Capítulo 3

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-Leila, ¿Me escuchas?-, mi nombre sonaba como un eco en la obscuridad. Pequeñas luces comenzaban asomarse haciéndome pestañear en exceso.

-¿Qué sucede?-, mi voz sonaba ronca y me sentía algo mareada. Raizel tomaba mi mano, sus ojos se abrieron con asombro.

-¿C-cómo te sientes?-, soltó mi mano. ¿Por qué me miraba de esa manera?

-Mejor. Lo último que recuerdo es el terrible dolor de cabeza-.

Al entrar mi hermana a la habitación y toparse con mi mirada se detuvo en seco. Estaba completamente aterrorizada, como si estuviera viendo a la más cruel de sus pesadillas.-¿Tía, qué está sucediendo?-, su voz sonaba entre cortada.

-¿De qué hablan?-. Las dos intercambiaron miradas, pero no decían ni una palabra. Se habían quedado mudas.-¡Por todos los cielos!, ¿nadie me va a decir, que sucede?-, a tropezones me levanté de la cama y fui directamente al espejo del tocador.

Yo misma me quedé pasmada. Claramente me miraba como ellas lo hacían. Miré más detenidamente y de cerca. Uno de mis ojos grises ya no estaba, se había ido por completo, en su lugar tenía un ojo color caramelo quemado, podría jurar que habían detalles rojizos en él. Pero eso no era todo, mi piel era más blanca y mi cabello, ¡Oh por Dios!, mi cabello había adquirido un tono rojizo más oscuro. Mis manos fueron de inmediato a mis labios dejando escapar un sollozo.

-Está pasando-, dije más para mí misma que para ellas.

-Sí, hija-, miré de inmediato a Raizel.-Y no se detendrá Leila, a menos...-

-¡No!, tú y yo sabemos que no tengo salida, está escrito, estoy maldita-, mi destino cada vez me aplastaba más y más como una avalancha.

-Leila, debe de haber alguna manera, una solución, lo que sea-, mi hermana sonaba más desesperada que yo.

Me quedé en silencio. En mi cabeza regresaron recuerdos, palabras de mi madre. "Mis dos ángeles", su voz sonaba cálida aún en los recuerdos.

-"Leila, tu destino ha sido escrito de forma diferente, debes ser muy valiente mi niña"

-"Tengo miedo"-, abrazaba fuerte mi osito.

-"No debes tener miedo"

-"Yo no sé cómo mami"- ella cepillaba mi cabello.

-"¿Te digo un secreto mi amor?"-, yo asentí.

-"Siempre hay esperanza, cuando hay amor"

Lágrimas inundaron mis ojos. No había tiempo para ser fuerte y  mucho menos valiente. El miedo calaba mis huesos y mi sistema. Me dejé llevar. Mi hermana se sentó a mi lado en el piso y lloramos juntas, toda la noche.





-¿Cómo dices que se llama lo de tus ojos?-, Norman sonaba tan curioso y me veía como si fuera un tipo de bicho raro.

-Heterocromia-, suspiré.- Siempre la he tenido, pero perdí mi lente de contacto y pues... aquí estoy-. Ahí estaba yo inventando una cuartada lo bastante lógica para que pudieran creerme.

-Yo opino que se ven asombrosos-, dijo Eva sin dejar de comer su almuerzo.

-Ahora es más fácil diferenciarlas, no podré confundirlas. Para mí estás preciosa-, el comentario de Pablo hizo que todos lo miráramos con cautela. Sin más, un rubor rosado recorrió todo su cuello y orejas.

-Gracias-, la verdad había sido muy gracioso su comentario, ¿A caso el humano siempre iba a catalogar como hermoso todo lo que era diferente?

-Chicos, ¿Por qué no vamos al cine hoy? -, la mirada de Tina estaba fija en su celular,  buscando detenidamente, asumo que veía la cartelera.

LuminiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora