenía un poco de sueño, el sol ya estaba en su máximo esplendor, prácticamente comenzaba mi primer día de investigación, y no sabía por dónde comenzar, tenía hambre, me decidí bajar a desayunar a algún restaurante cercano, se me antojaba un poco de espagueti, con trocitos de jamón y mucho queso amarillo derretido encima, acompañado de pan del día, jugo, leche, café y un poco de fruta. Pero primero entraría a bañarme... ¿qué me pondría?, tal vez sería bueno sólo unos jeans, unas botas, una camisa y un saco, cogí una toalla para entrar a la tina, abrí la puerta del baño, encendí las llaves de la bañera, y me metí poco a poco, el agua estaba tan rica que había llegado a excitarme, comencé a pensar en la vida, mientras acariciaba mi abdomen hasta llegar a mi verga, pensaba en... ¿por qué nunca había tenido una novia?, no lo se nunca me llamaron la atención suficiente, recuerdo cuando en la secundaria me llamaban gay, debo admitirlo, a veces sentía una ligera atracción por los hombres, pero no deshonraría a la familia, me casaría con una bella mujer, follaría arduamente con ella y tendría tres hijos con ella, tal vez después rompería su cuello y chuparía su sangre, ¡jajaja! Empece a pajearme en la tibia agua de la bañera, pero ¡oh!, se escuchó un ruido extraño en la habitación, así que me detuve, creí que era la camarera que iba a arreglar el cuarto, cerré los ojos un poco y me olvidé lo que estaba haciendo, ¡mierda!, los ruidos eran más fuertes eso no era la camarera eso era otra cosa, parecía que rompían todas las cosas de mi cuarto, salí de la tina, me coloqué la toalla enredada en la cadera, abrí la puerta del baño y observé hacia afuera, ¡qué rayos!, ahí no había nada, sólo estaba la ventana abierta y hacía demasiado aire, tal vez me estaba volviendo loco, ya no pensaría en la vida, mi subconsciente me traicionaba de vez en cuando, comenzaría a arreglarme para ir a desayunar y olvidarme un poco de eso.

[...]

Termine de arreglarme, el ascensor seguía sin funcionar así que tuve que bajar por las escaleras, ¡Dios! Eso me agobiaba, pero ahí iba, bajé ligeramente y escuché como alguien caminaba detrás de mi, voltee y no había nadie, lo malo era que las escaleras lucían igual que la noche anterior, si de iluminación hablamos, ya no haría mucho caso de nada, mejor seguiría. Llegué abajo, no había absolutamente nadie, creía que estaba en ese enorme Hotel yo solo, sin contar a la gruñona recepcionista, que por cierto ahí estaba, "-Buenos días Lady.-", le dije cordialmente, sólo volteo a verme de manera maldita, su mirada me daba miedo, todo había estado muy raro ese día, y eso que iba comenzando, llegué a la puerta y... ¿a donde me dirigiría?, el edificio de enfrente parecía ser un restaurante, crucé la calle, allá iba, entré y desde luego observé que era un lugar horrible, así que decidí quedarme con hambre e ir a dar una vuelta.

Llegue a la calle Sn. Antonio. No. 38 a tres cuadras del Hotel donde estaba hospedado, seguí caminando para ver sí encontraba algo interesante por ahí, pero todo lo genial estaba en el centro, por un momento creí que tal vez habría cosas buenas también por esa calle, pasé justo enfrente de un callejón oscuro, parecía ser de mala muerte, observé un poco hacia dentro y algo llamo mi atención, entré un poco y la oscuridad se apoderó de mi, de pronto, comencé a escuchar una respiración acelerada, parecía que había alguien adentro, al principio no se qué fue lo que llamo mi atención, pero ya lo había descubierto, estaba dispuesto a acercarme un poco más, no pensaba desaprovechar ninguna oportunidad, el tema que habían comentado las rectoras una noche antes, me había dejado intrigado, algo dentro de mi quería llegar al fondo de todo eso, me acerqué un poco, de pronto una voz me detuvo.

-Detente, ¡no te acerques más!.- Me dijo esa voz aguda.

A pesar de no ver absolutamente a nadie, reconocí esa voz, se me hizo familiar. ¡Claro!, era la misma del parque, ese hombre que se me había aparecido ya dos veces en Estados Unidos, pero... ¿qué hacia el aquí?, mi cuerpo se llenó de emoción, bueno aún no podía asegurar que fuera él, algunas voces se parecen, tampoco podía asegurar que haya sido el ser malignó del que todos hablaban, esa voz no parecía querer hacerme daño.

-¿Quien eres tú?.- Le pregunté.

-Soy alguien que te conoce más que nadie, alguien que sólo quiere que seas mejor de lo que ya eres.- Me respondió.

Su respuesta me había dejado frío, no sabia qué decirle, sentía que tenía muchas preguntas pero no podía sacarlas, quede bloqueado por completo, el corazón se me quería salir del pecho y creía que él lo comenzaba a notar.

Se acercó lentamente hacia mi, podía sentirlo, escuché su respiración casi en mi rostro y sus pasos eran cada vez más fuertes.

-No tengas miedo cariño, yo voy a ser más que tu mejor amigo.

Cuando dijo eso su boca tocó mi oído, que extrañó, nadie hace eso sin conocer a alguien, el tenia unos labios muy suaves y una voz ligera, tenue, sensual y acosadora, mi corazón seguía acelerado, incluso la adrenalina podía sentirse correr por mis venas, cerré los ojos por un momento, esperando algo más, pero al abrirlos noté que la iluminación del lugar era más visible, y que el viento soplaba más fuerte, ya no había nadie ahí conmigo, ¿a donde se había ido?, no lo se, tal vez solo lo había soñado despierto, me volvió a dejar intrigado.

Salí corriendo del callejón, fui de regreso a mi departamento, corrí más rápido, crucé calles y avenidas, hasta llegar a ese rústico Hotel, entre corriendo, subí por las escaleras, llegué a la puerta de mi habitación, la abrí, cerré la puerta y me acosté en mi cama.

[...]

¡No podía descansar! Necesitaba comenzar a escribir sobre mi investigación, pero... ¿qué podía escribir?, ya era más de medio día, y no había comenzado, esperaba que eso no me sucediera a diario, porque si la escuela se enteraba de lo que me estaba pasando, me retirarían la beca, e incluso mi imagen intelectual se vendría abajo, necesitaba comenzar a escribir algo, dejaría de pensar por un momento acerca de lo sucedido en el callejón.

Comencé con una hipótesis acerca del tema, con apoyo de lo que ya sabía y de lo que me habían comentado las rectoras en el coche. Bastaba ya de flojear y de leyendas urbanas, había ido ahí a trabajar no de vacaciones, así que comencé con el super reporte.

Mi Ángel del Infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora