Capítulo 2

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Cuando me hiciste recuperar la ilusión volvieron mis ganas de escribir. Cuando la rompiste decidí nunca dejar de hacerlo. Gracias.


Mi parálisis fue instantánea en el momento en que vi su rostro. Me sentí completamente desarmada y mi corazón latía desbocado, el terror se desbordo como cascada de agua fría por todos mis huesos y mis ojos no parpadeaban. Aquella figura imponente se acercó a paso firme para ver que sucedía. Entonces, cuando no creí posible conocer mi autodestrucción, su mirada encontró la mía y ahí todo colapsó dentro de mí.  No sé cuánto tiempo pasó, no sé en qué momento todo se detuvo, mi condena estaba delante de mí. Era absurdo, entre tantos lugares, tenía que ser justo aquí. Definitivamente mi destino me estaba jugando chueco. Sus facciones parecían esculpidas por lo omnipotente. Su cabello negro caía con gracia y me recordaba las sombras de la noche. Sus ojos de un azul supremo me miraron con tal desconcierto. Pasaron de admiración a repulsión. La tensión que emanaba su cuerpo me tenía paralizada.

-¿Qué sucede?-, su voz era tan monumental como su aspecto y su mirada no dejaba la mía.

-La estúpida  se tropezó conmigo e hizo que me derramara el jugo encima-, dijo mientras señalaba su blusa color marfil.

-¿Sólo eso?-, yo no podía hablar, ni siquiera defenderme. Me había quedado muda.

-¿Te parece poco Nith?-, la morena seguía chillando y haciendo su berrinche más grande, ¿acaso no se podía callar?

Vi como "Nith" se relajaba, parecía como si hubiera estado a la defensiva para atacar en cualquier momento. Era su naturaleza mantener orden, esa era su labor. No estaba segura si me había identificado así como yo a él, pero claramente el sabía que algo no estaba bien.

-No es para tanto, Natasha-, dijo en tono burlón.-Sueles sobre exagerar siempre-.

La morena le dio un empujón y se dio media vuelta echando chispas y gritando a quien se le pusiera en frente.  Aprovechando el momento, me di la vuelta para huir lo más rápido posible. En ese instante, sentí su agarre y una corriente recorrió mi cuerpo, desde la punta de mi cabello hasta mis pies,

-¿T-Tú nombre?-, esos ojos azules me traspasaron el alma, como el más dulce de los castigos.

-S-suéltame-, retiré de golpe mi brazo  y salí corriendo por el pasillo sin mirar atrás.


Busqué por todos lados, hasta  encontrar el baño de mujeres. Cerré la puerta con seguro y  me eche agua en el rostro, mis nervios estaban a flor de piel. Me miré al espejo y mi reflejo era vil miedo. Mis ojos abiertos de par, el gris de mis pupilas gritaba auxilio. No era posible. Si me hubiese reconocido, no dudaría en eliminarme, estoy segura que no era humano, él era mi perdición. No sé cuánto tiempo estuve en el baño, cuando la puerta golpeó.

-¡Ocupado!-, grité, estaba demasiado alterada.

-¡Leila, soy yo!-, la voz de mi hermana hizo volverme a la realidad, había olvidado por completo volver a la clase.

Abrí la puerta y los ojos de Liora me analizaron de pies a cabeza,-Por todos los cielos, ¿Qué pasa?-

No respondí, simplemente tapé mis ojos con mis manos.

-Leila, me tuviste preocupada toda la clase, ¡no hagas eso!, ¿Qué te ocurre?, ¿Quieres matarme?-

-¡Lo vi Liora!-

-¿De qué hablas?-

-Una dominación, lo vi, está aquí-

Los ojos de mi hermana se abrieron como platos.- ¿Estás segura?-

-Sí, bueno, y-yo no lo sé-

-Leila, si hubiera sido una dominación no estarías aquí, son guardianes-.

-Eso lo sé Liora, es algo que me han dicho toda mi vida, pero estoy casi segura que...,-

-No lo es. Punto. Debes dejar esa paranoia, por todos los cielos. Es casi imposible que esté aquí. ¿Cómo era?-.

-Alto, imponente, cabello negro y facciones perfiladas, sus ojos...-hice una pausa.

-¿Qué tienen sus ojos?- mi hermana me miraba con cautela.

-Esos ojos emanan luz, la misma gloria, un azul celestial... hermosos-.

-¿Te gustó el humano?-, vi como una sonrisa pícara se pintaba en sus labios.

-¡No estoy jugando Liora! Es imposible que me guste un humano y lo sabes-, que frustrante que en esos momentos mi hermana cayera en eso, claramente ella había adquirido muchas "cualidades", gracias a las novelas románticas que leía.

-Lo siento, sólo tranquilízate. Es el primer día de clases y es normal que te sientas así, era un joven común. Vamos, es hora de irnos a casa-, sin más que decir, las dos salimos del baño, este día había terminado por hoy, gracias a los cielos.


Camino a casa, no dejaba de pensar en lo que había pasado. Los ojos azules me perseguían a todos lados, ¿sería mi paranoia?, el vivir con esta ansiedad iba a acabar con mis nervios. No quería ni mirar por la ventana del auto con el miedo de encontrarme con él. Intenté respirar y calmarme, si no, iba a colapsar.

-Liora, no le comentes nada a Raizel, por favor-, mi hermana frunció el ceño, meditó un momento y sin más asintió.

Me armé de valor y me dediqué a ver las calles cubiertas de nieve, la gente salía a comprar sus víveres, los niños jugaban con la nieve, llenos de vida y alegría. Envidiaba a los humanos, ellos mismos podrían decidir su destino, ser arquitectos de su vida, algo que yo no podía hacer por más que quisiera. Sólo me quedaba esperar. Esperar mi destino.


-¿Cómo estuvo el primer día?-, Raizel nos miraba expectantes a Liora y a mí.

-Bien, fue un día interesante. La clase de literatura me gustó e hicimos amigos, todos se ven agradables-, dijo Liora mientras probaba su té.

-Eso es bueno, me da gusto que tengan amigos-, claramente sentía la mirada de ella expectante, pero no tenía las más mínimas ganas de hablar.

-Sí, me gusta la escuela en general, es muy grande y la estructura es bonita, los salones son igual de amplios y...-

-¿Tú qué opinas de la escuela Leila?-, esa pregunta me hizo mirarla a los ojos, sin duda, estaba preocupada por mí.

-Genial, eh... si no les importa voy a mi cuarto a descansar un poco-.

-Claro hija-.

El día había sido muy perturbador, demasiadas emociones para cargar. Mi habitación era el ático de la pequeña casa, un lugar tranquilo y común, suficiente para mí. Lo maravilloso es la ventana enorme que me dejaba subir al techo y ahí pasar mi apetecible tiempo a solas.

Respiré aliviada.  El aire perpetuo de la noche soplaba y acariciaba mis mejillas como un dulce consuelo. Las estrellas siempre me habían maravillado, el cielo, la noche. La obscuridad, solía ser catalogada como algo tan temible, en cambio para mí era preciosa, misteriosa y llena de gracia. Aún quedaba rastro de nieve en el techo y con el reflejo de la luna, se desprendía un exquisito brillo de cristales. Aquí estaba yo de nuevo, enamorada de mi soledad.

De la nada, sentí un dolor en mi cabeza, algo que nunca había presenciado, como un pequeño martillar, era muy molesto, me puse de pie y entré a la casa.

-¡Liora!,- dije mientras intentaba bajar las escaleras, el dolor se había transformado en algo más insoportable.

-¿Leila?, vi como mi hermana se asomaba por la cocina y sin más nada, mi vista se nubló escuchando por último un grito.


*GRACIAS A TODOS LOS QUE SE HAN TOMADO LA MOLESTIA DE LEER MI HISTORIA. ESPERO, SI ES DE SU AGRADO LA COMPARTAN, ME SIGAN (SI LES GUSTO PUEDEN DARME UNA ESTRELLITA) E IGUALMENTE LOS COMENTARIOS SON BIENVENIDOS.*

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