Nuestra caminata de vuelta a casa era placentera, el sol se estaba ocultando bajo las montañas y la tarde fría te envolvía mágicamente. Edgar y yo íbamos en silencio, pero eso no se sentía incómoda, era todo lo contrario, sumamente agradable.
-Estoy feliz de que hayas vuelto-, su mirada estaba fija en el cielo.
-Yo igual estoy feliz de haber regresado-, las luces de mi casa seguían apagadas, al parecer no había regresado nadie.
El siguió mi mirada. –¿No hay nadie en tu casa? -.
-Creo que no-, me encogí de hombros.
Miró su reloj.
-No te preocupes, esperaré a mi hermana-.
Su mirada fue dudosa.
-Me quedaré contigo-.
-No es necesario, recuerda tu compromiso-.
-Ni creas que voy a dejarte sola, ¿Me invitas a pasar? -, dijo tras hacer un ademán educado con su mano.
Con el estómago encogido, miedo y excitación a la vez, abrí la puerta y lo dejé entrar.
- ¿T-tienes hambre? -.
-No, estoy perfecto-, sus ojos viajaban por toda la casa.
Asentí lentamente, ¿Ahora, que?
- ¿Quieres pasar a la sala? -, pregunté dudosa.
Sus ojos se conmovían. - ¿Dónde te sentirías más cómoda? -.
- ¿La verdad?, quisiera estar en mi habitación si no te importa-.
Tomó mi mano entrelazando sus dedos con los míos. -Guíame-.
Subimos escaleras y abrí la puerta de mi cuarto. Su cabeza viajaba lentamente por cada rincón, estaba analizando cada esquina de mi privacidad desvistiéndola sin tapujos.
Caminé dándole la espalda y me senté en al borde de la cama.
-Tu habitación huele muy bien-, sonrió.
-Bienvenido-, me encogí de hombros.
Caminó lentamente y se puso de rodillas frente a mí.
- ¿Qué te atormenta? -, tomó mis manos por segunda vez.
-Muchas cosas-.
-Puedes intentar decirme algunas-.
-Me siento agotada en todos los sentidos-, dejé salir un suspiro pesado.
Nos quedamos en silencio.
Sus manos comenzaron a jugar con las mías, acariciando mis dedos y muñecas, trazando con la yema de sus dedos líneas imaginarias en mis brazos deteniéndose por un segundo en mis hombros y siguiendo su camino por mi cuello hasta detenerse en mi mandíbula, siendo todo aquello un trance hipnotizante.
-Haría lo que fuera para que no te sintieras así-, su aliento chocaba con mis labios.
-No lo entenderías-.
-Tal vez soy el único que puede hacerlo-.
-Yo no soy lo que parezco-.
Soltó un suspiro burlón. – Y, ¿Quién lo es? -.
Estaba confundida.
-En este mundo nadie es lo que aparenta, es una obra de teatro, actuamos para sobrevivir-, se detuvo un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para explicarse. – Tú has sido transparente hasta el momento, lo único que te perturba es, creo yo, el no aceptar lo que eres-.
ESTÁS LEYENDO
Luminiscencia
FantasyUn suspiro salió de mis labios. No tenía ningún sentido resistirme y retardar lo que era inevitable. La sensación era indescriptible, la podía sentir recorriendo mis venas. La oscuridad se iba deslizando triunfante por todo mi cuerpo. Su danza era t...