Capítulo 14

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Liora

Una parte de mí decía que no debía confiarme, que estaba siendo completamente imprudente y estúpida al viajar con un completo extraño, mientras la otra justificaba incansablemente que era mi profesor de historia y que la estación, a la cual nos dirigíamos no tenía absolutamente nada de peligroso. Antes de llegar a la conclusión de que no encontraría nada en la biblioteca, tuve que ingeniármelas para explicarle de manera profesional mi proyecto a Ariel.

El aire raspaba mis mejillas y el vaho que producía mi nariz era visible. Para ser honesta, nunca me había subido a un metro, así que esta primera ocasión resultaba demasiado excitante. Bajamos en la estación que Ariel indicó. Esperamos de pie, como las demás personas a nuestro alrededor. Él intentaba de una u otra manera hacer contacto visual, pero para ser sincera lo que menos quería era comenzar algún tipo de conversación. No quería que notará lo nerviosa que estaba.

El metro llegó velozmente haciendo que el aire levantara danzante mi cabello, sentí indicios de claustrofobia al ver tanta gente aglomerarse en las entradas, era como si una ola te cubriera e hiciera moverte inconscientemente. Ariel tomó de mi mano y me jaló para poder entrar. La dulce sensación de su suave piel era muy gratificante, como si el solo tacto te consolara y te llenara de calidez el pecho, mi pulso se sentía irracional y mis piernas se sentían flojas. Nos quedamos de pie dentro del vagón, completamente rodeados y con poco espacio vital, que podía sentir su respiración chocar con mi mejilla y el latir de su corazón. Me decía a mí misma, incontables veces que debía concentrar mi vista en algún punto del suelo, siendo interrumpida por el sonido de una voz femenina, indicándonos que habíamos llegado nuestro destino.

Salimos disparados antes que la aglomeración se hiciera imposible. Nos encarrilamos a un laberinto subterráneo, muy difícil de memorizar. Subimos unas frías escaleras hasta llegar a la superficie y toparnos en una avenida familiar.

-La librería se encuentra en aquella pequeña plaza-, mi mirada siguió la seña que hizo con su barbilla al otro lado de la calle.

Las mismas luces de colores, iluminaban el nombre de "LOEWS", el olor a mantequilla tan característico lograba impregnar toda la acera. Me detuve un momento para admirarlo.

-Podríamos cambiar de planes y ver alguna película-, su voz se deslizó por la atmósfera haciendo que mi estómago revoloteara.

- ¿Dónde está la librería? -, me sentí mal por ver la decepción en su rostro, pero en mi interior sabía que, si hubiera sido otro momento, probablemente hubiera dicho que sí.

-Por aquí-, me dijo con una sonrisa que no alcanzaba a tocar sus ojos.

El famoso dejavú vino al toparme con la tienda donde Lisa, Tina y yo entramos de compras y como era de esperarse, Leila se había salido de la tienda, buscando algo que en verdad le interesara. La liberaría "Centinela", estaba junto enfrente de nosotros.

-Aquí puedes encontrar la información que necesitas-, miró detenidamente el local.

Fui la primera en entrar, abrí la puerta para encontrarme con repisas de caoba impecable. Cada detalle era sumamente perfecto. El olor a incienso era pacífico y solemne. Las luces acogedoras y los libros un mar de colores. Casi al instante, pude sentir como mis sentidos se llenaban de algo grande y todo aquel miedo iba desvaneciéndose. Fortaleza. Esa era la palabra exacta que aquel lugar te transmitía.

-Revisa los pasillos hasta encontrar lo que necesitas, yo hablaré con el encargado-, las palabras de Ariel me hicieron asentir, estaba dispuesto a darme mi espacio y eso era sumamente tranquilizador.

Por un momento, dudé al no tener la más mínima idea de lo que iba a buscar o lo que pudiera contestar las mil y un preguntas que tenía. Sentí como mi cuerpo se seguía llenando de calor. Cerré mis ojos, inhalé todo el aire de mi cuerpo y comencé a caminar a ciegas. Era difícil de explicar, pero comencé a sentir que algo se encendía dentro de mí. Deseé con todas mis fuerzas alguna señal que pudiera decirme que iba por buen camino. Seguí en mi búsqueda, hasta que sentí una clase de fuerza que me atraía, una clase de atracción, indescriptible.

LuminiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora