The Slaughter Never Ends (Metallica, KLARS)

Capítulo 19: Saqueos.

Llevaban ocultos cerca de tres días allí y el escándalo bajó considerablemente sus revoluciones. Los dueños de la vivienda no tuvieron problemas en refugiarlos de manera momentánea en aquella bodega del negocio familiar.

Los dueños planeaban sacar todas las cosas que pudieran y que otro día regresarían para llevarse lo que les quedaban, no querían unirse a este nuevo régimen que comenzaba a formarse como "URSS", por ello migrarían lo más lejos posible para estar seguros, cosa que Kirk y Lars pronto harían, todo a su paso, no tenían dinero para viajar todavía, y así era cómo escapaban por sus propios medios a donde la marea guerrera los llevara.

No tenían certeza de nada, casi no comían, aprovechaban demasiado bien las raciones que la familia les dejó para dos semanas.

Esa mañana del tercer día, se despertaron alarmados porque oyeron ruidos provenientes de las habitaciones exteriores de la vivienda, cercanas a la entrada. Estaban de esa manera porque se oía mucho ajetreo, como si muchísimas personas estuvieran entrando y saliendo a cada rato, nada comparado a la calma de la familia original.

Entonces, se levantaron siendo muy precavidos, se asomaron por el borde de las escaleras y retrocedieron de inmediato, no podían creerlo, un numeroso grupo de revolucionarios estaba saqueando la propiedad, claro, como era de clase burguesa, normal que quisieran algo de "igualdad" con los pobres y como los dueños no estaban, aprovecharon la instancia.

No sabían qué hacer, defender lo que pertenecía a los buenos humanos que los acogieron o hacer lo mismo; robar con tal de sobrevivir. Notaron el pequeño detalle de que ellos no eran rusos, sino, revolucionarios de Ucrania, lo que significaba algo simple: no los reconocerían, el grupo no era militar, eran personas comunes y corrientes que buscaban igualdad social, los militares estaban por otra parte en aquellos momentos, lejos de la propiedad.

Se miraron directo a los ojos y charlaron un poco al respecto, con muchísima pena, aceptaron "unirse" a los comunistas sólo para obtener algo de qué comer y vender para obtener comida, nada más, seguía siendo demasiado peligroso todo.

Salieron de su escondite, asegurándose previamente de ocultar sus propios bienes materiales en la bodega para hacer como si nada. Pretendieron ser uno de ellos, temerosos de ser descubiertos y... tanta paranoia no valió nada, como máximo les preguntaron que si ya habían revisado toda la casa, nada más.

Se llevaron... mercancía, sí, bastante, en cajas enteras. Hasta que la propiedad quedó en plena ruina, el "líder" de ese grupo los felicitó y todos fueron a por otra propiedad abandonada por gente rica. Mientras que... Hammett y Ulrich regresaron a la bodega para encerrarse allí y bloquear la puerta como pudieran para evitar ser asaltados de cualquier manera. Suspiraron, con mucha culpabilidad.

- ¿Qué haremos cuando regresen los dueños? -consultó el de tez morena, arrepintiéndose de su antiguo salvaje actuar.

- Ni idea -encogió los hombros sin saber nada-. Quizás esos idiotas los mataron antes de que entraran siquiera... -hizo una mueca.

- ¿Qué? -se sobresaltó con los ojos muy abiertos- ¿Tú crees?

- Claro, lo hicieron con el Zar y toda la dinastía, ¿por qué no con una pequeña familia?

- Uhh... buen punto... -hizo también una mueca, recordando-... ¿Crees que podremos salir de aquí?

- En un tiempo más, creo que sí, eso espero -confesó con un suspiro-. Pero... joder, ¿cómo te lo digo?

- ¿Sí? -le admiró en confusión, además de estar curioso por lo que podría escuchar ahora.

- Cuando salgamos de este horrible lugar... -suspiró de nuevo y rascó su nuca- ¿Podemos vivir juntos como algo más que amo y esclavo, más que amigos?

- ¿Te refieres a que...? -cubrió su boca atónito por aquella propuesta.

- Sí, eso... como una pareja de casados aunque no podamos casarnos, quiero eso contigo -retiró la mano de su rostro y la acarició, para después darle un pequeño beso a modo de lealtad.

- Yo, este... Lars, ¡no sé qué decir! -cabizbajo se mantuvo para tratar de cubrir con su larga cabellera rizada sus mejillas sonrojadas- ¡Claro que lo deseo!

Esbozaron ligeras sonrisas llenas de gratitud y se dieron un abrazo cariñoso, sus narices rozaron un par de segundos, pensaron en besarse en los labios pero se limitaron a sólo rozar un poco más sus narices, haciendo el tierno "beso de pingüino" como le dicen algunos, para demostrar ternura, sin miedo de tener un amor prohibido porque estaban seguros dentro de la bodega.