#8 (editado)

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- ¡Lorena vamos a ir a dormir a tu casa! - dijeron las chicas cortando las palabras en el aire que Rubén estaba masticando.

- ¡GENIAL! –me dirigí a ellas con un poco de sorpresa por habernos cogido infraganti - ¿Y a quien le pidieron permiso? - nos miramos divertidas mientras me llevaron adentro, alejándome así de Rubén.

Ya listas para bajar las escaleras que llevan fuera de la gran casa de los Hannseni, me detengo de golpe al ver a Raúl del que me había olvidado despedir.

- ¡Oye muñeca! ¿No te despides de mí? – las chicas bajaron, dejándonos a solas.

Me olvidé por completo de él mientras estaba con Rubén y luego las chicas me desorientan. Me giré para darle un beso y poder irme.

El extiende sus brazos para darme un afectuoso abrazo, a unos cuantos metros de distancia se encontraba Rubén parado en el marco de una puerta mirando divertido, como si tuviera la certeza de que los abrazos que su hermano me dan nunca se podrán comparar con los suyos.

¡Bendita sea la hora en que naciste Rubén Hannseni!

-Pensaba salir corriendo y no despedirme de nadie- Dije en un tono sarcástico. Ambos reímos y nos fundimos en dicho abrazo, cerré los ojos y visualicé los abrazos que me dio Rubén, a quien quiero engañar me atrae mucho más Rubén, hermoso veinteañero.

-Vamos – Nos separamos y volteo para ver a su hermano - las acompañaremos hasta el carro- y se dispuso a bajar las escaleras. Yo quise hacer lo mismo, pero en cambio me quedé quieta en mi lugar viendo como baja Raúl.

No sabía por qué me había quedado inmóvil, quizás por que esperaba a que él hiciera algo, o me pidiera, no sé, tal vez que me quedará esa noche en casa aunque evidentemente no podía hacer tal cosa.

Se acercó hasta quedar frente a mí.

-Y ¿La pequeña por que no baja? A caso ¿Me esperaba? - mis mejillas arden- ¡Mírate! tienes las mejillas rosadas – rio mientras yo llevo mis manos a la cara para taparme, acto seguido y él me abraza y me atrae a su cuerpo - Sabes algo, Yo te puedo dar mucho más que mi hermano, y tú lo sabes.

Sí, lo sabía. Pero antes necesitaba dejarle en claro mis sentimientos a Raúl, él se hace falsa ilusiones con facilidad y no quiero que sufra por mi confusión.

Cogió mi cara entre sus manos, y me dio un beso, uno de esos besos en los que se te olvida el mundo, se te olvida que estas en un lugar que te pueden ver con facilidad y causar daño, que dos de los chicos por los cuales tienes sentimientos encontrados están por ahí, y que te deben de estar esperando abajo.

Me separó bruscamente, deteniendo así aquel esquicito beso.

- ¡Mierda! Lo siento- llevó sus manos a la cabeza como si tuviese una lucha interior por arrepentirse o volver a juntar nuestros labios.

Atónita por aquel acto logré mascullar unas palabras entre mis dientes.

- Mira, sé que quieres que me quede aquí contigo, no te mentiré yo igual. Pero me están esperando y no quiero preocupar más a mis papás en casa - Se me olvidó por completo todo.

Doy media vuelta, pero él me agarra por la cintura para quedar de nuevo frente a frente.

-Te adoro pequeña – Me dijo en medio de un suspiro - ¿Quieres salir mañana después de clases? - Pero antes de poder responder a su pregunta, las chicas me llaman desde abajo de las escaleras.

Me pego a la huida corriendo a toda prisa por las escaleras, me sentía extraña, confundida, malhumorada.

Los chicos ya se disponían a irse, pues tristemente mañana teníamos clases, al verme se asombraron, no dije nada ni me despedí de ninguno de los presentes y me monté a la Range Rover negra que nos había pasado a recoger, las chicas me siguieron. No quería que me preguntaran nada al respecto, tenía todos mis sentimientos encontrados y eso me hacía enfurecer.

- ¿Qué es lo que están diciendo? - Digo aún con la vista puesta en la ventanilla, pensando en aquel momento a solas con Rubén, fue algo mágico, excitante, con él me sentía muy feliz, aunque parezca mentira, eso fue lo que sentí, me sentí bien conmigo y con el universo.

Ellas se giraron para poderme ver mejor. Sé que tienen una mirada de asombro, pues desde que nos subimos al carro no había emitido ningún sonido.

-Pensábamos que no te interesa lo que estamos hablando, estas algo distante ¿Qué te pasa? - Me preguntó Leo con un aire de madre preocupada típico en ella.

-Nada de eso, solo que estoy un poco elevada. ¡Sí! Es solo eso. - me giro a donde ellas para poderlas ver mejor - Y claro que me interesa todo lo que tenga que ver con ustedes - finalizo diciendo con una sonrisa fingida en mi boca.

-Está bien, ahora nos contaremos todo lo que pasó hoy. Fue un día largo ¿No lo creen? - Pregunta Criss pegándose a mí. Y sin duda alguna fue un día bastante estresante y movido.

Miro la hora en mi reloj, son las 10:05. Tanto tiempo había pasado desde que llegamos de la universidad a la casa de Rubén y Raúl. Espero que mis papás no se hayan ido aún. Al llegar a casa mis papás estaban organizando maletas y corriendo de un lado a otro, eso me subió un poco el ánimo ya que necesitaba hablar con mi mamá.

-Hola niñas, ¿Cómo les fue? - pregunta mi papá que se encontraba sentado en el living con las maletas listas, y deduzco por su semblante que estaba esperando a mi mamá.

-Hola pá- dije dirigiendo me mi cansado y joven cuerpo hasta la cocina había escuchado la voz de mi madre allá. Pero antes le di a mi papá un beso en la frente.

-Buenas noches señor Hogman- Dijeron al unísono detrás de mí.

-Nos fue muy bien, gracias por preguntar- Complemento Angie para luego subir a mi habitación.

Yo me dirigí a buscar a mamá mientras ellas subían, y se acicalaban.

- ¡MAMÁ! – grité antes de entrar en la cocina.

Al entrar la vi sentada en la mesa auxiliar de la cocina mientras hablaba por teléfono, al parecer estaba coordinando todo sobre un evento de premiación y recaudación que se llevaría a cabo cerca de Venecia no recuerdo el nombre exacto del lugar, pero al parecer iba a ser un gran evento. Como todos los que mis padres gestionan.

Se giró y me dedico una mirada fulminante por la bulla que hice para llamar su atención, pero funcionó.

-Dame un momento Stephanie, por favor- le dijo a su asistente que se encontraba al otro lado de la línea- ¿Dime hija amada? ¿Qué quieres? - y sin más la abracé.

Mis lágrimas comenzaron a salir de mis ojos una vez más, quería quedarme allí entre los brazos de mi mamá. Necesitaba mucho reiniciarme había tenido mucha carga emocional y sabía que eso no iba a parar, al menos no por ahora.

-Nos vemos en el aeropuerto- sin más colgó y me abrazó mucho más fuerte – Tranquila hija, aquí esta mamá.

Ella sabía el motivo de cada una de mis lágrimas, pero no se atrevería a decir algo y eso me quebranto aún más pues ella sabía mucho más de lo que me han dicho. Este asunto de la magia me está sacando un poco de casillas ya que al final de cuentas poco interés tenía en manejar la magia después de lo sucedido.

Luego de varios minutos aferradas, mi mamá me separa de ella y limpia mis lágrimas con sus suaves y delicadas manos, me mira como si fuera el tesoro más precioso que entre sus manos tiene, me sonríe, hasta que por fin dice algo.



S.

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