Capítulo 8: Que en paz descanse.

117 29 0
                                    

Lars abrió los ojos como platos, esperando por favor que él haya oído mal la respuesta.

- ¿Q-qué?

- Grigori Yefimovich Rasputin, tu padre que en público te niega -se explicó-. Sus poderes curativos se deben a que practica brujería e hipnosis, sin contar que... -gruñó recordando la traición que ejercía en su contra el monarca- Se ha acostado con mi mujer y varias mucamas más.

El chiquillo cubrió su boca en sumo impacto, muy dolido por dentro.

- ¡No! ¡Mi padre no! -gritó de manera desgarradora y se arrodilló frente al Zar- Se lo ruego, mi señoría, no haga eso, mátenme a mi pero a mi padre no... -sollozó, dejando en libertad un par de lágrimas humilladas.

- Para nada, niño, mejor anda a hacer el mandato que te di o...

- De inmediato, mi señoría... -resignado, apretó el puño y se puso de pie.

- Llévalo al bosque y mátalo ahí, como me entere de que no lo haz hecho y le haz dejado en libertad, te mato YO mismo.

Asintió y volvió a coger entre sus manos la daga.

- A sangre fría lo mataré, mi señoría -hizo una pequeña reverencia y se retiró de la sala.

Los guardias reales lo condujeron hasta el calabozo, en donde se encontraba Kirk esposado sin tener mucha movilidad.

- Déjenmelo a mi, que yo me encargo del resto -los demás asintieron y los dejaron en soledad-. Mírame bien, imbécil -el muchacho de apellido hereje no hizo caso-. Hazme caso -y le levantó la barbilla en contra de su voluntad-, ahora, dime con sinceridad: ¿tú fuiste el idiota que habló y por su culpa ahora van a matar a mi padre?

- Quizás, sólo dije lo de la magia... lo de las infidelidades y otros chismes fueron los mismos funcionarios de acá -esbozó una sonrisa maqueavélica.

- ¡Eres un bastardo desgraciado! -gruñó en furia extrema.

- No, que ese lo eres tú -rió con malicia-. ¿Viniste a sólo insultarme o...?

- No me cambies de tema, acompáñame, maldito desgraciado -agarró la cadena de las esposas y la tiró con fuerza, haciendo que Kirk tuviera que caminar junto a él porque la presión en sus muñecas le dolía mucho.

- ¿Me asesinarás? -asintió y su estómago comenzó a revolverse en nervios.

El camino fue compuesto por un amargo silencio entre los dos, cero comunicación, sólo gruñidos y sollozos por parte de Ulrich que no podía creer lo que estaba sucediendo, sin duda, podría desquitarse con su esclavo por el dolor de saber que no tendrá nunca más a su padre.

Por otra parte, Hammett iba arrepintiéndose segundo a segundo de su estúpida decisión de delatar al monje porque, siendo consciente de su condición actual, era imposible escapar de su propia muerte, la venganza que tanto planeó hubiera sido en vano si moría y no lograba escapar, sin contar que el sólo ver a su otro amo tan dolido por su acción, la única persona que sentía lástima por él y le trataba... no "bien" pero sí mejor que los demás, que alguna vez le dio de comer sin que nadie se enterara, el arrepentimiento se hizo tan presente que no evitó ponerse a llorar en el instante que pisaron los bellos campos en que compartieron ese bonito momento, la brisa helada, el oscuro crepúsculo, era una paisaje fenomenal que le hacía comenzar a sentir nostalgia por los pocos momentos dignos y felices que tuvo en su mísera vida. Le dolía tener que abandonarlo todo, cosa que era bastante contradictoria pensando que le mencionó a su amo que prefería morir. Entonces, ¿por qué se sentía así?

Al final de los campos se encontraba la entrada al bosque, húmedo y muy frío, casi congelado, se adentraron medio kilómetro hasta que Lars se cansó y acorraló a su esclavo contra un árbol, en su mirada se denotaba la ira extrema junto a la desesperación, la impotencia por no poder cambiar el futuro.

The Slaughter Never Ends (Metallica, KLARS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora