07: "Gatita."

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Charlote's POV (punto de vista)

La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía. Y era también, exactamente, lo que me hacía falta. Necesitaba decidir, pensar, actuar por mi misma. Jason había hecho de mí una marioneta a cargo suyo. Mis movimientos eran el cruel reflejo de sus deseos, cada acción que yo ejecutaba estaba hecha a base de alguna de sus órdenes o pedidos. Todo mi mundo giraba en torno a él y tristemente no había manera de que eso cambiara.

Tal vez no era mérito mío, tal vez, estaba tan sometida a él que no podía pensar en nada que no fuera la manera de hacerlo feliz. Su temperamento era la fuente directa que causaba mi temor, mi inseguridad, la necesidad creciente de su aceptación constante.

Yo misma buscaba excusas que justificaran su comportamiento, yo me culpaba por sus errores, yo era la estú*pida que sentía el peso de una culpa que no me correspondía. Y así había acabado. Frente a un espejo, con la mano de Jason marcada en mi pómulo derecho, sus dedos incrustados en la piel de mis brazos.

El corte en mi labio inferior de su feroz mordida salvaje. Era la absurda de imagen de lo que me había hecho a mí misma. Yo había permitido esto, yo lo había dejado cruzar el límite, yo me había destruido lenta y progresivamente. Porque esta obra era pura y exclusivamente de mi autoría.

Necesitaba el exilio de esta prisión a la que Jason me había sometido. Pagaba cada uno de sus pecados, cada error me correspondía a mí. Siempre envuelta en su mier*da, consciente o inconsciente yo lidiaba con sus problemas. Sus problemas me atrapaban a mí. Y ahora sé exactamente a donde no quiero llegar.

''¿Terminar? Tú no vas a dejarme, Charlotte.'' No era una pregunta, su tono no buscaba conciliar conmigo. Era una afirmación y su voz sonaba dura y demandante, autoritaria.

Y ante mi firme mirada él solo rió sin humor, veía a la ira apoderarse de su ser, esparcirse a cada fibra de su cuerpo. Sus iris normalmente color miel se tornaron oscuras como el ojo de una tormenta, él estaba en llamas y no precisamente del buen modo. Ardía en deseos de prenderme fuego, de incendiarme.

Tragué en seco y cerré con fuerzas mis ojos, esquivando y evitando totalmente el espejo. Era el cruel reflejo de mi fracaso en vida. Todos decían que hay dos tipos de muerte: La muerte eterna y la muerte en vida, supongo que yo entraba en el segundo grupo. ¿Para qué vivir si Jason me quitaba las ganas de hacerlo?

─ Señorita Evans, el señor Bieber ha llegado. ─ La voz de Gigi, la mucama, me salvó de aquel mar de pensamientos en el que me estaba ahogando.

Jason tenía un hermano gemelo, Justin Bieber. ¿La diferencia de apellidos? Compartían a su madre, más no a su padre, Jeremy solo había aceptado a Justin y por ende le había dado su apellido sin objeción alguna al respecto, mientras que mantenía una recelosa postura ante Jason negándole completamente el derecho a su apellido. Las circunstancias de aquello eran aún confusas para mí. La historia era turbia, jamás me habían dicho nada concreto al respecto.

─ Char. ─ Un jadeo inundó la habitación. Mi jadeo.

Un nudo se instaló en lo alto de mi garganta mientras sentía al suelo temblar bajo mis pies. Jason iba a matarme, definitivamente iba a hacerlo. ¿Cómo había sido posible que Justin entrara sin tocar? No solía actuar de este modo, no él... No ahora. No.

─ ¿Qué demonios te sucedió, nena? ─ La preocupación en la voz de Justin era casi tangible, tenía un ápice de esperanza de que él pudiera ser mi pase fuera del infierno, sin embargo la realidad era una mier*da, no sucedería. No podía permitirlo.

─ Intentaron robarme. ─ Mentí.

─ Por la mier*da, se ve jodidamente mal. ─ Su mano subió a mi mejilla acariciando levemente la zona afectada.

Mientras un repentino escalofrío recorría mi columna vertebral. El pasado entre Justin y yo era comprometedor. No recuerdo como es que acabé formalizando con Jason, sin embargo mi principal pretendiente era Justin. Él era casi un amor concreto, éramos felices, salíamos cada día, tenía detalles dulces conmigo, me halagaba de una manera adorable. Me tenía en la palma de su mano.

Y cuando estábamos a un paso de concretar nuestro noviazgo, Jason cayó sobre nosotros demostrándome lo radical de el amor. Me atraía cada cosa que él hacía, desde su manera de recargarse sobre la motocicleta, hasta la forma en la que fumaba como una hoguera. Era sensual, tenía un temperamento potente e imponente, era la adrenalina y el peligro combinados. Era ese veneno con el cual me intoxiqué.

La relación entre los gemelos jamás había sido buena. Ellos se odiaban como Dios y el Diablo, era una enemistad que tenía años, específicamente desde que inicié mi noviazgo con Jason. Justin se sentía herido, traicionado y a pesar de que con el tiempo logró perdonarme, no podía pasar por alto el hecho de que su propio gemelo hubiera destruido lo nuestro.

Por ello, el más dulce de ambos, solía venir por la mañana. Justo cuando Jasey trabajaba, procurando jamás ser descubierto y habiendo hecho prometer a Gigi que jamás diría nada al respecto.

─ ¿Qué hay contigo, gatita? Luces como la mier*da. ─ Su ceño se frunció levemente y yo solo me encogí de hombros restándole importancia.

─ ¿Qué puedo decir? La vida es una pe*rra conmigo.

─ Él rió con diversión y negó con su cabeza ante mi elección cuidadosa de palabras. ─ ¿Eres de las resentidas, uh? ─ Pasó uno de sus brazos por mi hombro y lamió sus labios observándome directo a los ojos. ─ ¿Las cosas van mal con el imbé*cil?

Sin pensarlo dos veces asentí con mi cabeza haciendo una mueca ligera. Él era mi confidente, mi consejero, mi fiel aliado en la lucha de mi pequeña prisión personal. Justin era una luz en el mundo oscuro en el que Jason me había sumergido. Era mi único contacto con el mundo exterior -sin contar a los amigos delincuentes de J-.

─ Sabes que yo podría hacerte feliz, gatita... ─Susurró sin apartar sus ojos de los míos. Su mano subió a mi mejilla, estaba a una milimétrica distancia de mis labios y por algún estú*pido motivo existencial... mi mente pedía a gritos que lo hiciera.

─ Supongo que subestimé lo perra que podías ser, Charlotte.

Mi corazón se congeló completamente. Su voz llenó el silencio sepulcral que se había creado en el ambiente, solo se oía su furiosa respiración agitada. Jason estaba en casa. Justin estaba en casa. Estábamos a punto de besarnos. ¿Podía ser peor?

» Abusive ━Jason McCann. [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora