Prólogo

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Sonreír, una palabra que ya no existe en mi diccionario, un gesto que las personas, incluyendo mis padres, se encargaron de borrar. Desde siempre he sido motivo de burla, me señalan sin sentido; quizás porque soy diferente, porque me es difícil relacionarme con los demás, porque no puedo entablar una conversación ni hacer amigos ¿Pero qué quieren que haga? Siempre que intento acercarme, me rechazan, nadie por su parte me ha tendido la mano ni me ha invitado a ser su amigo, el único que tengo es éste gato viejo que seguramente tampoco me quiere. Nadie lo hace, nadie me aprecia, a nadie le importo, por eso es que cada vez más me sumo en mi propio mundo ignorando los comentarios y las miradas, lo que hace que me molesten aún más y creen rumores falsos ¿Pero por qué? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Actúan como si tuviera alguna enfermedad contagiosa y mortal pero lo único que tengo es miedo. Ese miedo se apoderó de mí y ya nada vale la pena; será mejor que me vaya de éste mundo ahora y así todos estarán mejor sin mí, yo fui tan sólo un error de evolución, por así decirlo.

...Perdón mamá, perdón papá. No sé si alguna vez me quisieron de verdad y si les importará si muero, pero aunque muchas veces les dije que los odiaba, de verdad yo los quería, es sólo que estaba muy molesto...Ésta es mi carta de despedida y espero que sin mí, puedan ser felices y llevar una vida tranquila, les estoy quitando un peso de encima al irme de aquí...

Pero ese sonido invadió la habitación oscura la cual se iluminó por la pantalla de la computadora al encenderse. Pensé que lo había desconectado pero allí estaba, un nuevo mensaje. Me levanté de la cama, dejando la carta y el frasco de pastillas a un lado y me senté en la silla del escritorio. Llevé mi mano al mouse y di click en la ventanita del chat y allí estaba él.

"Hola ¿Cómo estás? :)"

Leí el mensaje, esas simples tres palabras y luego comenzó a mandar más emoticones de caritas felices y uno de un gatito que estaba bailando con un sombrero de cumpleaños. No sé por qué lo envió, no era mi cumpleaños pero me hizo mucha gracia. Luego envió uno de un perro con unas maracas, ese sí me hizo sacar una carcajada, es que era tan estúpido que era gracioso. Busqué entre la lista de los emoticones y le envié uno de un búho con una guitarra.

-"Ese no es tan gracioso como los que te envié" – escribió él.

-"Está bien, los siento, don chistoso Jajaja"

-"Yo no soy chistoso, chistosos son el gatito y el perrito"

Y así nos quedamos conversando por un buen rato hasta que los ojos se me cansaron y me despedí de él para irme a dormir. Encendí la lamparita de mi mesa de noche y vi el frasco y la carta sobre la cama. La sonrisa que tenía por haber estado hablando con él se borró al recordar lo que estuve a punto de hacer, tomé esas dos cosas y las eché a la basura. Hoy no sería el día, lo pospondría de nuevo y todo porque sé que hay una persona a la que sí le importo.

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