Capítulo 16: Nueva vida juntos.

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Estuvieron muertos de susto porque cada milésima de segundo era vital para sus existencias, corrían, corrían... cambiaban de pasillo, por la otra escalera, se devolvían, se escondían tras una puerta... Todos sus sentidos se encontraban más que alerta en caso de cualquier cosa, al más mínimo movimiento erróneo por parte de uno de los dos, significaba la muerte. Por ello se sentían tan acelerados, llenos de desesperación.

Actuaban por propio impulso, hasta que por fin lograron hallar una salida segura, entonces, una vez que alcanzaron la libertad, con apenas un pie fuera de la pesadilla, no se detuvieron y prosiguieron corriendo a toda velocidad, oyeron gritos, por las ventanas arrojaban objetos y muebles, tratando de herirlos, algunos más rápidos salieron por la misma salida para perseguirles.

Aunque las piernas les dolían, no tenían suficiente aliento, les dolía la cabeza por forzarse a correr, era muy peligroso detenerse, más aún con gente persiguiéndolos, siendo reconocidos como unos totales herejes, odiados y nunca aceptados por el pueblo ruso, no valía la pena socializar con ellos, eran totalitarios y cualquiera que no sea como ellos acabaría muerto, debían huir como podían.

Hasta que sus pobres cuerpos no daban más y decidieron parar cuando les perdieron el rastro de varios, cambiaron de dirección otra vez para meterse adentro de un negocio de fruta, se sentaron en el suelo, jadeando y suspirando, agotados como nunca antes. El puesto estaba abandonado, obvio, la mayor parte de la población estaba metida en la revolución. Robaron parte de la mercancía para poder alimentarse y recuperar fuerzas para ir más allá.

Tiempo había trascurrido, bastante, alrededor de una semana, en donde lo único que hicieron fue... robar. Sí, un par de veces fueron al castillo destrozado y abandonado para sólo robar cosas de valor, claro, las que estaban ocultas y los bolcheviques no lograron hurtar. No es que fueran ávaros, la cuestión era que podían intercambiar esos objetos de alto valor monetario para conseguir comida y otras necesidades básicas. No tenían ningún hogar, la calle los acogía por las noches. Cuando ya tenían tres sacos rellenos de objetos de valor como joyas o dinero en sí, tomaron la decisión definitiva: debían irse de Rusia a como de lugar, era un país enorme y al lugar que fueran, los revolucionarios iban convocándose con mayor cantidad de gente, demasiado peligroso a decir verdad.

Entonces, cargando esos tres sacos millonarios abandonaron a la Madre Rusia en busca de un futuro mejor y juntos, sí, ahora no podían separse por nada en el mundo porque en todos los casos algo podría salir mal, no querían separarse porque sentían cosas amorosas uno por el otro, además de que eran buenos estrategas a la hora de escapar, es como si hubieran sido unidos por el destino. A pesar de que los sentimientos amorosos no planeaban ser confesados todavía porque seguían en la crisis.

Varios días les tomó escapar de su país natal en dirección a Ucrania, estaban acojonados porque lugar al que fueran había conflictos a nivel bélico. O era la revolución o era la Gran Guerra de Austria-hungría que se iba masificando por todo el mundo, si no los mataban por herejes, morían porque habían otros mandos que se querían masacrar porque sí.

Finalmente hallaron un lugar definitivo para estar a salvo de tanta desgracia que les traían sus tierras, se trataba de un hogar de ancianos veteranos de antiguas guerrillas, muy cerca de la frontera con Rusia, con tal de mentir un poco sobre sus identidades y ofrecer algo de dinero, lograron conseguir una habitación para los dos en donde dormirían de manera digna, sin ser discriminados. Era algo perfecto, por el momento no existían problemas y podían vivir como personas normales, sanas y nada malo.
No solían charlar mucho, la comunicación era casi escasa desde que se besaron por primera vez, cada segundo del día en que estaban juntos dudaban más, tenían claro que lo que ellos sentían era algo anormal, extraño sin embargo que a la vez se sentía bien, demasiado bien que resultaba doloroso recordar que se trataba de un asunto ilegal que les costaría aún más la muerte, además, de que no estaban del todo convencidos de que sería algo mutuo. Preferían no tomar ese tema y que el poco contacto que tuvieran fuera acerca de sobrevivencia, de que si han visto o se han enterado de alguna amenaza, de que si se sienten cómodos en el lugar en que están, como máximo discuten acerca de cómo gastarían su fortuna con tal de sobrevivir. Cada moneda era necesaria, no se podía desperdiciar nada. Como si se tratara de una pareja de casados discutiendo acerca de cómo mantener su hogar con las ganancias mensuales, sí, era algo similar, cada detalle lo analizaban y se ponían en todos los casos posibles.

Tampoco era que se dieran una vida llena de lujos aunque tenga mucho dinero, no, iban por lo sencillo: si atendían sus necesidades físicas básicas y morales, era justo y necesario, ni siquiera se daban el gusto con algo... como máximo se aprovechaban de las sobras o las cosas de segunda mano que desechaban del hogar en que residían, todo fríamente calculado para no fallar en nada.

Bueno, nada es eterno, la seguridad tampoco, eso quiere decir que en un tiempo aquella paz fraterna que los envolvía, llegaría a su fin o tal vez habría un enorme quiebre, nada era seguro todavía, la vida siempre ha sido incierta, no hay nada más que decir.

The Slaughter Never Ends (Metallica, KLARS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora