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Ya habían pasado tres días de la fiesta, y de la última vez que vi a mis guardianes. No sé qué les pudo haber pasado puesto que la última vez que los vi salieron corriendo, o más bien desaparecieron por la ventana de mi cuarto.

Tenía dos clases esta semana y ya me liberaría de la universidad. A pesar de que mis padres son adinerados y todo eso, las personas creen que tengo todo molido y fácil pero se equivocan; pues mis padres para poder estar donde están han pasado por muchas cosas y me han enseñado a ser humilde y a esforzarme por las cosas que quiero. Así que pongo de todo mí desempeño para que en las clases me vaya bien y pueda conseguir tan anhelada beca que quiero, eso sería un gran orgullo para mí pero más para mis padres.

Había quedado con los chicos de que iríamos a comer en la tarde, así que ya estaba lista y estaba acostada mirando hacia el techo de la biblioteca que está ubicada en el ala sur de la casa, muy alejada de cualquier ruido. Estaba leyendo uno de mis libros favoritos -y de mi padre- "El tercer ojo" de Lobsang Rampa; me fascina la cultura oriental, sobre todo de Asia. Estaba tan inmersa en mi lectura que no me di cuenta de la hora.

Tenía demasiados mensajes de mis amigos y llamadas perdidas. Como ya no acostumbro a ir por este lado de la casaa nadie se le iba a ocurrir venir.

Esta biblioteca es inmensa, y realmente tenía muchos lugares donde esconderme; era de dos pisos, en la cúpula del salón tenia uno de los frescos más conocidos de Sandro Botticelli, "El nacimiento de la Venus", era realmente hermoso y le daba un aire de serenidad y paz al lugar; en el primer piso estaban la mayoría de libros y colecciones que mi padre tenía, desde libros de superación, hasta libros de ocultismo, libros de filosofía hasta libros de ficción, también tenía libros de política, ciencia, deporte. Podría decirse que era muy completa esa biblioteca; tenía un gran ventanal que iluminaba muy bien la primer planta del lugar, era uno de los pocos lugares de la casa por no decir que el único, que tenía el piso de madera o más bien todo estaba hecho de madrea súper fina.

En la mitad del salón había un gran sillón que yo había comprado en una venta de garaje, -la verdad es que había tenido una fuerte conexión con dicho sillón por eso había decidido comprarlo.- allí nos sentábamos con mi papá a leer por horas o investigando. En la segunda planta estaba la parte tecnológica, como yo la llamaba y también un amplio lugar el cual con mamá aun no decorábamos pero me parecía un buen lugar para despejar mi mente y tirarme al suelo. Con Jonathan pasábamos horas en ese lugar, podría decirse que era nuestro "lugar secreto", muy pocas veces éramos interrumpidos allá además solo mis padres sabían de la existencia de dicho lugar. Desde arriba se podía ver todo el lugar incluyendo el patio, pero era muy difícil que desde abajo te pudieran ver.

Como había dejado mi celular en el primer piso no me daba por enterada de que me estaban hablando, si no hubiese sido por el gran reloj antiguo con péndulo que hay en la habitación no me hubiese enterado de la hora -eran las 16:35, muy tarde- ni me hubiera percatado de que me deberían de estar buscando.

Baje las escaleras y agarré el teléfono y me di cuenta de que me estaban buscando con urgencia

*Grupo "Supergirls"*

Leo: AAAAAAAAMIIIIIIIIIIIIIII!!!!!!
Leo: LOOOOOOOOOOOOOOOREEEEEEEE!!!
Ang: ¡AMI! ¡DONDE ESTAS METIDA! ¡LLEVAMOS HORAS BUSCANDOTE! ¡DONDE ESTAS! ¡CONTESTA!
Ang: ¡LORENA! ¡LOCA DESQUICIADA! ¡DONDE QUIERA QUE ESTES METIDA, SAL YA! ¡SE NOS HACE TARDE!
Etc...

*Rubensho*

-Hola amor, ¿Estas bien? ¿Quieres que vaya? Dime donde estas, te voy a buscar.
- Estoy preocupado por ti. Ven ya, estamos buscándote como locos. *Ang*

-Ami ¿Dónde estás?
-HOLA!
-HOLA!
-HOLA!
-Cuando te vea yo misma meencargo de matarte.

Me dispuse a salir y a buscar a los chicos; cada que me acercaba más a la sala escuchaba más la bulla de todos buscándome.

-Hola gente- dije al llegar adonde todos estaban.

-¡LORE!- Dijeron todos al verme yse me lanzaron.

-¿Dónde estabas?- preguntaronunos.

-¿Nos quieres matar de un susto oqué?- me decían otros.

-¿Para qué tienes un celular sino lo vas a contestar?- finalizaron algunos.

-¡YA! Cállense todos. ¿No querían que apareciera? Pues aquí estoy. ¿Será que nos podemos ir? Mis papas están muy lejos para que me regañen, como para que ustedes lo hagan- todos me miraban callados y sorprendidos de lo que yo decía, pues sabían que tenía la razón-¿Nos vamos o no?

*Silencio incomodo*

-Pues sí, vámonos.- dijo por fin Raúl.

Fui al garaje por mi carro nuevo, Rubén me acompañaba. Me agarro del brazo de tal manera que lo pudiera ver.

-¿Qué te pasa?- quiso saber él.

-No me pasa nada, solo que me molesta que me invadan mi espacio.

-¿Le dijiste a alguien sobre eso? Sabes que me pudiste haber dicho. ¿Dónde estabas?- pregunto él agarrando confuerza mi brazo.

-Me lastimas- dije en voz baja y me soltó un poco- Sé que te puedo confiar muchas cosas, pero para mí todavía no es fácil confiar en alguien más que no sea mi familia o los empleados.- le dije con firmeza y mirándolo a los ojos- No pienses que no confió en ti, porque silo hago.

Agacho su cabeza, como si sesintiera derrotado- Te entiendo, y sé que necesitas tiempo, y espacio. Pero ten presente que estaré aquí siempre. ¿Okay?- asentí y me fundí en sus fuertes brazos, para luego terminar en un cálido beso.

Esta tarde había optado por estrenar mi hermoso y lujoso Maybach; Rubén se había ofrecido a manejar el carro, pero me negué. Cuando llegamos a la entrada solo hacía falta que Sebastián, Andrea y Natalia se montaran en un carro, por lo que deduje que sería en el mío.

-¿Para dónde vamos?- le pregunte a Sebas, ya que había sido él que elegiría el lugar.

- Conduce, que yo te guio Ami, dirígete a las afueras.

-Está bien- y puse el carro en marcha.

Yo era la que dirigía la caravana de carros, eran al rededor de cuatro carros incluyendo el mío; no sabía hacia donde nos estaba guiando Sebastián, pero confiaba en su gusto particular de escoger lugares.

Estábamos escuchando música, hablábamos de cualquier cosa, de la universidad, de la fiesta, de todo. Rubén iba de copiloto -idea que no le agrado mucho- y no dejaba de tocar mi pierna cada que podía, no me molestaba que lo hiciera. Cuando ya estábamos saliendo de la ciudad Sebastián comenzó a guiarme por un lugar que no era muy agradable, así que frene el carro.

-No voy a meter mi carro por allá, y mucho menos haré que los chicos lo hagan.- espeté un poco conmocionada.

-¿No confías en mí?

-Claro que lo hago, pero ¿no estás viendo por dónde estamos?

Suspiro con fastidio- Esta bien, gira a la izquierda. Nos iremos por el camino largo, seguro y mas bonito.

Y asi prosegui hacerlo.



Besos mil, Silvi Lo.

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