Capítulo 4: Pequeños contactos físicos.

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Nota: Vale, supuestamente ayer tenía que subir cap y lo olvidé, lo siento mucho ;-;

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Lars estaba como cualquier otro día haciendo una que otra "labor" doméstica como cuidar de los hijos del Zar o al menos vigilar que no estuvieran haciendo nada peligroso, sobretodo, porque uno de ellos tenía una rara enfermedad que al mínimo corte que se hiciera, moriría desangrado. Así que, la vida de ese chiquillo y de Lars -si no cuidaba del chiquillo, condenado a muerte, eso lo tenía claro- estaban en juego cada vez que se quedaban solos en los salones del lugar más seguros, sin puntas y de cerámica para evitar cualquier tipo de magulladura en la piel del infante.

Al principio esa labor era un estrés tremendo, pero como llevaba bastante tiempo de niñero ahí, sabía que el chiquillo no era tan brusco para jugar. Ulrich sólo estaba sentando en una silla con pies sobre la pared de lo más cómodo, mirando por un ventanal el paisaje de la bella Rusia.

Vio una sombra que se acercaba a él y de inmediato sacó los pies de la pared, al notar que no era su "jefe", frunció el ceño y volvió a poner los pies en su posición de comodidad.

- Oye, tú, hereje -llamó a Kirk de esa manera porque no recordaba su nombre-. Se útil y ven para acá.

El moreno se quedó quieto, tratando de no ser muy obvio e intentó ocultar las cosas que iba cargando.

¿Qué cargaba? Los libros de magia de Rasputín y un par de ingredientes para hacer pociones, planeaba aprender a realizar brujería robándose esos implementos de su amo y ocultarlos en su "habitación" -era una caja de madera con un par de "mantas" hechas de papel de periódico en lo que vivía en los pisos de abajo, cerca del calabozo-.

- N-no puedo... -se mantuvo cabizbajo, su otro amo le quedó mirando extrañado.

- ¿Por qué?

- Tu padre me mandó a entregar estas cosas, eso...

El chico pálido abrió los ojos, ¿de verdad había dicho eso? ¿De que el consejero del Rey era su padre? Nadie se lo decía, siempre le recalcaban que era un bastardo o que no era nada de Rasputín, por ello se quedó tan anonadado.

- Pues entrégalas rápido y ven, que te necesito. Te la pasas paseándote todo el día sin hacer nada, vamos, que al menos hagas algo además de eso.

Hammett asintió y corrió hacia las escaleras, agradecido de que no le hayan pillado. Estando casi muerto, se tiró sobre su "cama" para descansar un poco tras bajar tantos pisos sin cesar. Guardó muy bien los libros y otras cosas, tomó una gran bocanada de aire para redirigirse hacia su amo, muy nervioso preguntó:

- ¿Q-qué necesitas?

- Que cuides de esas ratas mientras yo admiro el paisaje -contestó son suma naturalidad.

- ¿Y... cómo? ¿Qué quieres que haga?

- No más fíjate que no se estén matando entre todos, sobretodo ese enano de allá -señaló al menor de todos-. Que si se hace una herida, se muere, literalmente, entonces, pon la vista en él sobretodo porque si algo le pasa será MI culpa y no quiero problemas por culpa de tus descuidos.

- Um, vale, voy a intentarlo...

- ¿Intentarlo? ¡No, idiota, sólo hazlo! ¡Intentar implica fallar! Sólo... -suspiró, ser así de rudo no le gustaba del todo- hazlo.

- Ah, vale, vale... -hizo una mueca en incomodidad.

Y así estuvo, realizando la labor que su amo debería ejercer por casi toda la tarde, mientras que Lars disfrutaba del paisaje de la bella Rusia, admirando cada detalle al máximo. Una vez que terminara su "turno" de trabajo, el hijo del consejero mandó a dormir a los niños. Iba justo irse a su hogar cuando se encuentra con su padre.

- Lars, ¿haz visto un par de libros?

- Ehh... no, padr... ¡Jefe! No, no he visto nada.

El muchacho de apellido hereje sintió como se le helaba la sangre por ese diálogo, fue caminando a pasos de caracol lejos de ahí, tratando de no hacer ruido.

- ¿De qué eran los libros?

- Um, eso no te importa, sólo sé que necesito que los recuperes, nadie más debe verlos, son grandes y de tapa muy dura, también trata de buscar frascos de...medicina, ya sabes, tengo que ir al pueblo para curar...

- Ah, vale... ¿quieres que me quede a buscar?

Interrumpió, no requería grandes explicaciones por parte de su padre ya que sabía muy bien que Rasputín era muy respetado por los ciudadanos rusos por sus poderes curanderos, además de consejero del Zar, era un monje de grandes poderes, Lars podría hasta decir que parecía magia lo que su padre hacía porque era majestuoso.

- Sí, por favor.

- Está bien, jefe.

Se devolvió para empezar la búsqueda, entretanto Kirk huía hacia su habitación para guardar bien los libros. Bajó escaleras hasta llegar a ese cuarto al final de un pasillo, que parecía más una caja de fósforos de lo pequeña que era, ni hablar de lo dura e incómoda que era su cama, se echó ahí encima, cubriendo los libros en caso de que alguien llegara.

No obstante, la curiosidad le mataba, sacó el libro más pequeño y corto, el cual cubrió con la "manta" y fue ojeando un poco para aprender algo, sabía que la manera más efectiva para asesinar a sus amos y arruinar la Dinastía Rómanov era con magia negra ya que ésta era silenciosa, no lo podrían descubrir tan fácilmente. No más debía tomarle mucho tiempo poder aprenderla a ejercer correctamente sin que le descubran en el proceso.

Oyó pasos en el pasillo y guardó el libro, pretendió estar dormido.

- ¡Deja de holgazanear! -Kirk fingió despertar y bostezó- ¿Haz visto unos libros por acá? A mi p... jefe se le perdieron.

- No, no he visto nada.

- Deberías estar conmigo buscando, si tu eres el esclavo, no sé, digo yo...

- ¿Te ayudo?

- Vale, ayúdame y no diré nada acerca de que ayer no estuviste haciendo mi trabajo, de que estuviste flojeando -le recordó la mentira de Hammett para ver a sus padres.

- Trato hecho -sonrió con malicia y se levantó de su cama.

Salieron de la habitación para buscar en el resto de habitaciones, obviamente ningún rastro de tales libros había porque el moreno los tenía en su cuarto. Ya era demasiado tarde y dieron la triste noticia al monje Rasputín. Por tanto, éste habló con el Zar y reforzarían la seguridad del lugar porque supusieron que alguien exterior entró al Imperio y se puso a robar lo que pillaba.

Lars muy apenado de haber decepcionado a su padre, regresó a su casa con su madre. Y Kirk, riéndose de manera despiadada por dentro, se dirigió a "dormir" -leer, estudiar y aprender lo que podía en el menor tiempo posible- toda la noche, muy callado, muy tranquilo.

Como si nada hubiera pasado.

The Slaughter Never Ends (Metallica, KLARS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora