La atmósfera hostil nos consumía poco a poco, siendo sentenciados por el enigma. Tan solo unos cuantos minutos bastaron para transformarnos en dos bestias poderosas, esperando el mínimo desliz para atacar en defensa propia.
El sonido áspero de su voz al preguntarme la dirección de mi casa me raspó la piel. Sus nudillos palidecían debido a la presión que ejercía al volante y la incomprensión se había apoderado de sus facciones. Me limité a responderle lo más claro posible, mientras me aferraba a mis rodillas imitando sus reflejos. Mi sentido común era consciente que algo había cambiado en el momento que pusimos un pie fuera de la residencia Rivkin.
La cabeza me palpitaba sin cesar, era como si mi corazón y mi cerebro hubieran cambiado de lugar. La migraña de hace unos días tomaba posesión, alterando mis sentidos más de la cuenta. Podía escuchar el crujir de la nieve, el sonido perforante del aire al chocar con el cristal del auto y la respiración pesada de Nith. Mi cuerpo se había convertido una vez más, en una máquina de sensaciones, siendo consciente de su advertencia.
Tenía muy claro que Zekjar era un hombre con una visión firme y directa. La conexión que tenía con Nith, era evidente. Él era su maestro, su mentor, su guía.
Keres, aquella palabra revoloteaba despavorida en mi cabeza. ¿Qué significaba?, ¿Por qué el abuelo de Nith la había pronunciado?, ¿Tenía que ver conmigo?
-Llegamos-, no quise mirarlo, lo único que quería era salir de ahí. Escapar de su presencia.
-Gracias-, espere unos segundos...ninguna reacción de su parte, ninguna palabra. La decepción era difícil de procesar, porque mi subconsciente tenía la esperanza de que este día no terminara así. Asentí para mí misma, bajé del auto y no miré atrás.
Sin percatarse de mi presencia, analicé detenidamente sus gestos en busca de algún tipo de emoción irracional, sin éxito alguno. Raizel estaba sentada en el sillón individual, completamente perdida en algún juicio interno. Las preguntas que tenía martillaban insistentes produciendo un eco desagradable. Era tiempo de hablar, de saber lo que estaba sucediendo, fuera lo que fuera. Respiré hondo para eliminar los rastros de melancolía de hace unos momentos y entré a la sala.
-Hola querida, no te escuché llegar-, no tenías por qué hacerlo, respondí en mi interior.
-Hola-, me senté en la mecedora de madera, ignorando el odioso rechinar. -¿Y bien?-.
-¿Qué tal la escuela?-, tuve que combatir con las enormes ganas de girar los ojos.
-No me quejo-, odiaba sus ganas de tratarme como una niña. Tenía que dejárselo claro. No íbamos a seguir actuando a su manera. -¿Dónde estabas?
Levantó la quijada desafiando mi pregunta. Se removió en su asiento, quitándose unas pelusas imaginarias de su larga falda color coral. Mi amor por Raizel era recíproco, pero no podía hacerme la desentendida de los notorios cambios hacia mi persona. Estaba claro, que ella había construido una barrera invisible entre nosotras, la cual ninguna de las dos se iba atrever a cruzar.
-Parece que tus modales, se van evaporando-, dijo tras una sonrisa irritable.
-No entiendo porque razón no puedes hablar sin tapujos-, sentí la mano de Liora sobre mi hombro, su contacto intentaba tranquilizarme.
-Tía, no podemos seguir absortas a lo que sea que esté sucediendo-, el modo de súplica que mi hermana utilizaba me desquiciaba, no tenía porque rebajarse.
Raizel se levantó del sillón y a pasos lentos, se dirigió a la ventana. Lo que se avecinaba, no era fácil de explicar y digerir, trataba de buscar las palabras correctas y eso profesaba que nada bueno estaba por venir.
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Luminiscencia
FantasyUn suspiro salió de mis labios. No tenía ningún sentido resistirme y retardar lo que era inevitable. La sensación era indescriptible, la podía sentir recorriendo mis venas. La oscuridad se iba deslizando triunfante por todo mi cuerpo. Su danza era t...