Capítulo 1

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Revolvía con desesperación las gavetas de mi cómoda, revisaba en mi armario y hasta debajo de mi cama; mi habitación estaba casi patas arribas y si mi madre la veía así, seguro se molestaría, como siempre notando las cosas malas de mí. Soy un desordenado, no puedo evitarlo así que recogí todo antes de bajar a la sala y buscar allí mi teléfono ¿Dónde rayos lo había metido? En algún lugar de la casa tiene que estar porque yo no salgo, hoy será el día que lo haré después de tanto tiempo pues comenzaré la universidad. Tenía ganas de preguntarle a mi madre pero preferí no hacerlo porque me saldría con su sermón de "Yo no compro las cosas para que las andes perdiendo" "Se más ordenado, ya estás grandecito" Sí, ella tiene razón, ya tengo diecinueve años, debería ser más responsable. Miré mi reloj y ya se me estaba haciendo tarde así que me olvidé del teléfono, total casi ni lo uso, y salí de casa para tomar el autobús y luego el metro que me dejaba casi en la puerta de la universidad.

Comenzaría mi primer año en la carrera de comunicación social, lo gracioso es que yo no soy un buen comunicador pero pienso tan sólo concentrarme en la parte de redacción, trabajar en un periódico o una revista. Tenía miedo, sería otro mundo distinto a la preparatoria y estaba decidido a cambiar, dejar al Yu Kwon retraído y emo atrás para ser uno más animado, hablador y sí, conseguiría un amigo, tal vez no hoy pero quizás mañana.

Tomé el autobús al llegar a la parada, por suerte no se tardó, me dejó en la que debía bajar y fui directo al metro en donde sí tuve que esperar un poco más; no había problema, aún tenía tiempo y era apenas el primer día. Me recosté de la pared a esperar a que llegara el tren, vi por el rabillo del ojo a un señor medio extraño y rezaba por qué no entrara al vagón en donde me subiría. No es que yo fuera prejuicioso pero sí que no me gustaba su pinta, caminaba raro y parecía ser un borracho. Sentí un ligero viento mover mis cabellos lo que indicaba que el tren ya llegaba, esperé a que se abrieran las puertas y me adentré logrando sentarme en un asiento vacío pero ese hombre también se subió ¡Genial! Quizás era pura paranoia mía y el señor sólo tuviera alguna discapacidad; si es así, Yu Kwon, te irás al infierno.

-¡Quítate viejo! – le oí decir a un hombre al ver pasar a ese señor extraño a su lado.

Me sentí mal, parecía que estaba enfermo y lo rechazaban por eso, echándolo a un lado como si fuera una plaga pero sólo era un hombre pobre que quería llegar quizás a su lugar de trabajo. En cierta forma me sentí identificado por él, no por su aspecto si no por cómo eran los demás con su persona; a mí siempre me han tratado mal desde que tengo memoria, siempre me echan a un lado simplemente por ser un chico tímido porque al parecer eso les molesta y les divierte burlarse de mí. Sí, soy una especie de nerd sólo que con un coeficiente intelectual normal, tengo un promedio de dieciséis, no soy de los que sacan siempre veinte; me gustan las historietas, los videojuegos, las animaciones japonesas y las películas de ciencia ficción. A muchos les gustan esas cosas pero un grupito de chicos que se cree muy cool y mejor que los demás, piensa que eso es para perdedores y se divierten en fastidiarnos sólo por nuestros gustos.

No me di cuenta en cuando llegué a la estación en la cual debería bajar, me había quedado viendo al hombre que se encontraba parado en una esquina, recostado de una pared y con la mirada en el suelo. Él también se bajaba allí y siguiendo sus pasos me acerqué a él para decirle unas palabras que yo mismo me dije en mi mente cuando desperté.

-Hoy será un buen día.

Él hombre me sonrió, su sonrisa se veía muy sincera sin una pizca de malicia. Aunque se viera algo andrajoso y con un caminar extraño que ahora que me daba cuenta era porque tenía una malformación en la pierna, no había que juzgar un libro por su portada porque quien sabe si en ese hombre había más bondad y humildad que alguien de clase media. No todos los pobres son delincuentes como muchos creen, hay gente honesta y trabajadora y al salir del metro me di cuenta que el hombre trabajaba en una estación de servicios aún así con su discapacidad, eso era algo de admirar.

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